miércoles, 10 de junio de 2009

Aresto Momentum

6º capítulo “Pasado secuestrando Futuro”


James caminaba en silencio por los pasillos. Completamente agotado. A pesar de ser la segunda semana de su 6º año, no podía más. Realmente se le estaba siendo completamente difícil. Salió del castillo y caminó al lago, dispuesto a acostarse en la orilla y dormir un poco, cuando un encapuchado lo detuvo.


-Potter…


Giró sus talones para mirar al desconocido. Descubrió unos mechones color chocolate, que ocultaban levemente unos peculiares ojos magentas. Sonrió. A veces el profesor Barucci adoptaba esa pose tétrica solo para intimidar. Pero él lo conocía. No por nada era el bromista de turno, luego de la graduación de DiMaggio. Y antes de él, estaba el mismo profesor Barucci. Era una especie de dinastía de “rompe reglas”.

Se acercó con paso tranquilo, mientras palabras amigables salían de sus labios.


-Profesor Barucci. Debería dejar de asustar a la gente así. No todos tenemos la entereza de los Potter.


Se rió ante su propio chiste y se plantó frente al profesor. Y cuando notó que las facciones eran más envejecidas y aquella mirada solo reflejaba odio y una frialdad jamás presente en los dulces y bromistas ojos de Dante Barucci, comprendió que se trataba de otra persona. Demasiado tarde. El desconocido ya había alzado la varita.


-¡Desmaius!


Y en solo un segundo…todo se volvió negro…


McGonagall revisaba unos currículos en su despacho. Ya había comprendido que ser directora y a la vez profesora de Transformaciones no era tarea fácil. Pero se lo quería tomar con tiempo. Hasta podría esperar que la más pequeña de los Potter saliera. Solo eran seis años. Nada más que seis años…pero sus reflexiones fueron interrumpidas por el entrar estrepitoso de un muchacho, que le lanzó al escritorio un pergamino.


-¡¿Qué significa esto, Dante?!

-¡Lea!


Notó la desesperación en los ojos magentas. Y para que Dante se viera así, solo podía ser algo grave. No por nada había sido su alumno y ahora su colega. Y si el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras se mostraba así de intranquilo…tomó la nota. En ella, unas pulcras letras dibujaban solo un pequeño mensaje…


“Me llevé al vástago de Potter. Y sólo lo devolveré cuando sea cadáver. Pagará por haber eliminado a Mi Señor.


P.B.”


-¿P.B.?, ¿Qué significa “P.B.”?

-Más claro que el agua, directora…Pietro Barucci…


La profesora McGonagall ahogó un grito y miró a Dante con aflicción. Si el hombre decía que “P.B.” era su padre…tenía que creerle. Además, sólo él con Ofelia eran capaces de dimensionar la maldad que se ocultaba en la presencia que rodeaba a su padre.


-¿El vástago?

-Ya revisé la Sala Común de Slytherin y Lily Potter está ahí. Dejé a Scorpius y a Nott vigilándola. Y el profesor Longbottom tiene que estar por…


Otro individuo irrumpió en el despacho. La directora miró a aquel hombre, que aún conservaba ciertos rasgos infantiles, aquel niño que tanta valentía había mostrado en la guerra…y que ahora lucía un semblante apagado. Fue Dante quién lo interceptó.


-¿Quién es?

-James…falta James Potter…nadie lo ha visto desde la mañana…


Ambos profesores miraron a la directora. En sus ojos se veía el temor de revivir una tragedia. Un error que podía costar caro. McGonagall se levantó y se dirigió al retrato del director de negros cabellos y negros ojos. Golpeó el marco, para despertarlo, pero él la miró fijamente, como esperando.


-Severus…dile a Harry que han secuestrado a su hijo…que Pietro Barucci secuestró a James…


El oscuro hombre asintió y desapareció del marco, mientras la directora se sentaba en el escritorio. Miró a ambos profesores.


-Vayan a buscar a los alumnos de sus casas…y avísenle al profesor Flitwick y al profesor Crompton. Nos veremos en el Gran Comedor.


Ambos jóvenes asintieron y se marcharon. La directora se levantó y caminó a la salida de su despacho, sintiendo como una oscura sombra se ceñía sobre ellos.


Cuando todos los alumnos estaban en el Gran Comedor, la directora se levantó y todo se sumió en silencio. Ella suspiró.


-Alumnos, no quiero alarmarlos. Pero ha ocurrido una desaparición. Esta cita extraordinaria es para informarles que cada casa debe quedarse en su Sala Común y seguir las indicaciones de los Jefes de Casa. Por favor, esto es una medida para protegerlos. No quiero a nadie fuera de sus Salas Comunes. Cualquier evento les será debidamente informado. Profesores…


Los cuatro profesores comenzaron a guiar a sus alumnos. Rose siguió a Flitwick mientras miraba a Hugo, que le asentía confiado. Los tejones seguían al silencioso profesor de Estudios Muggles, el señor Crompton, mientras que el profesor Longbottom se llevaba a los leones. El profesor Barucci miró a las serpientes y éstas comenzaron a dirigirse a las mazmorras. Cuando Scorpius pasó a su lado, le entregó un papel. El chico continuó caminando, con Nott y Lily Potter a ambos lados y Dante abrió el pergamino. Notó que no era para él.


“Albus, cuida a Dea con tu vida. Yo haré lo mismo con Lily. Dile a mi hermana que la amo. Scorpius.”

Sonrió y antes que el pelinegro desapareciera por el vestíbulo, lo alcanzó y le entregó la nota, para luego seguir dirigiendo a su casa. Albus leía el papel y un mal presentimiento cruzó su pecho.


-¿Qué es eso, Albus?

-Un mensaje de Scorpius…


Dea miró al pelinegro ante la mención de su hermano y Albus sonrió.


-Dice que te ama…


Dea sonrió tranquila pero algo le impedía estar completamente relajada. Faltaba alguien, ella lo había notado. Y ese alguien no la dejaría sola en una situación así. Su pecho se enfrió y comprendió. El alumno secuestrado era James…


7º capítulo “Nuevo y amable enemigo”


Harry miraba la vieja casona abandonada en silencio. No quería, ni “debía” cometer una estupidez. Pero saber que su hijo podía estar ahí dentro le exprimía el pecho. Quería gritar, quería dejar de esperar…pero una mano se apoyó en su hombro, consciente de su desesperación.


-Tranquilo, Harry…solo serán unos minutos más…solo unos más…


El hombre volteó la cabeza, para tomarse con los grises ojos de Draco Malfoy. Y al fondo de esas lagunas de mercurio líquido también notó la sombra de preocupación. Más que mal, era su esposa la que estaba dentro de esa mansión, esperando, agazapada, mandar la señal para atacar. Y dicha señal llegó en un segundo. Un halcón negro voló a ellos y cuando estaba en el escondite, se transformó en un muchacho. Ettore miró a su padre mientras rebuscaba en sus bolsillos, desesperado.


-Lo envenenó. Según lo que escuchamos con mamá, es un veneno que inventó él. No tenemos mucho tiempo…¡aquí está!

-¿Qué es eso?

-Es una poción…experimental…la diseñamos hace poco con mamá. En cierta forma podría contrarrestar el veneno de Pietro…pero no prometemos nada…

-¿Y qué hacemos aún acá? Mi hijo se puede morir y ustedes solo esperan…

-¡Cálmate!


Harry miró a un enojado Draco. El rubio respiró y miró a Ettore.


-¿Tu madre va a salir?

-Dijo que no. Simplemente vine a avisarles. Ella quiere el antídoto, así que se lo llevaré. Cuando me vea con él, atacará a Pietro. Una distracción mientras yo le doy el antídoto a James y ustedes entran a atraparlo.


Mientras Ettore decía todo esto, se amarraba la botella al pie. Cuando terminó, miró a Harry y a su padre.


-Hay muchos sujetos, no sé de dónde. Que todo el grupo se dedique a atacarlos. Ustedes solo salven a mamá y a James. Están en el tercer piso. Que nadie llegue al quinto piso. Algo tienen en ese lugar que da mala espina. Luego se revisará. Ataquen apenas vean que mamá lanza el primer hechizo. Comiencen a acercarse desde ahora.


Sin decir más, Ettore se transformó nuevamente en un halcón negro mientras el grupo se acercaba a la casona. El halcón emprendió el vuelo y entró por una ventana del cuarto piso. Harry y Draco, varitas en alto, ya estaban en ambos lados de la puerta principal. Ted e Iris estaban agazapados en las sombras, mientras un grupo de casi diez personas estaban repartidas por todos los terrenos que rodeaban la mansión. La espera era casi agobiante. Y tanto Harry como Draco estaban a punto de desesperarse, cuando escucharon claramente la voz de Ofelia.


-¡¡Diffindo!!

-¡La señal!

-¡Bombarda!


La puerta explotó al hechizo de Ted e Iris. Ambos jóvenes saltaron a un lado, demostrando unos reflejos admirables. Especialmente porque dos rayos verdes cruzaron el aire.


-¡Expelliarmus!


Pronto las sombras empezaron a entrar a la mansión, encontrándose con más de un enemigo. Harry y Draco no detuvieron su carrera. Recordaban las palabras de Ettore, y ninguno de ellos quería alargar aquella espera. La voz de un hombre, demasiado familiar para Draco, retumbó por toda la casa.


-¡Córrete, bastarda!

-¡No!

-¡Proteges a traidores y ensucias tu sangre!, ¡Crucio!


El grito ahogado le cortó el aliento a Draco. Solo duró segundos, pero el rubio pudo reconocer la voz de su esposa. Corrió a la habitación, entró mientras gritaba.


-¡Expelliarmus!


La varita de Pietro voló por los aires. El hombre se volteó pero Harry, que había aparecido de la nada, levantó su varita.


-¡Incárcero!


Las cuerdas amarraron firmemente a Pietro y éste cayó como un costal. Tanto Harry como Draco corrieron a ver a los demás. James estaba en el suelo, demasiado pálido, inconsciente, pero respiraba. A su lado, Ettore le daba más poción, pero sus manos temblaban y se notaba que un sudor surcaba por su rostro. Mientras, Ofelia estaba frente a ellos. Estaba tirada en el suelo, tratando de levantarse, aún con gestos de dolor en su rostro. Ofelia miró a su esposo y sonrió a duras penas.


-El…antí…doto…píde…selo a…Pietro…quí…quítaselo…


Draco asintió y dejó a su mujer recostaba en el suelo. Se encaminó al amarrado Pietro y lo miró con frialdad.


-El antídoto.

-Jamás te lo pasaré.

-Entrégamelo…

-No lo ha…


Pero antes de continuar, un encapuchado entró a la habitación. Con ojos desorbitados miró y alzó la varita en dirección a Draco. Antes de siquiera reaccionar, se escuchó una voz.


-Avada Kedabra…


El rayo verde cruzó la poca distancia y el encapuchado cayó de espaldas, muerto. Un hombre, cubierto con una negra túnica, apareció de las sombras. Se acercó a la puerta y la cerró, colocando un par de hechizos protectores. Luego volteo donde los demás. Notaron que su cara estaba cubierta de muchas vendas.


-Lo siento. Pero no quiero interrupciones.


Harry agradeció del fondo de su alma que aquel encapuchado no haya sido uno de los suyos, que aún peleaban en distintos pisos. Miró a ese ser vendado. De su rostro solo se veía un ojo. Un ojo naranjo, casi como un sol pero de sentido frío, congelante. Notó que Pietro se removía en sus cuerdas y comprendió. Tomó la varita del hombre, tirada más allá. Vio que Draco retrocedía y se colocaba frente a su esposa. El misterioso vendado también notó esto.


-No te preocupes, Malfoy. A diferencia del inútil de Pietro, yo admiro a tu esposa.

-¡Insolente bastardo!

-Pietro, Pietro…creo que deberías controlar tu temperamento. No eres ni la sombra de lo que fuiste…

-¡Ayúdame, maldito hijo de puta!

-Siempre pensé que Gina te salvaría. Sabía que era a la única persona que amaste y aún amas en tu vida. Que te alejaran de ella te enloqueció, Pietro…

-¡No me hables así, sabandija inmunda, perro desfigurado!, ¡¡no eres nadie!!

-Aquí el nadie eres tú. ¡Silencius!


Pietro continuaba gritando, pero nada se oía. El desconocido volvió los ojos a Harry.


-Así que tú eres Harry Potter. Lamento lo de tu hijo. En realidad el antídoto no existe. Pero es una fortuna que conozcas a DiMaggio y los Barucci. De seguro ellos estaban previstos para esto…aunque nuevamente disculpas.

-¿Disculpas?

-¡Oh, sí, claro que sí! Yo solo quería llamar tu atención. Las instrucciones eran claras. Traer a cualquier hijo de Harry Potter y mantenerlo aquí a salvo. Pero no conté con el factor “locura” de Pietro.


El hombre se acercó a Malfoy y le entregó una botella, que el rubio recibió desconfiado. El otro hombre parecía encantado. Y, aunque no se le veía la boca, parecía sonreír.


-Es el veneno que le dio Pietro. Lo necesitarán para desarrollar un antídoto. Vi que le dieron algo, me parece. Pero dudo que este muchacho esté bien de aquí a seis meses. Creo que tendrás que resignarte a que hará otro año en Hogwarts, Harry. Pero bueno…es un precio justo, incluso ínfimo, con tal de tener a tu hijo vivo.


Harry guardaba silencio mientras Ettore terminaba de vaciar la botella. Se percató que el joven temblaba. Y, al parecer, el vendado también lo notó.


-Lamento lo que le sucedió a tu madre, Ettore…pero jamás imaginé que Pietro fuera capaz de torturar a su propia hija. Creo que subestimé su locura…pero tranquilo. Ofelia es fuerte, un Crucio tan pequeño no le hará…mucho…

-¿Quién eres?

-Buena pregunta, Harry…pero temo no poder contestarla…

-Vuelves para recuperar la fama de Voldemort…

-No, Harry. No vuelvo a devolver nada. Tom ya tuvo su momento. Y su soberbia y ambición lo llevaron a su derrota. Así que no me compares con él. Mira que deshacerse de los hijos de muggles…algunos de ellos son los mejores, como tu amiga, Harry…que por cierto, me extraña que no esté aquí…en fin, eso no importa. Más que mal, tiempo es lo que menos tenemos, si queremos que James se salve.


Harry palideció y en un gesto inmensamente protector, abrazó a su hijo. El vendado vio como Ettore se acercaba en silencio donde Ofelia y acariciaba su rostro. Sonrió.


-Bien, Harry. Te he dado más de veinte años. Supondré que ahora si estás preparado, porque seré implacable.

-¿Implacable?

-Claro. Ahora ya eres digno de ser mi enemigo. Pero como sé que te tomo por sorpresa, te daré un año. Para que mejores, te entrenes. Ya sabes.

-¿Qué?

-A ver Harry…para que comprendas…Draco Malfoy, ¿serías tan amable de lanzarme un Avada?

-¿Qué?

-Solo hazlo…

-Pero…

-No quiero pensar que la vida pacífica te ha acobardado, Draco…

-¡Avada Kedabra!

-¡Clipeus!


Una pared de luz celeste se formó frente al vendado justo en el momento que el rayo verde la impactaba. Éste fue absorbido por la pared y el mago quedó completamente intacto. Todos estaban sorprendidos, mientras el hombre del ojo naranja sonreía.


-¿Ves a lo que me refiero, Harry? Así que simplemente procura entrenar. En un año en promedio te vendré a buscar. Pero no te prometo que no forme mi ejército…en cuanto a Pietro…no me sirve ni loco ni sublevado…¡sonorus!

-¡Estás demente!, ¡El Señor Oscuro te encargó algo!

-Pero sabes que no obedezco reglas ni mandatos tan ridículos…

-¡Monstruo deforme y…!

-¡Oh, por favor, cállate! Me desespera tu actitud enfermiza. Estás igual o peor que Bellatrix. Suerte que esté muerta y pronto irás tú a acompañarla…¡afskårne lemmer!


De pronto, un rayo naranjo salió de la varita del sujeto y golpeó de lleno a Pietro. Poco a poco, unas líneas en sus piernas y brazos comenzaba a aparecer, mientras la sangre corría silenciosa. Pietro aullaba de dolor, mientras esos cortes se iban agrandando. Pronto se escuchó que el hueso crujía, como sometido a una invisible sierra.


-Ofelia, linda…


La voz cariñosa del vendado desvió la vista de todos, especialmente de Ofelia. El vendado sonrió.


-Tu hechizo desvanecedor sigue siendo envidiable. Espero que ese talento de pequeña lo conserves por mucho tiempo. Y Dante también tiene la obligación de conservarlo. Por cierto, hablando de él, mil perdones por matar a su padre. Pero creo que se lo merecía…en fin, adiós.


Y sin más, desapareció. Antes que cualquiera dijera algo, un grupo entró al cuarto, liderado por Ron. El hombre se acercó a Harry y a James.


-Vamos a San Mungo. ¡Ahora!


Como por instinto, todos se aparecieron en el mismo hospital. Sin querer, alguien había transportado a Pietro también, que se removía en el pulcro piso, chillando de dolor y manchando todo y a todos con sangre. Un grupo de sanadores se acercaron rápidamente donde Pietro, mientras Harry llevaba a James al piso de envenenamientos. Ron iba tras él, con la botella de veneno que le entregó el vendado a Malfoy.

Finalmente, entre convulsiones, Pietro perdió sus dos brazos y sus dos piernas. Comenzaba a gemir lastimosamente, y su cuerpo ensangrentado le daba un aspecto a babosa gigante. Pero no importó. Ettore miraba la agonía del que fue el “abuelo Pietro” y que no veía desde antes de entrar a Hogwarts. Pero lo que más le llamó la atención a Draco fue la frialdad con que Ettore veía la escena. Sabía que tenía que estar con su esposa, pero Iris ya había partido con ella. Su misión era ver que le pasaba a su hijo.

Pietro tomó la túnica de Ettore con los dientes y se aferró a ella, tironeándola, llamando la atención del dueño. Pero el muchacho ni se inmutó. En cierto momento, Pietro abrió la boca.


-Mi asesino…se llama…


No pudo continuar. Una delgada línea roja cruzó su garganta, abriéndola y soltando borbotones de sangre. En medio de los gritos desesperados de doctores y presentes, Pietro Barucci murió ahogado en su propia sangre, con un gesto de terror y repulsión impregnado en su rostro.

Draco tomó a su hijo y lo llevó a un lado. Lo sentó y se colocó frente a él, agachado. Vio que tenía la mirada perdida y sus ojos sangre fulguraban algo que no podía comprender.


-Ettore…¿Qué sucede?

-Padre, yo…yo debí hacer algo…

-Pietro tuvo la muerte que merecía…

-No, me refiero a mamá…Pietro me descubrió dándole el antídoto a James y quería lanzarme un Crucio…pero mamá se cruzó…y me dijo que, pasara lo que pasara, yo simplemente me dedicara a rescatar a James…y ese maldito…ella gritó, solo un segundo…pero fue horrible…verla como se contraía…como su cara evitaba mostrar un dolor que se olía en el aire…como…como…


Draco abrazó a su hijo, que comenzó a llorar tristemente en su hombro. El chico estaba completamente conmocionado. Ver a tu madre siendo torturada no es algo que se recuerde o que se quiera ver.

Cuando Ettore se calmó, miró a su padre y sonrió tristemente. Draco sintió que su corazón se comprimía. Su hijo siempre sonreía, siempre tenía un motivo para ser feliz. Pero ahora ese gesto estaba marcado por un dejo de tristeza.


-Iré a Hogwarts. Avisaré que todo salió bien…volveré para ayudar a mamá en el antídoto para James…

-Ve con cuidado…

-Tranquilo, padre…


Y sin decir más, se levantó y se dirigió a la salida. Suspiró fuertemente antes de transformarse en un halcón negro y marcharse volando. Draco se levantó y se dirigió a la habitación donde sabía que estaría su esposa e Iris. Aún tenían muchas cosas que hacer.


8º capítulo “Consecuencias…”


Lily salió del despacho del profesor Barucci junto a Albus, Rose y Hugo. Afuera los esperaban Scorpius, Dea, Lissy, Theo, Kathleen y Ninfa. La pelirroja miró a la última. Ninfa Roylott era compañera de ella de Slytherin y su mejor amiga. La chica, rubia, de hermosos ojos celestes y un aire despreocupado, la observaba en ese momento con premura. Albus fue quien habló.


-Está en San Mungo. Fue envenenado, pero ya están trabajando en el antídoto. Eso sí, dicen que no volverá este año…fue muy fuerte.


Antes de que alguien dijera algo, Dante salió del despacho. Miró a todos y posó sus ojos en sus sobrinos.


-jóvenes Malfoy…adentro…


No se hicieron esperar. Dea y Scorpius entraron rápidamente y cerraron la puerta. Ninfa se acercó a Lily y la abrazó, mientras Theo le daba pequeños golpecitos en la espalda. Por su parte, Lissy abrazaba a Albus y Hugo era consolado por Kathleen. Rose miraba toda la escena en silencio. En cierto momento se acercó Theo y le extendió los brazos.


-Nos salimos de lo convencional, Weasley…pero sé que lo necesitas…

-Gracias, Nott…


La chica no se hizo de rogar. Se refugió en los brazos del joven de ojos amarillos y ahogó una lágrima en su hombro. Y así se quedaron todos. Cada uno abrazando a un Potter o a un Weasley, dándoles consuelo. Hasta que un grito interrumpió todo. La puerta del despacho se abrió de golpe y de ella salió furioso Scorpius, tras él Dea conteniendo las lágrimas y el profesor Barucci tratando de alcanzarlo.

Cuando logró tomar el brazo del joven pasos más adelante, lo giró con brusquedad. Ambas miradas, magenta y plata, se enfrentaron, tal como muchos años antes lo habían hecho los ojos de Pietro y de Draco. Scorpius se soltó del agarre y empuñó sus manos, conteniendo la ira.


-Debes calmarte, Scorpius. Sé que no es sencillo. Yo mismo trato de estar en mis cabales. Pero Ettore fue claro. Ella está bien, Draco está con ella. Y se recupera favorablemente.

-¿Qué me calme?...¿me pides que me calme?...¡¡dejó que la torturaran!!

-¡Porque ella se lo pidió!, ¡la prioridad era James!, ¡¡tenían que salvarlo!!

-¡¡Y que mi madre se muera en el proceso!!, ¡¡muy digno de ellos!!

-¡Scorpius!

-¡No!, ¡¡Ettore estaba ahí!!, ¡¡la torturaron frente a sus ojos!!

-¡Y eso está carcomiendo la conciencia de tu hermano!

-¡¡ESE TIPO NO ES MI HERMANO!!


Y sin decir más, Scorpius comenzó a caminar a las mazmorras. Dea quiso seguirlo, pero Dante la detuvo. Ella lo miró con sus grises ojos anegados en lágrimas.


-Es mi hermano…déjame ir con él…

-Ahora no, Dea…déjalo. Que vaya con él Nott…


Se volvió para buscar al mejor amigo de su sobrino y lo encontró. En sus brazos tenía a Rose. La joven pelirroja aferraba la túnica del Slytherin con fuerza. Una bestia rugió en su interior, pero no lo demostró. Hace algún tiempo ya había descubierto que no veía con ojos muy santos a su ayudante. Pero ella era joven…y tenía todo el derecho de esta con alguien de su edad. Aunque le doliera, pero no lo diría.


-Nott…ve con Malfoy…


Su voz sonó de ultratumba. Casi furiosa y tenebrosa. No quiso que se escuchara así, pero ya contener el impulso de partirle la cara a un alumno se llevaba toda su racionalidad. Theo asintió, besó con dulzura la frente de Rose y salió corriendo en la misma dirección donde minutos antes había desaparecido Scorpius.

Dante giró y miró a todos. Sus ojos magentas se posaron por un segundo en los dos miel que tenía frente a sí. La gélida mirada le salió de lo más profundo y luego miró indiferente a todos.


-Retírense a sus Salas Comunes. Debo recordar que no han de comentar absolutamente nada de lo que ha pasado. A nadie. Los Potter ya saben qué decir respecto a la ausencia de su hermano en lo que queda del año. Ahora, si me disculpan…


El profesor Barucci entró a su despacho. Todos miraron a Dea, que aún lloraba en silencio. Kathleen fue a su lado, acompañada de Hugo. Ambos la abrazaron y la chica ojigris suspiró fuertemente.


-Torturaron a mamá con un “cruciatus” cuando rescataron a James…nadie pudo hacer nada. El único que estaba presente era Ettore y él trataba de mantener con vida a James…

-¿Cómo está?

-Bien…se recupera satisfactoriamente…de echo, es probable que ya en unos días le den de alta en San Mungo…al parecer mi madre tiene una gran resistencia…

-La torturaron frente a Ettore mientras él salvaba a James…por eso tu hermano lo negó como hermano…

-Así es Kath…y estoy muy preocupada por…

-Tranquila. Theo está con él. Y apenas vuelva a la Sala Común, te mandaremos una lechuza


Dea miró a Ninfa, la amiga de Lily, que había hablado y sonrió.


-Muchas gracias…

-Muy bien, ahora todos a nuestras Casas…no quiero que llegue un prefecto y nos quite puntos…


Todos asintieron a la frase de Lissy y comenzaron a caminar a sus Salas Comunes. Por un lado se fueron Ninfa y Lily. Por el otro, Albus, Lissy, Dea, Hugo y Kathleen. Rose se quedó unos instantes. Para ella no había pasado desapercibida la mirada del profesor Barucci. Decidida, se acercó a la puerta del despacho y golpeo. No esperó que la hicieran pasar. Simplemente entró.

Ahí estaba él. Sentado frente a la chimenea, cuyo fuego crepitaba silencioso. Vio que en su mano tenía un vaso de whisky de fuego y en la otra un cigarrillo descansaba, consumiéndose lentamente. Cerró la puerta con ella dentro. Corrió el seguro y dio unos pasos hacia él. Notó que tenía la camisa blanca fuera del pantalón y que estaba descalzo. Dio otro paso más y él se levantó. Bebió de un sorbo todo el contenido del vaso y lo dejó sobre la chimenea. Luego giró el rostro y lentamente hizo lo mismo con el cuerpo, hasta quedar frente a Rose. La camisa estaba desabrochada, mostrando un perfecto vientre, con marcados abdominales que proyectaban sutiles sombras sobre su pálida piel. Sus ojos magentas tenían unas llamas inexplicables, como siempre notaba Rose. Su cabello chocolate caía despreocupado por sobre su rostro y ojos. Rose se sonrojó levemente y corrió la vista a una pared.


-Profesor…yo…

-No sé qué quiere, señorita Weasley…pero ya vio que estoy algo…ocupado…


Rose lo miró frunciendo el ceño. ¿Ocupado? Estaba emborrachándose, como sabía que solía hacer de vez en cuando, cuando no había clases al otro día, justo cuando Ettore lo iba a visitar. O el señor McConnor, compañero de Hogwarts…ocupado, seguro…


-¿Por qué se comportó así?

-¿Así cómo?

-Así…tan frío…usted no es así…

-No me conoce, no debería decir…

-¡Te conozco mejor de lo que crees, Dante!


Rose se tapó la boca al instante. Había llamado a su profesor por su nombre de pila. Y ver como él fruncía el ceño y la observaba indiscriminadamente, le había hecho retroceder un paso.


-No deberías tener esas libertades con tu profesor, Rose…


Su nombre se le antojó casi como una invitación. Y sus hormonas de 14 años quisieron actuar por si solas, pero se mantuvo firme. Y ya que habían traspasado esa barrera, ella se aprovecharía.


-Dante…¿me podrías explicar qué demonios te pasó allá afuera?

-Nada…

-Creo que olvidas quien soy…

-Si sé…la mejor bruja de Hogwarts…eres igual de sabelotodo e insoportable que tu madre…Spesso il problema che ho guadagnato (Menudo lío el que me gané)

-No soporto cuando hablas italiano porque…

-Lo sé, porque no entiendes una palabra de lo que digo. Meglio per me. Così è più facile dire che sono pazzo, e che si desidera semplicemente arrancarte a baciare le labbra, bambina insopportabile. (Mejor para mí. Así es más fácil decir que me vuelves loco y que lo único que deseo es arrancarte los labios a besos, pequeña niña insoportable)

-In realtà stava per dire perché mi disperazione piedi tradurre nella mia mente ciò che si dice (en realidad iba a decir porque me desespera andar traduciendo en mi mente todo lo que dices)


Dante miró significativamente a Rose. La joven pensó que se desarmaría, que negaría todo, que al menos le gritaría y la echaría. Pero ese silencio con el cual la escudriñaba le estaba molestando de sobremanera.

Finalmente el profesor lanzó el cigarrillo a la chimenea y carraspeo. Una seductora sonrisa cruzó su rostro y dio dos pasos, acercándose a Rose. Luego agitó su cabello y volvió la vista a la pelirroja.


-Entonces…si sabes italiano, sabes perfectamente porqué me comporté así.

-¿Celos?

-¿Qué crees tú?

-Que tuviste celos de Theo…

-¿No que era Nott?

-Bueno…este…yo…

-Sé feliz, Rose. Tuve celos de él, es verdad. Pero…¿Qué se supone que tengo que hacer? No sé si te haz fijado, pero tengo varios obstáculos para llegar a ti. Primero, que tus padres son amigos de Harry…más que mal, él me ayudó mucho. Luego viene el pequeño y no menos importante detalle que te llevo ventaja en este mundo por quince años. Vamos Rose, medita…yo estaba en mi 5º año en Hogwarts cuando tú estabas naciendo. Tercero, está el hecho que yo soy tu profesor y tú mi alumna. Sin contar que no sientes nada por mí, excepto admiración. Solo porque eres demasiado niña para amar. Así que, mejor ni hacerse ilusiones. Quédate con Nott. Más que mal, él es acorde a ti. Y nadie podría reclamarte, ni tus padres, porque eres una Ravenclaw. Y como decía Ettore, lo mejor de los Ravenclaw es que pueden estar con cualquier casa y no dejan de ser leales.

-Pero…

-Pero nada, Rose. Ahora, si me disculpas, creo ya haber respondido tu pregunta…

-Te quiero…

-No, Rose, me admiras, que es distinto. Tal vez, cuando tengas más edad, sabrás lo que es amar a alguien.

-¿Quieres que esté con Nott?

-Lo quiero…

-Muy bien.


Rose salió del despacho dolida y a pasos raudos casi corrió a su Sala Común. El encuentro con el profesor Barucci no era el que tenía planeado. Salió mejor de lo esperado, pero él tenía que ponerla a prueba…y su inteligencia, heredada de su madre, tenía que salir a flote…pero bueno. Si el profesor Barucci, si “Dante” quiere guerra, la tendrá.

Y con estos pensamientos, la pelirroja entro a su Sala Común y se dirigió a su cuarto.


9º capítulo “Tranquilidad etérea”

Lily y Ninfa conversaban silenciosamente en la Sala Común. Estaban sentadas frente al fuego, que crepitaba, otorgando un dulce calor en la fría mazmorra. Tras ellas, sentados en los sofás individuales, estaban Theo y Scorpius. El último miraba de reojo a la pelirroja sentada en el suelo.


-¿Qué harás?


La voz cansina de Theo lo sacó de sus meditaciones. Ya habían pasado dos horas desde el incidente con el profesor Barucci y sabía perfectamente a qué se refería su amigo.


-¿Quieres que vaya a pedirle disculpas a Barucci?

-A tu tío Dante no.

-¿Entonces?

-A Ettore. Mas que mal, él ha sido tu hermano desde que naciste, aunque no lleve tu sangre. Muy DiMaggio será su apellido, pero es tan Malfoy como tú o como Dea.

-Dejó que torturaran a mamá. Prefirió salvar a Potter.

-Porque no había alternativa. Tu madre es profesora. Y por eso cuidará a sus alumnos hasta el final. Dime tú, Scorpius. Si en lugar de Ettore, tú hubieses escuchado la orden de salvar a Potter, sin importar lo que suceda en el proceso. Y que es a ti a quien están salvando de un “cruciatus”…¿qué haces?


Calló. No lo había pensado de esa forma. Tenía tanta rabia que jamás siquiera imaginó colocarse en el lugar de Ettore. Y lo hizo. Se vio salvando a Potter, descubierto por el abuelo Pietro, oyendo a su mamá ordenarle que salvara a Potter pasara lo que pasara. La vio siendo torturada. Y, para su sorpresa, se vio tragándose la ira y continuando salvando la vida de su Némesis mientras su madre gritaba de dolor. Tragó duro.


-Tienes razón…yo habría obedecido a mamá.

-Ahí tienes otra prueba de que Ettore es tan Malfoy como todos. Que es lo suficientemente Malfoy como para ser tu hermano.

-Le debo una disculpa. Aunque no sepa de qué.

-Sí lo sabrá. Aún si el profesor Barucci no le dice nada. Es tu hermano y te conoce lo suficiente como para saber que esa hubiese sido tu reacción.


Scorpius miró la sonrisa de Theo y negó con la cabeza. Más que su mejor amigo, parecía un hermano. Aunque fuera un bocazas. Aunque no lo soportara la gran mayoría del tiempo. Y antes de continuar con su monólogo mental, cuyo tema era Theo, una voz cantarina lo sacó de su ensimismamiento.


-¿Cortaste con Hamilton? Duraste dos días, tu nuevo record.


Miró a Ninfa, que se había volteado y comía una rana de chocolate. Antes de contestar, fue Theo quien lo hizo por él.


-¿Tan pendiente estás, Roylott? Nunca pensé que te gustara tanto Scorpius.

-¿Y para qué te enojas?

-No me he enojado…

-Por favor…siempre soy tu querida y dulce Ninfa, excepto cuando te molestas. Ahí me transformo…volviéndome la cruel Roylott.


Ninfa se levantó y se colocó la capucha de la túnica. Comenzó a ulular, mientras hacía movimientos tenebrosos. Theo se echó a reír, al tiempo que Lily también volteaba y sonreía. Scorpius vio a Woody en las piernas de la pelirroja, comiendo animadamente huevos de hada.


-No te pongas celoso, Theo. Sabes que Ninfa es la única persona de Hogwarts que no encuentra atractivo a Scorpius.

-Así es. Lily jamás miente. Además, no me gustan los rubios. Y menos si son tan parcos.


Scorpius iba a reclamar. Iba a colocar a esa niñita en su lugar, pero el rostro estupefacto de Theo lo detuvo. Su amigo fruncía el ceño.


-¿Y tú, Lily?

-¿Yo qué?

-¿También encuentras atractivo a Scorpius?

-No lo niego. Es guapo. Pero por muy Slytherin que seamos ambos, no tengo ánimos de revivir el drama muggle de “Romeo y Julieta”. Más que mal, él es un Malfoy y yo una Potter.

-Me alegro…

-Demás está decir que Scorpius detesta las pelirrojas y que a mí me gustan los castaños.


Theo sonrió ante estas palabras, mientras Lily continuaba alimentando a Woody. Scorpius los miraba tan fijamente a ambos, que no se percató de la sombra que se acercaba a él, hasta que fue muy tarde.


-¡¿Pero que mier…?!

-¡Controla tu vocabulario, Scorpius Malfoy!

-¡No me ordenes, Ninfa Roylott!


La muchacha se había lanzado sobre él y ahora estaba cómodamente sentada en sus piernas, rodeando el cuello de Scorpius con sus brazos.


-Bájate, Ninfa…

-No, hasta que me contestes.

-¿Qué?

-¿Cortaste con Hamilton?

-Sí. Cortamos hoy en la mañana.

-Ya me parecía. Apuesto que fue después del desayuno, justo antes de la primera clase.

-¿Cómo sabes?

-Porque lloró toda la hora de Encantamientos. Al final Flitwick la sacó de la clase. Y a la siguiente hora le estuvo preguntando al profesor Sinleaks sobre la Amortentia. No le respondió nada, pero yo que tú, no acepto nada que ella me de.

-Pues…gracias Roylott…

-Ni te fijes, mi querido Scorpius. Yo te advertí que con chicas menores no. Son muy tontas.

-¿Potter y tú incluidas?

-No, cariño. Nosotras somos la excepción que confirma la regla.


Ninfa se levantó de las piernas de Scorpius y se arregló algo su ya desordenado uniforme. Miró a Lily, que terminaba de alimentar a Woody, y tomó su bolso.


-Vamos Lily. Nos toca con Binns y quiero pedirle a Robert un par de ranas antes.

-No sé cómo no engordas comiendo tanto chocolate. Al menos se nota que tu novio es un Ravenclaw. Inteligente para desfigurarte y que nadie te mire.

-Cariño, primero, toda la energía que consumo la gasto. Y segundo, Robert no es mi novio. Soy muy pequeña para tener novio. Recuerda que eso te impide pedirle a Lily que sea tu novia, mi querido Theo.

-¡Ja, ja, ja! Hablas tonterías. Vete luego antes que me entere que Slytherin perdió puntos por un retraso tuyo, Ninfa.


La rubia sonrió divertida y se arregló el bolso. Hizo un gesto con la mano y se apresuró a salir. Lily, mientras, se levantó y tomó su mochila. Le dejó a Scorpius su bowtruckle en las piernas y le sonrió. Luego volteó donde Theo y el castaño tomó sus mejillas. Besó dulcemente la frente de la pelirroja y la pequeña le sonrió sonrojada, para luego salir corriendo.

Cuando quedaron solos, Scorpius miró a Theo sentarse en un sofá, nuevamente, con una sonrisa casi atornillada en el rostro.


-¿Te gusta Potter?

-Desde el primer día que la vi.

-¿Y te corresponde?

-Por el momento, sí. Veamos qué sucede cuando ella esté en 4º año y yo en 6º.

-¿Por qué esperas?

-Porque espero que me quiera, no que me admire.

-Ya veo…


Y Scorpius se quedó contemplando la cara risueña de su mejor amigo, mientras el fuego seguía crepitando y Woody dormía en su regazo.


10º capítulo “Nuevos caminos…final”


Albus observaba la insignia de prefecto en su mano. No podía creerlo. Ni su madre, ni su padre, ni siquiera James habían sido prefectos en 5º año. Era el primero en la familia y esa alegría no podría compararse con nada. Era casi subliminal.


-Si sigues mirándola así, la babearás.


El joven pelinegro volteo y se topó con dos ojos marrón, que le bailaban divertidos. Sus ojos se pasearon en la figura lentamente, devorando cada centímetro con su esmeralda mirada. Se fijó en ese cabello arena, amarrado en una trenza que llegaba hasta sus caderas. Unas caderas suaves, tiernas. Miró su cintura, estrecha, con la forma exacta de sus brazos. Y miró fugazmente sus pechos, que se desarrollaban a una velocidad abismante bajo el chaleco de la escuela. Bajó un poco más, hasta toparse con dos piernas torneadas, trigueñas, mordibles. Y lentamente volvió a subir la mirada hasta toparse con los ojos marrón y esa cara de niña y mujer a la vez, que en ese momento fruncía el ceño.


-¿Qué tanto miras?

-Que estás muy guapa…

-Gracias por darte cuenta recién en 5º año, cretino.

-Lissy, sabes perfectamente que me di cuenta mucho antes de que tú te dieras cuenta que eras guapa.


Lissy rió como una niña y se lanzó a los brazos de Albus. Ambos cayeron en el sofá grande donde estaba sentado antes Albus y se quedaron ahí, acostados, Lissy encima de Albus, sonriendo.


-¿Te nombraron prefecto?

-Sí…solo que no sé quién es mi compañero…

-Soy yo, estúpido.


Albus sonrió complacido y abrazó a Lissy por la cintura. Ella escondió el rostro en el espacio del cuello y el hombro de su amigo y acarició sutilmente su cara. Estaban tan concentrados así, tan quietos, tan preocupados de sentir la piel del otro con todo el cuerpo, que no escucharon cuando alguien entró a la Sala Común. El recién llegado miró la escena y sonrió.


-Tengo que aceptarlo. Tienes unas piernas de infarto, Finnigan.


Ambos prefectos se levantaron sorprendidos. Nadie debería estar en la Sala Común a esa hora, ya que las clases estaban empezando y los otros estaban desayunando. Vieron al que murmuró eso y Albus abrió sus ojos sorprendido. Lissy sonrió. Pero antes de que cualquiera dijese algo, otros pasos desde los dormitorios se escucharon. Y luego, un susurro.


-James…


Dea Malfoy estaba de pie al final de la escalera que conducía a la habitación de las chicas. Una palidez inusitada coloreaba su rostro y unas sombras oscuras bajo sus ojos le resaltaban aún más su iris plata. El cabello, chocolate, caía lánguido por sus hombros, mientras su figura se veía especialmente débil. Pero una sonrisa dulce, casta, cruzó el rostro de la heredera Malfoy. Sin meditarlo siquiera, soltó todos los libros que traía en sus manos y se lanzó a los brazos del joven pelinegro. James sonrió y la estrechó entre sus brazos. Dea comenzó a llorar, escondida en el pecho del muchacho, y James acarició los achocolatados cabellos.


-No llores, pequeña…te dije que no te librarías tan fácil de mí…

-Temí tanto por ti, James…

-Tranquila…además, no le daría ese gusto a Scorpius…aún tengo que verle la cara cuando se entere que debe compartir el corazón de su princesa conmigo.


Dea alzó la vista y miró fijamente a James. Sus ojos grises bullían como un océano de plata mientras que los marrones de James se mostraban cálidos, llenos de amor y comprensión.


-Te quiero, Dea…


Y sin esperar si era correspondido o no, James se agachó para besar los labios de la joven niña. Dea cerró los ojos y cuando ese beso dulce, esa pose de labios con labios terminó, miró a James sonrojada pero sonriendo de una manera luminosa.


-Te quiero, James…


Y lo abrazó. No importaba más. Se querían, dulce, tierna, casi infantilmente. Se querían como no se habían querido nunca. Y no importaba lo demás. Estaban juntos. Y qué importaba si Albus ahora gritaba en medio de la Sala Común. Y qué importaba que Lissy riera a carcajadas. Qué importaba si el mundo se caía encima de ellos, que Scorpius entrara en ese momento por la puerta o que los Malfoy y Potter recordaran todo el odio que se tuvieron en la escuela. Qué importaba si en ese momento resucitaba el Innombrable y quería asesinarlos. Nada. Porque se querían y no deseaban volver a una vida sin el otro.

Y mientras en Gryffindor todo era alegría con la vuelta de James, en Slytherin el ambiente no podía ser más tenso. En la Sala Común estaba Lily, apoyada en una pared, y sobre ella estaba un chico de 4º año, sus brazos rodeando la cintura de la pelirroja y ambos con la respiración agitada. Pero no se miraban. Miraban a un lado de la Sala Común, donde un castaño observaba la escena en silencio. Sus ojos amarillos brillaban asesinos, pero su rostro era impertérrito, duro como piedra, sin asomo de algo que significase debilidad. Theodore Nott estaba mostrando todo el lado Slytherin que había heredado de su misterioso padre.


-Theo, no es lo que parece…

-Potter…evita dar esos espectáculos en la Sala Común. Para eso tienes tu cuarto o el de él.

-Pero…

-Y agradece que somos de la misma casa. O si no, te habría quitado su buena cantidad de puntos.


Y como explicando, la insignia de prefecto brilló en su pecho. Se dio media vuelta, para salir de ahí, pero una mano se aferró a su brazo. Miró de reojo y vio a la pelirroja.


-Déjame explicarte…

-Tú y yo no somos nada, Potter. No tienes que explicarme absolutamente ninguna cosa.

-Pero Theo…

-Ahora suéltame. Quiero ir a desayunar.

-Theo…

-Suéltame. No se verá bien que me ruegues tanto estando tu novio presente. Él podría malinterpretar las cosas.

-No es mi novio. Y no me imp…

-Te dije que no me explicaras. Ahora suéltame.


Lily iba a decir algo más. Pero sus palabras se perdieron en la garganta al ver aparecer a Ninfa. La rubia miró la escena. Vio a Theo con el rostro más frío que en su vida le había visto, vio a Lily sujetando el brazo del chico y más allá vio a Ian McGraw, sonriendo triunfante. Comprendió de inmediato. Miró a Lily y le sonrió conciliadoramente.


-Roylott, dile a tu amiga que me suelte. Suficiente he tenido que aguantar ya…

-Lily, deja que Theo se marche…

-Pero…

-Nada puedes solucionar ahora. Bien lo sabes.


Lily asintió y soltó el brazo de Theo. El castaño salió caminando lentamente de la Sala Común. Y cuando solo quedaron Ninfa, Lily e Ian, la rubia fue a encarar al joven rubio.


-¿Qué demonios te pasa, McGraw?

-Tú misma lo dijiste, Roylott. Apuestas son apuestas…

-¡Pero no en medio de la Sala Común!, te dijimos que era un secreto…ahora nos vale gorro lo que nos haz dado, no nos sirve para nada.

-Pero quedó comprobado. Nott está enamorado de Potter…

-¡Pero si eso ya lo sabíamos, estúpido!


Y mientras Ninfa e Ian se enfrascaban en una discusión de proporciones, Lily se sentaba en el sofá de la Sala Común y fijaba su vista en el fuego de la chimenea, que crepitaba lúgubre, como recordándole que acababa de perder a su amado Theo.

Rose Weasley caminaba en silencio por los pasillos. La profesora Vector no se había presentado por ese día, así que tenía libre. Y se fue a recorrer un poco, mientras veía las rondas de prefectos y su horario de clase. Giró en una esquina y un golpe seco la detuvo. Alzó los marrones ojos y lo vio. Theodore Nott golpeaba una pared del castillo con sus puños desnudos. Cada golpe iba acompañado de susurros incomprensibles. Rose miró a ambos lados del pasillo, notando la soledad del mismo, para luego volver a fijarse en Theo. Lo que vio la sorprendió. El alegre y carismático Theodore Nott, famoso en todo Hogwarts por su afabilidad y simpatía, estaba llorando. En silencio, las lágrimas caían de esos ojos amarillos, tan atrayentes, y resbalaban por sus mejillas pálidas. Mientras, los puños seguían estrellándose con cada vez más fuerza en la pared de piedra. Rose reaccionó. Botó al suelo su bolso y los pergaminos con sus horarios y corrió a sujetar al joven. El chico se sorprendió al ver que sujetaba sus brazos con fuerzas, pero luego decidió no parar. Intentaba continuar azotándose con la pared, pero pronto Rose lo abrazó. Theo no aguantó más. Estrechó a esa pelirroja de cabellos enmarañados y la abrazó con fuerza, mientras escondía su rostro en el cabello de la chica. Comenzó a llorar en silencio y Rose acariciaba la fuerte y fornida espalda del muchacho. El joven era golpeador del equipo de quidditch de Slytherin desde 2º año, y tantos años de entrenamiento le habían valido un gran porte y figura. Pero Rose no se dejaba intimidar con el chico que le sacaba más de una cabeza de altura y que tenía que estar agachado para apoyarse en ella. Solo quería que volviera a sonreír. De pronto Rose sintió que dejaba de llorar y se separó de él. Sin explicarse porqué hacía esas cosas, lo llevó a un rincón, oculto por una armadura, y de un movimiento de varita trajo sus cosas y las de Theo, botadas más allá, hasta el mismo rincón. Sentó al castaño y ella se sentó frente a él. Lo miró infinitamente, mientras Theo se perdía en esos ojos almendrados.


-Yo la amaba, Weasley…y a ella no le importó…

-¿La amas?

-Sí y no…no puedo negar lo que siento…pero también ella se encargó de asesinar cualquier intento de algo…

-¿Estás bien?

-No…es frustrante…la esperé…respeté su edad y todo…y ella…

-Ella es la idiota que se lo pierde, Nott.

-¿Sabes de quién estoy hablando, Weasley?

-De Lily Potter, mi prima.


Theo sonrió y la atrajo hacia sí. La abrazó con dulzura, dejando que la muchacha se refugiara en su pecho y susurró.


-Ojalá ella fuera la mitad de inteligente que tú…

-No pidas imposibles, Nott.


El castaño rió por lo bajo y cerró los ojos, apoyando su rostro en la cabellera pelirroja, que lo embriagaba con aroma a vainilla, tan diferente al olor salvaje de Potter.

Y mientras Theo y Rose se ocultaban, alguien había escuchado cada una de las palabras de los jóvenes. Y guardaba silencio, porque la ira bullía en él. Porque sus ojos estaban clavados en las manos de Theo, que brillaban de un color carmesí hiriente. Porque recordaba las lágrimas, las palabras, los golpes, la sangre. Y más ira se sentía en su pecho. Y sin decir más, se dirigió con pasos silenciosos al Comedor, para dejar bien claro que nadie se mete con Theodore Nott. Para mostrar que él defiende a quienes quiere…y que su mejor amigo no era la excepción.

Scorpius entró al Gran Comedor caminando en silencio. Se dirigió a la mesa de las serpientes, mientras muchas miradas femeninas se posaban en la alta y delgada figura del buscador del equipo de Slytherin. Scorpius había seguido los pasos de su padre, tal como lo había hecho Albus. La gran diferencia era que desde que ambos habían entrado al equipo, jamás Gryffindor había podido superar a Slytherin. Los papeles se invirtieron y el buscador verde superaba con creces al escarlata.

Cuando el joven Malfoy llegó a la mesa, se dirigió hacia una pareja de jóvenes. Una rubia y una pelirroja conversaban tan pegadas la una de la otra, que sus cabellos se entremezclaban, dando la sensación de oro y fuego. Se paró tras ellas.


-Espero que no estén planeando acercarse a Theo…


Las dos jóvenes voltearon para encontrarse con dos lagunas de mercurio, que bullían una ira indescriptible, pero no reflejada en su rostro.


-Scorpius…por favor, no te metas en esto…lo que Lily…

-Cállate, Roylott, que esto no es contigo. En cuanto a ti, Potter…


Se agachó lo suficiente, solo para que la rubia y la pelirroja escucharan.


-Lo que hiciste no tiene nombre. Pero no te haré nada por el pacto que tengo con Albus. Eso sí, te quiero lejos de Theo, Potter. Si veo que te acercas, no responderé de mí. No provoques mi ira…


Scorpius se iba a levantar, pero Lily le tomó el brazo y acercó sus labios a los oídos del platinado


-Esto es entre Theo y yo. Tú no debes inmiscuirte…

-Le rompiste el corazón, Potter. Ese corazón que toda esta maldita escuela aprecia más que cualquier cosa. Si se enteran lo que hiciste, créeme que te odiarán de todas las casas. Y ningún Slytherin moverá un dedo para evitar que te descuarticen. No tientes tu suerte, Potter…y suéltame, que solo tu cercanía me da asco…


Y miró a Lily con tanto rencor, con tanto odio reflejado en esos gélidos ojos, que Lily lo soltó asustada. Scorpius se irguió en toda su figura y miró hacia abajo a Lily.


-Ya me arruinaste el desayuno, Potter. Ojalá el Sombrero te hubiese mandado a Gryffindor, donde deberías haber estado desde un principio…pero era imposible. Eres la peor serpiente rastrera, venenosa y traicionera. Eres el ejemplo de todos los defectos de Slytherin. Felicidades, Potter…

Y se alejó de la mesa. Todo el Comedor había oído las últimas palabras de Scorpius. Y, aunque no había mucha gente, si la suficiente para que comenzaran los murmullos. Más que mal, todos conocían el acuerdo de Scorpius y Albus, y por eso no les extrañaba que los muchachos fueran amigos de la hermana del otro. Pero ver a Scorpius tratando mal a Lily fue como volver años atrás, cuando los Malfoy y los Potter se odiaban a muerte.

Lily ocultó su rostro entre sus manos y apoyó los codos en la mesa. No lloraba. Ya era demasiado dolor como para llorar. No solo había perdido a su amado Theo, que nunca más la miraría con esos ojos amarillos, tan de halcón, rebosantes de ternura y comprensión. De espera y cariño. También había perdido a Scorpius, quien se había transformado en su amigo, en un aliado. En el cómplice de sus noches de insomnio. Ver esa gélida mirada, esos ojos metálicos, devoradores, llenos de odio e ira. Recordó las veces que su madre le bromeaba al padre de Scorpius. Cuando sacaban a tema las miradas penetrantes y llenas de maldad del señor Malfoy. Y se reían, todos, porque ella no podía imaginar tanto mal en esos ojos cálidos, grises, amorosos, que le acariciaban sus propios ojos cada vez que la veían. De ese hombre silencioso, pero tan amable, tan carismático. Tan alegre y juguetón. Y menos pensó verla de Scorpius. Que, a pesar de su carácter silencioso y lleno de misterio, tal como el de su padre, siempre tuvo una mirada cordial. Pero ahora…ahora si conocía ese odio. Y también las palabras hirientes. Y sabía que no era la última vez que las escuchara. Maldito el segundo que se le ocurrió apostar esa tontería con McGraw…


-Lily…


La pelirroja salió de sus pensamientos para fijar sus ojos en los celestes acuosos de su mejor amiga.


-Pensé que llorabas…

-Estás loca…si quieres lloro todo lo que quieras…pero no en el Comedor…

-Lily…lo que Scorpius quiso decir fue que…

-Sé perfectamente lo que quiso decir, Ninfa…


No dijo nada más. En ese momento entraba Theo al Comedor junto con Rose. Venían conversando tranquilamente. El Slytherin llevaba su bolso y el de Rose, mientras sus manos estaban vendadas. La dejó en la mesa de las águilas, le regaló una sonrisa y se dirigió a la mesa de las serpientes. Fue más de lo que pudo aguantar Lily. Tomó sus cosas y se marchó, caminando tranquilamente, seguida de Ninfa, que fulminó con la mirada a Theo y que el joven respondió alzando los hombros y colocando ese gesto de infantil ignorancia que tanto les agradaba a todos en Hogwarts.