miércoles, 10 de junio de 2009

Aresto Momentum

6º capítulo “Pasado secuestrando Futuro”


James caminaba en silencio por los pasillos. Completamente agotado. A pesar de ser la segunda semana de su 6º año, no podía más. Realmente se le estaba siendo completamente difícil. Salió del castillo y caminó al lago, dispuesto a acostarse en la orilla y dormir un poco, cuando un encapuchado lo detuvo.


-Potter…


Giró sus talones para mirar al desconocido. Descubrió unos mechones color chocolate, que ocultaban levemente unos peculiares ojos magentas. Sonrió. A veces el profesor Barucci adoptaba esa pose tétrica solo para intimidar. Pero él lo conocía. No por nada era el bromista de turno, luego de la graduación de DiMaggio. Y antes de él, estaba el mismo profesor Barucci. Era una especie de dinastía de “rompe reglas”.

Se acercó con paso tranquilo, mientras palabras amigables salían de sus labios.


-Profesor Barucci. Debería dejar de asustar a la gente así. No todos tenemos la entereza de los Potter.


Se rió ante su propio chiste y se plantó frente al profesor. Y cuando notó que las facciones eran más envejecidas y aquella mirada solo reflejaba odio y una frialdad jamás presente en los dulces y bromistas ojos de Dante Barucci, comprendió que se trataba de otra persona. Demasiado tarde. El desconocido ya había alzado la varita.


-¡Desmaius!


Y en solo un segundo…todo se volvió negro…


McGonagall revisaba unos currículos en su despacho. Ya había comprendido que ser directora y a la vez profesora de Transformaciones no era tarea fácil. Pero se lo quería tomar con tiempo. Hasta podría esperar que la más pequeña de los Potter saliera. Solo eran seis años. Nada más que seis años…pero sus reflexiones fueron interrumpidas por el entrar estrepitoso de un muchacho, que le lanzó al escritorio un pergamino.


-¡¿Qué significa esto, Dante?!

-¡Lea!


Notó la desesperación en los ojos magentas. Y para que Dante se viera así, solo podía ser algo grave. No por nada había sido su alumno y ahora su colega. Y si el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras se mostraba así de intranquilo…tomó la nota. En ella, unas pulcras letras dibujaban solo un pequeño mensaje…


“Me llevé al vástago de Potter. Y sólo lo devolveré cuando sea cadáver. Pagará por haber eliminado a Mi Señor.


P.B.”


-¿P.B.?, ¿Qué significa “P.B.”?

-Más claro que el agua, directora…Pietro Barucci…


La profesora McGonagall ahogó un grito y miró a Dante con aflicción. Si el hombre decía que “P.B.” era su padre…tenía que creerle. Además, sólo él con Ofelia eran capaces de dimensionar la maldad que se ocultaba en la presencia que rodeaba a su padre.


-¿El vástago?

-Ya revisé la Sala Común de Slytherin y Lily Potter está ahí. Dejé a Scorpius y a Nott vigilándola. Y el profesor Longbottom tiene que estar por…


Otro individuo irrumpió en el despacho. La directora miró a aquel hombre, que aún conservaba ciertos rasgos infantiles, aquel niño que tanta valentía había mostrado en la guerra…y que ahora lucía un semblante apagado. Fue Dante quién lo interceptó.


-¿Quién es?

-James…falta James Potter…nadie lo ha visto desde la mañana…


Ambos profesores miraron a la directora. En sus ojos se veía el temor de revivir una tragedia. Un error que podía costar caro. McGonagall se levantó y se dirigió al retrato del director de negros cabellos y negros ojos. Golpeó el marco, para despertarlo, pero él la miró fijamente, como esperando.


-Severus…dile a Harry que han secuestrado a su hijo…que Pietro Barucci secuestró a James…


El oscuro hombre asintió y desapareció del marco, mientras la directora se sentaba en el escritorio. Miró a ambos profesores.


-Vayan a buscar a los alumnos de sus casas…y avísenle al profesor Flitwick y al profesor Crompton. Nos veremos en el Gran Comedor.


Ambos jóvenes asintieron y se marcharon. La directora se levantó y caminó a la salida de su despacho, sintiendo como una oscura sombra se ceñía sobre ellos.


Cuando todos los alumnos estaban en el Gran Comedor, la directora se levantó y todo se sumió en silencio. Ella suspiró.


-Alumnos, no quiero alarmarlos. Pero ha ocurrido una desaparición. Esta cita extraordinaria es para informarles que cada casa debe quedarse en su Sala Común y seguir las indicaciones de los Jefes de Casa. Por favor, esto es una medida para protegerlos. No quiero a nadie fuera de sus Salas Comunes. Cualquier evento les será debidamente informado. Profesores…


Los cuatro profesores comenzaron a guiar a sus alumnos. Rose siguió a Flitwick mientras miraba a Hugo, que le asentía confiado. Los tejones seguían al silencioso profesor de Estudios Muggles, el señor Crompton, mientras que el profesor Longbottom se llevaba a los leones. El profesor Barucci miró a las serpientes y éstas comenzaron a dirigirse a las mazmorras. Cuando Scorpius pasó a su lado, le entregó un papel. El chico continuó caminando, con Nott y Lily Potter a ambos lados y Dante abrió el pergamino. Notó que no era para él.


“Albus, cuida a Dea con tu vida. Yo haré lo mismo con Lily. Dile a mi hermana que la amo. Scorpius.”

Sonrió y antes que el pelinegro desapareciera por el vestíbulo, lo alcanzó y le entregó la nota, para luego seguir dirigiendo a su casa. Albus leía el papel y un mal presentimiento cruzó su pecho.


-¿Qué es eso, Albus?

-Un mensaje de Scorpius…


Dea miró al pelinegro ante la mención de su hermano y Albus sonrió.


-Dice que te ama…


Dea sonrió tranquila pero algo le impedía estar completamente relajada. Faltaba alguien, ella lo había notado. Y ese alguien no la dejaría sola en una situación así. Su pecho se enfrió y comprendió. El alumno secuestrado era James…


7º capítulo “Nuevo y amable enemigo”


Harry miraba la vieja casona abandonada en silencio. No quería, ni “debía” cometer una estupidez. Pero saber que su hijo podía estar ahí dentro le exprimía el pecho. Quería gritar, quería dejar de esperar…pero una mano se apoyó en su hombro, consciente de su desesperación.


-Tranquilo, Harry…solo serán unos minutos más…solo unos más…


El hombre volteó la cabeza, para tomarse con los grises ojos de Draco Malfoy. Y al fondo de esas lagunas de mercurio líquido también notó la sombra de preocupación. Más que mal, era su esposa la que estaba dentro de esa mansión, esperando, agazapada, mandar la señal para atacar. Y dicha señal llegó en un segundo. Un halcón negro voló a ellos y cuando estaba en el escondite, se transformó en un muchacho. Ettore miró a su padre mientras rebuscaba en sus bolsillos, desesperado.


-Lo envenenó. Según lo que escuchamos con mamá, es un veneno que inventó él. No tenemos mucho tiempo…¡aquí está!

-¿Qué es eso?

-Es una poción…experimental…la diseñamos hace poco con mamá. En cierta forma podría contrarrestar el veneno de Pietro…pero no prometemos nada…

-¿Y qué hacemos aún acá? Mi hijo se puede morir y ustedes solo esperan…

-¡Cálmate!


Harry miró a un enojado Draco. El rubio respiró y miró a Ettore.


-¿Tu madre va a salir?

-Dijo que no. Simplemente vine a avisarles. Ella quiere el antídoto, así que se lo llevaré. Cuando me vea con él, atacará a Pietro. Una distracción mientras yo le doy el antídoto a James y ustedes entran a atraparlo.


Mientras Ettore decía todo esto, se amarraba la botella al pie. Cuando terminó, miró a Harry y a su padre.


-Hay muchos sujetos, no sé de dónde. Que todo el grupo se dedique a atacarlos. Ustedes solo salven a mamá y a James. Están en el tercer piso. Que nadie llegue al quinto piso. Algo tienen en ese lugar que da mala espina. Luego se revisará. Ataquen apenas vean que mamá lanza el primer hechizo. Comiencen a acercarse desde ahora.


Sin decir más, Ettore se transformó nuevamente en un halcón negro mientras el grupo se acercaba a la casona. El halcón emprendió el vuelo y entró por una ventana del cuarto piso. Harry y Draco, varitas en alto, ya estaban en ambos lados de la puerta principal. Ted e Iris estaban agazapados en las sombras, mientras un grupo de casi diez personas estaban repartidas por todos los terrenos que rodeaban la mansión. La espera era casi agobiante. Y tanto Harry como Draco estaban a punto de desesperarse, cuando escucharon claramente la voz de Ofelia.


-¡¡Diffindo!!

-¡La señal!

-¡Bombarda!


La puerta explotó al hechizo de Ted e Iris. Ambos jóvenes saltaron a un lado, demostrando unos reflejos admirables. Especialmente porque dos rayos verdes cruzaron el aire.


-¡Expelliarmus!


Pronto las sombras empezaron a entrar a la mansión, encontrándose con más de un enemigo. Harry y Draco no detuvieron su carrera. Recordaban las palabras de Ettore, y ninguno de ellos quería alargar aquella espera. La voz de un hombre, demasiado familiar para Draco, retumbó por toda la casa.


-¡Córrete, bastarda!

-¡No!

-¡Proteges a traidores y ensucias tu sangre!, ¡Crucio!


El grito ahogado le cortó el aliento a Draco. Solo duró segundos, pero el rubio pudo reconocer la voz de su esposa. Corrió a la habitación, entró mientras gritaba.


-¡Expelliarmus!


La varita de Pietro voló por los aires. El hombre se volteó pero Harry, que había aparecido de la nada, levantó su varita.


-¡Incárcero!


Las cuerdas amarraron firmemente a Pietro y éste cayó como un costal. Tanto Harry como Draco corrieron a ver a los demás. James estaba en el suelo, demasiado pálido, inconsciente, pero respiraba. A su lado, Ettore le daba más poción, pero sus manos temblaban y se notaba que un sudor surcaba por su rostro. Mientras, Ofelia estaba frente a ellos. Estaba tirada en el suelo, tratando de levantarse, aún con gestos de dolor en su rostro. Ofelia miró a su esposo y sonrió a duras penas.


-El…antí…doto…píde…selo a…Pietro…quí…quítaselo…


Draco asintió y dejó a su mujer recostaba en el suelo. Se encaminó al amarrado Pietro y lo miró con frialdad.


-El antídoto.

-Jamás te lo pasaré.

-Entrégamelo…

-No lo ha…


Pero antes de continuar, un encapuchado entró a la habitación. Con ojos desorbitados miró y alzó la varita en dirección a Draco. Antes de siquiera reaccionar, se escuchó una voz.


-Avada Kedabra…


El rayo verde cruzó la poca distancia y el encapuchado cayó de espaldas, muerto. Un hombre, cubierto con una negra túnica, apareció de las sombras. Se acercó a la puerta y la cerró, colocando un par de hechizos protectores. Luego volteo donde los demás. Notaron que su cara estaba cubierta de muchas vendas.


-Lo siento. Pero no quiero interrupciones.


Harry agradeció del fondo de su alma que aquel encapuchado no haya sido uno de los suyos, que aún peleaban en distintos pisos. Miró a ese ser vendado. De su rostro solo se veía un ojo. Un ojo naranjo, casi como un sol pero de sentido frío, congelante. Notó que Pietro se removía en sus cuerdas y comprendió. Tomó la varita del hombre, tirada más allá. Vio que Draco retrocedía y se colocaba frente a su esposa. El misterioso vendado también notó esto.


-No te preocupes, Malfoy. A diferencia del inútil de Pietro, yo admiro a tu esposa.

-¡Insolente bastardo!

-Pietro, Pietro…creo que deberías controlar tu temperamento. No eres ni la sombra de lo que fuiste…

-¡Ayúdame, maldito hijo de puta!

-Siempre pensé que Gina te salvaría. Sabía que era a la única persona que amaste y aún amas en tu vida. Que te alejaran de ella te enloqueció, Pietro…

-¡No me hables así, sabandija inmunda, perro desfigurado!, ¡¡no eres nadie!!

-Aquí el nadie eres tú. ¡Silencius!


Pietro continuaba gritando, pero nada se oía. El desconocido volvió los ojos a Harry.


-Así que tú eres Harry Potter. Lamento lo de tu hijo. En realidad el antídoto no existe. Pero es una fortuna que conozcas a DiMaggio y los Barucci. De seguro ellos estaban previstos para esto…aunque nuevamente disculpas.

-¿Disculpas?

-¡Oh, sí, claro que sí! Yo solo quería llamar tu atención. Las instrucciones eran claras. Traer a cualquier hijo de Harry Potter y mantenerlo aquí a salvo. Pero no conté con el factor “locura” de Pietro.


El hombre se acercó a Malfoy y le entregó una botella, que el rubio recibió desconfiado. El otro hombre parecía encantado. Y, aunque no se le veía la boca, parecía sonreír.


-Es el veneno que le dio Pietro. Lo necesitarán para desarrollar un antídoto. Vi que le dieron algo, me parece. Pero dudo que este muchacho esté bien de aquí a seis meses. Creo que tendrás que resignarte a que hará otro año en Hogwarts, Harry. Pero bueno…es un precio justo, incluso ínfimo, con tal de tener a tu hijo vivo.


Harry guardaba silencio mientras Ettore terminaba de vaciar la botella. Se percató que el joven temblaba. Y, al parecer, el vendado también lo notó.


-Lamento lo que le sucedió a tu madre, Ettore…pero jamás imaginé que Pietro fuera capaz de torturar a su propia hija. Creo que subestimé su locura…pero tranquilo. Ofelia es fuerte, un Crucio tan pequeño no le hará…mucho…

-¿Quién eres?

-Buena pregunta, Harry…pero temo no poder contestarla…

-Vuelves para recuperar la fama de Voldemort…

-No, Harry. No vuelvo a devolver nada. Tom ya tuvo su momento. Y su soberbia y ambición lo llevaron a su derrota. Así que no me compares con él. Mira que deshacerse de los hijos de muggles…algunos de ellos son los mejores, como tu amiga, Harry…que por cierto, me extraña que no esté aquí…en fin, eso no importa. Más que mal, tiempo es lo que menos tenemos, si queremos que James se salve.


Harry palideció y en un gesto inmensamente protector, abrazó a su hijo. El vendado vio como Ettore se acercaba en silencio donde Ofelia y acariciaba su rostro. Sonrió.


-Bien, Harry. Te he dado más de veinte años. Supondré que ahora si estás preparado, porque seré implacable.

-¿Implacable?

-Claro. Ahora ya eres digno de ser mi enemigo. Pero como sé que te tomo por sorpresa, te daré un año. Para que mejores, te entrenes. Ya sabes.

-¿Qué?

-A ver Harry…para que comprendas…Draco Malfoy, ¿serías tan amable de lanzarme un Avada?

-¿Qué?

-Solo hazlo…

-Pero…

-No quiero pensar que la vida pacífica te ha acobardado, Draco…

-¡Avada Kedabra!

-¡Clipeus!


Una pared de luz celeste se formó frente al vendado justo en el momento que el rayo verde la impactaba. Éste fue absorbido por la pared y el mago quedó completamente intacto. Todos estaban sorprendidos, mientras el hombre del ojo naranja sonreía.


-¿Ves a lo que me refiero, Harry? Así que simplemente procura entrenar. En un año en promedio te vendré a buscar. Pero no te prometo que no forme mi ejército…en cuanto a Pietro…no me sirve ni loco ni sublevado…¡sonorus!

-¡Estás demente!, ¡El Señor Oscuro te encargó algo!

-Pero sabes que no obedezco reglas ni mandatos tan ridículos…

-¡Monstruo deforme y…!

-¡Oh, por favor, cállate! Me desespera tu actitud enfermiza. Estás igual o peor que Bellatrix. Suerte que esté muerta y pronto irás tú a acompañarla…¡afskårne lemmer!


De pronto, un rayo naranjo salió de la varita del sujeto y golpeó de lleno a Pietro. Poco a poco, unas líneas en sus piernas y brazos comenzaba a aparecer, mientras la sangre corría silenciosa. Pietro aullaba de dolor, mientras esos cortes se iban agrandando. Pronto se escuchó que el hueso crujía, como sometido a una invisible sierra.


-Ofelia, linda…


La voz cariñosa del vendado desvió la vista de todos, especialmente de Ofelia. El vendado sonrió.


-Tu hechizo desvanecedor sigue siendo envidiable. Espero que ese talento de pequeña lo conserves por mucho tiempo. Y Dante también tiene la obligación de conservarlo. Por cierto, hablando de él, mil perdones por matar a su padre. Pero creo que se lo merecía…en fin, adiós.


Y sin más, desapareció. Antes que cualquiera dijera algo, un grupo entró al cuarto, liderado por Ron. El hombre se acercó a Harry y a James.


-Vamos a San Mungo. ¡Ahora!


Como por instinto, todos se aparecieron en el mismo hospital. Sin querer, alguien había transportado a Pietro también, que se removía en el pulcro piso, chillando de dolor y manchando todo y a todos con sangre. Un grupo de sanadores se acercaron rápidamente donde Pietro, mientras Harry llevaba a James al piso de envenenamientos. Ron iba tras él, con la botella de veneno que le entregó el vendado a Malfoy.

Finalmente, entre convulsiones, Pietro perdió sus dos brazos y sus dos piernas. Comenzaba a gemir lastimosamente, y su cuerpo ensangrentado le daba un aspecto a babosa gigante. Pero no importó. Ettore miraba la agonía del que fue el “abuelo Pietro” y que no veía desde antes de entrar a Hogwarts. Pero lo que más le llamó la atención a Draco fue la frialdad con que Ettore veía la escena. Sabía que tenía que estar con su esposa, pero Iris ya había partido con ella. Su misión era ver que le pasaba a su hijo.

Pietro tomó la túnica de Ettore con los dientes y se aferró a ella, tironeándola, llamando la atención del dueño. Pero el muchacho ni se inmutó. En cierto momento, Pietro abrió la boca.


-Mi asesino…se llama…


No pudo continuar. Una delgada línea roja cruzó su garganta, abriéndola y soltando borbotones de sangre. En medio de los gritos desesperados de doctores y presentes, Pietro Barucci murió ahogado en su propia sangre, con un gesto de terror y repulsión impregnado en su rostro.

Draco tomó a su hijo y lo llevó a un lado. Lo sentó y se colocó frente a él, agachado. Vio que tenía la mirada perdida y sus ojos sangre fulguraban algo que no podía comprender.


-Ettore…¿Qué sucede?

-Padre, yo…yo debí hacer algo…

-Pietro tuvo la muerte que merecía…

-No, me refiero a mamá…Pietro me descubrió dándole el antídoto a James y quería lanzarme un Crucio…pero mamá se cruzó…y me dijo que, pasara lo que pasara, yo simplemente me dedicara a rescatar a James…y ese maldito…ella gritó, solo un segundo…pero fue horrible…verla como se contraía…como su cara evitaba mostrar un dolor que se olía en el aire…como…como…


Draco abrazó a su hijo, que comenzó a llorar tristemente en su hombro. El chico estaba completamente conmocionado. Ver a tu madre siendo torturada no es algo que se recuerde o que se quiera ver.

Cuando Ettore se calmó, miró a su padre y sonrió tristemente. Draco sintió que su corazón se comprimía. Su hijo siempre sonreía, siempre tenía un motivo para ser feliz. Pero ahora ese gesto estaba marcado por un dejo de tristeza.


-Iré a Hogwarts. Avisaré que todo salió bien…volveré para ayudar a mamá en el antídoto para James…

-Ve con cuidado…

-Tranquilo, padre…


Y sin decir más, se levantó y se dirigió a la salida. Suspiró fuertemente antes de transformarse en un halcón negro y marcharse volando. Draco se levantó y se dirigió a la habitación donde sabía que estaría su esposa e Iris. Aún tenían muchas cosas que hacer.


8º capítulo “Consecuencias…”


Lily salió del despacho del profesor Barucci junto a Albus, Rose y Hugo. Afuera los esperaban Scorpius, Dea, Lissy, Theo, Kathleen y Ninfa. La pelirroja miró a la última. Ninfa Roylott era compañera de ella de Slytherin y su mejor amiga. La chica, rubia, de hermosos ojos celestes y un aire despreocupado, la observaba en ese momento con premura. Albus fue quien habló.


-Está en San Mungo. Fue envenenado, pero ya están trabajando en el antídoto. Eso sí, dicen que no volverá este año…fue muy fuerte.


Antes de que alguien dijera algo, Dante salió del despacho. Miró a todos y posó sus ojos en sus sobrinos.


-jóvenes Malfoy…adentro…


No se hicieron esperar. Dea y Scorpius entraron rápidamente y cerraron la puerta. Ninfa se acercó a Lily y la abrazó, mientras Theo le daba pequeños golpecitos en la espalda. Por su parte, Lissy abrazaba a Albus y Hugo era consolado por Kathleen. Rose miraba toda la escena en silencio. En cierto momento se acercó Theo y le extendió los brazos.


-Nos salimos de lo convencional, Weasley…pero sé que lo necesitas…

-Gracias, Nott…


La chica no se hizo de rogar. Se refugió en los brazos del joven de ojos amarillos y ahogó una lágrima en su hombro. Y así se quedaron todos. Cada uno abrazando a un Potter o a un Weasley, dándoles consuelo. Hasta que un grito interrumpió todo. La puerta del despacho se abrió de golpe y de ella salió furioso Scorpius, tras él Dea conteniendo las lágrimas y el profesor Barucci tratando de alcanzarlo.

Cuando logró tomar el brazo del joven pasos más adelante, lo giró con brusquedad. Ambas miradas, magenta y plata, se enfrentaron, tal como muchos años antes lo habían hecho los ojos de Pietro y de Draco. Scorpius se soltó del agarre y empuñó sus manos, conteniendo la ira.


-Debes calmarte, Scorpius. Sé que no es sencillo. Yo mismo trato de estar en mis cabales. Pero Ettore fue claro. Ella está bien, Draco está con ella. Y se recupera favorablemente.

-¿Qué me calme?...¿me pides que me calme?...¡¡dejó que la torturaran!!

-¡Porque ella se lo pidió!, ¡la prioridad era James!, ¡¡tenían que salvarlo!!

-¡¡Y que mi madre se muera en el proceso!!, ¡¡muy digno de ellos!!

-¡Scorpius!

-¡No!, ¡¡Ettore estaba ahí!!, ¡¡la torturaron frente a sus ojos!!

-¡Y eso está carcomiendo la conciencia de tu hermano!

-¡¡ESE TIPO NO ES MI HERMANO!!


Y sin decir más, Scorpius comenzó a caminar a las mazmorras. Dea quiso seguirlo, pero Dante la detuvo. Ella lo miró con sus grises ojos anegados en lágrimas.


-Es mi hermano…déjame ir con él…

-Ahora no, Dea…déjalo. Que vaya con él Nott…


Se volvió para buscar al mejor amigo de su sobrino y lo encontró. En sus brazos tenía a Rose. La joven pelirroja aferraba la túnica del Slytherin con fuerza. Una bestia rugió en su interior, pero no lo demostró. Hace algún tiempo ya había descubierto que no veía con ojos muy santos a su ayudante. Pero ella era joven…y tenía todo el derecho de esta con alguien de su edad. Aunque le doliera, pero no lo diría.


-Nott…ve con Malfoy…


Su voz sonó de ultratumba. Casi furiosa y tenebrosa. No quiso que se escuchara así, pero ya contener el impulso de partirle la cara a un alumno se llevaba toda su racionalidad. Theo asintió, besó con dulzura la frente de Rose y salió corriendo en la misma dirección donde minutos antes había desaparecido Scorpius.

Dante giró y miró a todos. Sus ojos magentas se posaron por un segundo en los dos miel que tenía frente a sí. La gélida mirada le salió de lo más profundo y luego miró indiferente a todos.


-Retírense a sus Salas Comunes. Debo recordar que no han de comentar absolutamente nada de lo que ha pasado. A nadie. Los Potter ya saben qué decir respecto a la ausencia de su hermano en lo que queda del año. Ahora, si me disculpan…


El profesor Barucci entró a su despacho. Todos miraron a Dea, que aún lloraba en silencio. Kathleen fue a su lado, acompañada de Hugo. Ambos la abrazaron y la chica ojigris suspiró fuertemente.


-Torturaron a mamá con un “cruciatus” cuando rescataron a James…nadie pudo hacer nada. El único que estaba presente era Ettore y él trataba de mantener con vida a James…

-¿Cómo está?

-Bien…se recupera satisfactoriamente…de echo, es probable que ya en unos días le den de alta en San Mungo…al parecer mi madre tiene una gran resistencia…

-La torturaron frente a Ettore mientras él salvaba a James…por eso tu hermano lo negó como hermano…

-Así es Kath…y estoy muy preocupada por…

-Tranquila. Theo está con él. Y apenas vuelva a la Sala Común, te mandaremos una lechuza


Dea miró a Ninfa, la amiga de Lily, que había hablado y sonrió.


-Muchas gracias…

-Muy bien, ahora todos a nuestras Casas…no quiero que llegue un prefecto y nos quite puntos…


Todos asintieron a la frase de Lissy y comenzaron a caminar a sus Salas Comunes. Por un lado se fueron Ninfa y Lily. Por el otro, Albus, Lissy, Dea, Hugo y Kathleen. Rose se quedó unos instantes. Para ella no había pasado desapercibida la mirada del profesor Barucci. Decidida, se acercó a la puerta del despacho y golpeo. No esperó que la hicieran pasar. Simplemente entró.

Ahí estaba él. Sentado frente a la chimenea, cuyo fuego crepitaba silencioso. Vio que en su mano tenía un vaso de whisky de fuego y en la otra un cigarrillo descansaba, consumiéndose lentamente. Cerró la puerta con ella dentro. Corrió el seguro y dio unos pasos hacia él. Notó que tenía la camisa blanca fuera del pantalón y que estaba descalzo. Dio otro paso más y él se levantó. Bebió de un sorbo todo el contenido del vaso y lo dejó sobre la chimenea. Luego giró el rostro y lentamente hizo lo mismo con el cuerpo, hasta quedar frente a Rose. La camisa estaba desabrochada, mostrando un perfecto vientre, con marcados abdominales que proyectaban sutiles sombras sobre su pálida piel. Sus ojos magentas tenían unas llamas inexplicables, como siempre notaba Rose. Su cabello chocolate caía despreocupado por sobre su rostro y ojos. Rose se sonrojó levemente y corrió la vista a una pared.


-Profesor…yo…

-No sé qué quiere, señorita Weasley…pero ya vio que estoy algo…ocupado…


Rose lo miró frunciendo el ceño. ¿Ocupado? Estaba emborrachándose, como sabía que solía hacer de vez en cuando, cuando no había clases al otro día, justo cuando Ettore lo iba a visitar. O el señor McConnor, compañero de Hogwarts…ocupado, seguro…


-¿Por qué se comportó así?

-¿Así cómo?

-Así…tan frío…usted no es así…

-No me conoce, no debería decir…

-¡Te conozco mejor de lo que crees, Dante!


Rose se tapó la boca al instante. Había llamado a su profesor por su nombre de pila. Y ver como él fruncía el ceño y la observaba indiscriminadamente, le había hecho retroceder un paso.


-No deberías tener esas libertades con tu profesor, Rose…


Su nombre se le antojó casi como una invitación. Y sus hormonas de 14 años quisieron actuar por si solas, pero se mantuvo firme. Y ya que habían traspasado esa barrera, ella se aprovecharía.


-Dante…¿me podrías explicar qué demonios te pasó allá afuera?

-Nada…

-Creo que olvidas quien soy…

-Si sé…la mejor bruja de Hogwarts…eres igual de sabelotodo e insoportable que tu madre…Spesso il problema che ho guadagnato (Menudo lío el que me gané)

-No soporto cuando hablas italiano porque…

-Lo sé, porque no entiendes una palabra de lo que digo. Meglio per me. Così è più facile dire che sono pazzo, e che si desidera semplicemente arrancarte a baciare le labbra, bambina insopportabile. (Mejor para mí. Así es más fácil decir que me vuelves loco y que lo único que deseo es arrancarte los labios a besos, pequeña niña insoportable)

-In realtà stava per dire perché mi disperazione piedi tradurre nella mia mente ciò che si dice (en realidad iba a decir porque me desespera andar traduciendo en mi mente todo lo que dices)


Dante miró significativamente a Rose. La joven pensó que se desarmaría, que negaría todo, que al menos le gritaría y la echaría. Pero ese silencio con el cual la escudriñaba le estaba molestando de sobremanera.

Finalmente el profesor lanzó el cigarrillo a la chimenea y carraspeo. Una seductora sonrisa cruzó su rostro y dio dos pasos, acercándose a Rose. Luego agitó su cabello y volvió la vista a la pelirroja.


-Entonces…si sabes italiano, sabes perfectamente porqué me comporté así.

-¿Celos?

-¿Qué crees tú?

-Que tuviste celos de Theo…

-¿No que era Nott?

-Bueno…este…yo…

-Sé feliz, Rose. Tuve celos de él, es verdad. Pero…¿Qué se supone que tengo que hacer? No sé si te haz fijado, pero tengo varios obstáculos para llegar a ti. Primero, que tus padres son amigos de Harry…más que mal, él me ayudó mucho. Luego viene el pequeño y no menos importante detalle que te llevo ventaja en este mundo por quince años. Vamos Rose, medita…yo estaba en mi 5º año en Hogwarts cuando tú estabas naciendo. Tercero, está el hecho que yo soy tu profesor y tú mi alumna. Sin contar que no sientes nada por mí, excepto admiración. Solo porque eres demasiado niña para amar. Así que, mejor ni hacerse ilusiones. Quédate con Nott. Más que mal, él es acorde a ti. Y nadie podría reclamarte, ni tus padres, porque eres una Ravenclaw. Y como decía Ettore, lo mejor de los Ravenclaw es que pueden estar con cualquier casa y no dejan de ser leales.

-Pero…

-Pero nada, Rose. Ahora, si me disculpas, creo ya haber respondido tu pregunta…

-Te quiero…

-No, Rose, me admiras, que es distinto. Tal vez, cuando tengas más edad, sabrás lo que es amar a alguien.

-¿Quieres que esté con Nott?

-Lo quiero…

-Muy bien.


Rose salió del despacho dolida y a pasos raudos casi corrió a su Sala Común. El encuentro con el profesor Barucci no era el que tenía planeado. Salió mejor de lo esperado, pero él tenía que ponerla a prueba…y su inteligencia, heredada de su madre, tenía que salir a flote…pero bueno. Si el profesor Barucci, si “Dante” quiere guerra, la tendrá.

Y con estos pensamientos, la pelirroja entro a su Sala Común y se dirigió a su cuarto.


9º capítulo “Tranquilidad etérea”

Lily y Ninfa conversaban silenciosamente en la Sala Común. Estaban sentadas frente al fuego, que crepitaba, otorgando un dulce calor en la fría mazmorra. Tras ellas, sentados en los sofás individuales, estaban Theo y Scorpius. El último miraba de reojo a la pelirroja sentada en el suelo.


-¿Qué harás?


La voz cansina de Theo lo sacó de sus meditaciones. Ya habían pasado dos horas desde el incidente con el profesor Barucci y sabía perfectamente a qué se refería su amigo.


-¿Quieres que vaya a pedirle disculpas a Barucci?

-A tu tío Dante no.

-¿Entonces?

-A Ettore. Mas que mal, él ha sido tu hermano desde que naciste, aunque no lleve tu sangre. Muy DiMaggio será su apellido, pero es tan Malfoy como tú o como Dea.

-Dejó que torturaran a mamá. Prefirió salvar a Potter.

-Porque no había alternativa. Tu madre es profesora. Y por eso cuidará a sus alumnos hasta el final. Dime tú, Scorpius. Si en lugar de Ettore, tú hubieses escuchado la orden de salvar a Potter, sin importar lo que suceda en el proceso. Y que es a ti a quien están salvando de un “cruciatus”…¿qué haces?


Calló. No lo había pensado de esa forma. Tenía tanta rabia que jamás siquiera imaginó colocarse en el lugar de Ettore. Y lo hizo. Se vio salvando a Potter, descubierto por el abuelo Pietro, oyendo a su mamá ordenarle que salvara a Potter pasara lo que pasara. La vio siendo torturada. Y, para su sorpresa, se vio tragándose la ira y continuando salvando la vida de su Némesis mientras su madre gritaba de dolor. Tragó duro.


-Tienes razón…yo habría obedecido a mamá.

-Ahí tienes otra prueba de que Ettore es tan Malfoy como todos. Que es lo suficientemente Malfoy como para ser tu hermano.

-Le debo una disculpa. Aunque no sepa de qué.

-Sí lo sabrá. Aún si el profesor Barucci no le dice nada. Es tu hermano y te conoce lo suficiente como para saber que esa hubiese sido tu reacción.


Scorpius miró la sonrisa de Theo y negó con la cabeza. Más que su mejor amigo, parecía un hermano. Aunque fuera un bocazas. Aunque no lo soportara la gran mayoría del tiempo. Y antes de continuar con su monólogo mental, cuyo tema era Theo, una voz cantarina lo sacó de su ensimismamiento.


-¿Cortaste con Hamilton? Duraste dos días, tu nuevo record.


Miró a Ninfa, que se había volteado y comía una rana de chocolate. Antes de contestar, fue Theo quien lo hizo por él.


-¿Tan pendiente estás, Roylott? Nunca pensé que te gustara tanto Scorpius.

-¿Y para qué te enojas?

-No me he enojado…

-Por favor…siempre soy tu querida y dulce Ninfa, excepto cuando te molestas. Ahí me transformo…volviéndome la cruel Roylott.


Ninfa se levantó y se colocó la capucha de la túnica. Comenzó a ulular, mientras hacía movimientos tenebrosos. Theo se echó a reír, al tiempo que Lily también volteaba y sonreía. Scorpius vio a Woody en las piernas de la pelirroja, comiendo animadamente huevos de hada.


-No te pongas celoso, Theo. Sabes que Ninfa es la única persona de Hogwarts que no encuentra atractivo a Scorpius.

-Así es. Lily jamás miente. Además, no me gustan los rubios. Y menos si son tan parcos.


Scorpius iba a reclamar. Iba a colocar a esa niñita en su lugar, pero el rostro estupefacto de Theo lo detuvo. Su amigo fruncía el ceño.


-¿Y tú, Lily?

-¿Yo qué?

-¿También encuentras atractivo a Scorpius?

-No lo niego. Es guapo. Pero por muy Slytherin que seamos ambos, no tengo ánimos de revivir el drama muggle de “Romeo y Julieta”. Más que mal, él es un Malfoy y yo una Potter.

-Me alegro…

-Demás está decir que Scorpius detesta las pelirrojas y que a mí me gustan los castaños.


Theo sonrió ante estas palabras, mientras Lily continuaba alimentando a Woody. Scorpius los miraba tan fijamente a ambos, que no se percató de la sombra que se acercaba a él, hasta que fue muy tarde.


-¡¿Pero que mier…?!

-¡Controla tu vocabulario, Scorpius Malfoy!

-¡No me ordenes, Ninfa Roylott!


La muchacha se había lanzado sobre él y ahora estaba cómodamente sentada en sus piernas, rodeando el cuello de Scorpius con sus brazos.


-Bájate, Ninfa…

-No, hasta que me contestes.

-¿Qué?

-¿Cortaste con Hamilton?

-Sí. Cortamos hoy en la mañana.

-Ya me parecía. Apuesto que fue después del desayuno, justo antes de la primera clase.

-¿Cómo sabes?

-Porque lloró toda la hora de Encantamientos. Al final Flitwick la sacó de la clase. Y a la siguiente hora le estuvo preguntando al profesor Sinleaks sobre la Amortentia. No le respondió nada, pero yo que tú, no acepto nada que ella me de.

-Pues…gracias Roylott…

-Ni te fijes, mi querido Scorpius. Yo te advertí que con chicas menores no. Son muy tontas.

-¿Potter y tú incluidas?

-No, cariño. Nosotras somos la excepción que confirma la regla.


Ninfa se levantó de las piernas de Scorpius y se arregló algo su ya desordenado uniforme. Miró a Lily, que terminaba de alimentar a Woody, y tomó su bolso.


-Vamos Lily. Nos toca con Binns y quiero pedirle a Robert un par de ranas antes.

-No sé cómo no engordas comiendo tanto chocolate. Al menos se nota que tu novio es un Ravenclaw. Inteligente para desfigurarte y que nadie te mire.

-Cariño, primero, toda la energía que consumo la gasto. Y segundo, Robert no es mi novio. Soy muy pequeña para tener novio. Recuerda que eso te impide pedirle a Lily que sea tu novia, mi querido Theo.

-¡Ja, ja, ja! Hablas tonterías. Vete luego antes que me entere que Slytherin perdió puntos por un retraso tuyo, Ninfa.


La rubia sonrió divertida y se arregló el bolso. Hizo un gesto con la mano y se apresuró a salir. Lily, mientras, se levantó y tomó su mochila. Le dejó a Scorpius su bowtruckle en las piernas y le sonrió. Luego volteó donde Theo y el castaño tomó sus mejillas. Besó dulcemente la frente de la pelirroja y la pequeña le sonrió sonrojada, para luego salir corriendo.

Cuando quedaron solos, Scorpius miró a Theo sentarse en un sofá, nuevamente, con una sonrisa casi atornillada en el rostro.


-¿Te gusta Potter?

-Desde el primer día que la vi.

-¿Y te corresponde?

-Por el momento, sí. Veamos qué sucede cuando ella esté en 4º año y yo en 6º.

-¿Por qué esperas?

-Porque espero que me quiera, no que me admire.

-Ya veo…


Y Scorpius se quedó contemplando la cara risueña de su mejor amigo, mientras el fuego seguía crepitando y Woody dormía en su regazo.


10º capítulo “Nuevos caminos…final”


Albus observaba la insignia de prefecto en su mano. No podía creerlo. Ni su madre, ni su padre, ni siquiera James habían sido prefectos en 5º año. Era el primero en la familia y esa alegría no podría compararse con nada. Era casi subliminal.


-Si sigues mirándola así, la babearás.


El joven pelinegro volteo y se topó con dos ojos marrón, que le bailaban divertidos. Sus ojos se pasearon en la figura lentamente, devorando cada centímetro con su esmeralda mirada. Se fijó en ese cabello arena, amarrado en una trenza que llegaba hasta sus caderas. Unas caderas suaves, tiernas. Miró su cintura, estrecha, con la forma exacta de sus brazos. Y miró fugazmente sus pechos, que se desarrollaban a una velocidad abismante bajo el chaleco de la escuela. Bajó un poco más, hasta toparse con dos piernas torneadas, trigueñas, mordibles. Y lentamente volvió a subir la mirada hasta toparse con los ojos marrón y esa cara de niña y mujer a la vez, que en ese momento fruncía el ceño.


-¿Qué tanto miras?

-Que estás muy guapa…

-Gracias por darte cuenta recién en 5º año, cretino.

-Lissy, sabes perfectamente que me di cuenta mucho antes de que tú te dieras cuenta que eras guapa.


Lissy rió como una niña y se lanzó a los brazos de Albus. Ambos cayeron en el sofá grande donde estaba sentado antes Albus y se quedaron ahí, acostados, Lissy encima de Albus, sonriendo.


-¿Te nombraron prefecto?

-Sí…solo que no sé quién es mi compañero…

-Soy yo, estúpido.


Albus sonrió complacido y abrazó a Lissy por la cintura. Ella escondió el rostro en el espacio del cuello y el hombro de su amigo y acarició sutilmente su cara. Estaban tan concentrados así, tan quietos, tan preocupados de sentir la piel del otro con todo el cuerpo, que no escucharon cuando alguien entró a la Sala Común. El recién llegado miró la escena y sonrió.


-Tengo que aceptarlo. Tienes unas piernas de infarto, Finnigan.


Ambos prefectos se levantaron sorprendidos. Nadie debería estar en la Sala Común a esa hora, ya que las clases estaban empezando y los otros estaban desayunando. Vieron al que murmuró eso y Albus abrió sus ojos sorprendido. Lissy sonrió. Pero antes de que cualquiera dijese algo, otros pasos desde los dormitorios se escucharon. Y luego, un susurro.


-James…


Dea Malfoy estaba de pie al final de la escalera que conducía a la habitación de las chicas. Una palidez inusitada coloreaba su rostro y unas sombras oscuras bajo sus ojos le resaltaban aún más su iris plata. El cabello, chocolate, caía lánguido por sus hombros, mientras su figura se veía especialmente débil. Pero una sonrisa dulce, casta, cruzó el rostro de la heredera Malfoy. Sin meditarlo siquiera, soltó todos los libros que traía en sus manos y se lanzó a los brazos del joven pelinegro. James sonrió y la estrechó entre sus brazos. Dea comenzó a llorar, escondida en el pecho del muchacho, y James acarició los achocolatados cabellos.


-No llores, pequeña…te dije que no te librarías tan fácil de mí…

-Temí tanto por ti, James…

-Tranquila…además, no le daría ese gusto a Scorpius…aún tengo que verle la cara cuando se entere que debe compartir el corazón de su princesa conmigo.


Dea alzó la vista y miró fijamente a James. Sus ojos grises bullían como un océano de plata mientras que los marrones de James se mostraban cálidos, llenos de amor y comprensión.


-Te quiero, Dea…


Y sin esperar si era correspondido o no, James se agachó para besar los labios de la joven niña. Dea cerró los ojos y cuando ese beso dulce, esa pose de labios con labios terminó, miró a James sonrojada pero sonriendo de una manera luminosa.


-Te quiero, James…


Y lo abrazó. No importaba más. Se querían, dulce, tierna, casi infantilmente. Se querían como no se habían querido nunca. Y no importaba lo demás. Estaban juntos. Y qué importaba si Albus ahora gritaba en medio de la Sala Común. Y qué importaba que Lissy riera a carcajadas. Qué importaba si el mundo se caía encima de ellos, que Scorpius entrara en ese momento por la puerta o que los Malfoy y Potter recordaran todo el odio que se tuvieron en la escuela. Qué importaba si en ese momento resucitaba el Innombrable y quería asesinarlos. Nada. Porque se querían y no deseaban volver a una vida sin el otro.

Y mientras en Gryffindor todo era alegría con la vuelta de James, en Slytherin el ambiente no podía ser más tenso. En la Sala Común estaba Lily, apoyada en una pared, y sobre ella estaba un chico de 4º año, sus brazos rodeando la cintura de la pelirroja y ambos con la respiración agitada. Pero no se miraban. Miraban a un lado de la Sala Común, donde un castaño observaba la escena en silencio. Sus ojos amarillos brillaban asesinos, pero su rostro era impertérrito, duro como piedra, sin asomo de algo que significase debilidad. Theodore Nott estaba mostrando todo el lado Slytherin que había heredado de su misterioso padre.


-Theo, no es lo que parece…

-Potter…evita dar esos espectáculos en la Sala Común. Para eso tienes tu cuarto o el de él.

-Pero…

-Y agradece que somos de la misma casa. O si no, te habría quitado su buena cantidad de puntos.


Y como explicando, la insignia de prefecto brilló en su pecho. Se dio media vuelta, para salir de ahí, pero una mano se aferró a su brazo. Miró de reojo y vio a la pelirroja.


-Déjame explicarte…

-Tú y yo no somos nada, Potter. No tienes que explicarme absolutamente ninguna cosa.

-Pero Theo…

-Ahora suéltame. Quiero ir a desayunar.

-Theo…

-Suéltame. No se verá bien que me ruegues tanto estando tu novio presente. Él podría malinterpretar las cosas.

-No es mi novio. Y no me imp…

-Te dije que no me explicaras. Ahora suéltame.


Lily iba a decir algo más. Pero sus palabras se perdieron en la garganta al ver aparecer a Ninfa. La rubia miró la escena. Vio a Theo con el rostro más frío que en su vida le había visto, vio a Lily sujetando el brazo del chico y más allá vio a Ian McGraw, sonriendo triunfante. Comprendió de inmediato. Miró a Lily y le sonrió conciliadoramente.


-Roylott, dile a tu amiga que me suelte. Suficiente he tenido que aguantar ya…

-Lily, deja que Theo se marche…

-Pero…

-Nada puedes solucionar ahora. Bien lo sabes.


Lily asintió y soltó el brazo de Theo. El castaño salió caminando lentamente de la Sala Común. Y cuando solo quedaron Ninfa, Lily e Ian, la rubia fue a encarar al joven rubio.


-¿Qué demonios te pasa, McGraw?

-Tú misma lo dijiste, Roylott. Apuestas son apuestas…

-¡Pero no en medio de la Sala Común!, te dijimos que era un secreto…ahora nos vale gorro lo que nos haz dado, no nos sirve para nada.

-Pero quedó comprobado. Nott está enamorado de Potter…

-¡Pero si eso ya lo sabíamos, estúpido!


Y mientras Ninfa e Ian se enfrascaban en una discusión de proporciones, Lily se sentaba en el sofá de la Sala Común y fijaba su vista en el fuego de la chimenea, que crepitaba lúgubre, como recordándole que acababa de perder a su amado Theo.

Rose Weasley caminaba en silencio por los pasillos. La profesora Vector no se había presentado por ese día, así que tenía libre. Y se fue a recorrer un poco, mientras veía las rondas de prefectos y su horario de clase. Giró en una esquina y un golpe seco la detuvo. Alzó los marrones ojos y lo vio. Theodore Nott golpeaba una pared del castillo con sus puños desnudos. Cada golpe iba acompañado de susurros incomprensibles. Rose miró a ambos lados del pasillo, notando la soledad del mismo, para luego volver a fijarse en Theo. Lo que vio la sorprendió. El alegre y carismático Theodore Nott, famoso en todo Hogwarts por su afabilidad y simpatía, estaba llorando. En silencio, las lágrimas caían de esos ojos amarillos, tan atrayentes, y resbalaban por sus mejillas pálidas. Mientras, los puños seguían estrellándose con cada vez más fuerza en la pared de piedra. Rose reaccionó. Botó al suelo su bolso y los pergaminos con sus horarios y corrió a sujetar al joven. El chico se sorprendió al ver que sujetaba sus brazos con fuerzas, pero luego decidió no parar. Intentaba continuar azotándose con la pared, pero pronto Rose lo abrazó. Theo no aguantó más. Estrechó a esa pelirroja de cabellos enmarañados y la abrazó con fuerza, mientras escondía su rostro en el cabello de la chica. Comenzó a llorar en silencio y Rose acariciaba la fuerte y fornida espalda del muchacho. El joven era golpeador del equipo de quidditch de Slytherin desde 2º año, y tantos años de entrenamiento le habían valido un gran porte y figura. Pero Rose no se dejaba intimidar con el chico que le sacaba más de una cabeza de altura y que tenía que estar agachado para apoyarse en ella. Solo quería que volviera a sonreír. De pronto Rose sintió que dejaba de llorar y se separó de él. Sin explicarse porqué hacía esas cosas, lo llevó a un rincón, oculto por una armadura, y de un movimiento de varita trajo sus cosas y las de Theo, botadas más allá, hasta el mismo rincón. Sentó al castaño y ella se sentó frente a él. Lo miró infinitamente, mientras Theo se perdía en esos ojos almendrados.


-Yo la amaba, Weasley…y a ella no le importó…

-¿La amas?

-Sí y no…no puedo negar lo que siento…pero también ella se encargó de asesinar cualquier intento de algo…

-¿Estás bien?

-No…es frustrante…la esperé…respeté su edad y todo…y ella…

-Ella es la idiota que se lo pierde, Nott.

-¿Sabes de quién estoy hablando, Weasley?

-De Lily Potter, mi prima.


Theo sonrió y la atrajo hacia sí. La abrazó con dulzura, dejando que la muchacha se refugiara en su pecho y susurró.


-Ojalá ella fuera la mitad de inteligente que tú…

-No pidas imposibles, Nott.


El castaño rió por lo bajo y cerró los ojos, apoyando su rostro en la cabellera pelirroja, que lo embriagaba con aroma a vainilla, tan diferente al olor salvaje de Potter.

Y mientras Theo y Rose se ocultaban, alguien había escuchado cada una de las palabras de los jóvenes. Y guardaba silencio, porque la ira bullía en él. Porque sus ojos estaban clavados en las manos de Theo, que brillaban de un color carmesí hiriente. Porque recordaba las lágrimas, las palabras, los golpes, la sangre. Y más ira se sentía en su pecho. Y sin decir más, se dirigió con pasos silenciosos al Comedor, para dejar bien claro que nadie se mete con Theodore Nott. Para mostrar que él defiende a quienes quiere…y que su mejor amigo no era la excepción.

Scorpius entró al Gran Comedor caminando en silencio. Se dirigió a la mesa de las serpientes, mientras muchas miradas femeninas se posaban en la alta y delgada figura del buscador del equipo de Slytherin. Scorpius había seguido los pasos de su padre, tal como lo había hecho Albus. La gran diferencia era que desde que ambos habían entrado al equipo, jamás Gryffindor había podido superar a Slytherin. Los papeles se invirtieron y el buscador verde superaba con creces al escarlata.

Cuando el joven Malfoy llegó a la mesa, se dirigió hacia una pareja de jóvenes. Una rubia y una pelirroja conversaban tan pegadas la una de la otra, que sus cabellos se entremezclaban, dando la sensación de oro y fuego. Se paró tras ellas.


-Espero que no estén planeando acercarse a Theo…


Las dos jóvenes voltearon para encontrarse con dos lagunas de mercurio, que bullían una ira indescriptible, pero no reflejada en su rostro.


-Scorpius…por favor, no te metas en esto…lo que Lily…

-Cállate, Roylott, que esto no es contigo. En cuanto a ti, Potter…


Se agachó lo suficiente, solo para que la rubia y la pelirroja escucharan.


-Lo que hiciste no tiene nombre. Pero no te haré nada por el pacto que tengo con Albus. Eso sí, te quiero lejos de Theo, Potter. Si veo que te acercas, no responderé de mí. No provoques mi ira…


Scorpius se iba a levantar, pero Lily le tomó el brazo y acercó sus labios a los oídos del platinado


-Esto es entre Theo y yo. Tú no debes inmiscuirte…

-Le rompiste el corazón, Potter. Ese corazón que toda esta maldita escuela aprecia más que cualquier cosa. Si se enteran lo que hiciste, créeme que te odiarán de todas las casas. Y ningún Slytherin moverá un dedo para evitar que te descuarticen. No tientes tu suerte, Potter…y suéltame, que solo tu cercanía me da asco…


Y miró a Lily con tanto rencor, con tanto odio reflejado en esos gélidos ojos, que Lily lo soltó asustada. Scorpius se irguió en toda su figura y miró hacia abajo a Lily.


-Ya me arruinaste el desayuno, Potter. Ojalá el Sombrero te hubiese mandado a Gryffindor, donde deberías haber estado desde un principio…pero era imposible. Eres la peor serpiente rastrera, venenosa y traicionera. Eres el ejemplo de todos los defectos de Slytherin. Felicidades, Potter…

Y se alejó de la mesa. Todo el Comedor había oído las últimas palabras de Scorpius. Y, aunque no había mucha gente, si la suficiente para que comenzaran los murmullos. Más que mal, todos conocían el acuerdo de Scorpius y Albus, y por eso no les extrañaba que los muchachos fueran amigos de la hermana del otro. Pero ver a Scorpius tratando mal a Lily fue como volver años atrás, cuando los Malfoy y los Potter se odiaban a muerte.

Lily ocultó su rostro entre sus manos y apoyó los codos en la mesa. No lloraba. Ya era demasiado dolor como para llorar. No solo había perdido a su amado Theo, que nunca más la miraría con esos ojos amarillos, tan de halcón, rebosantes de ternura y comprensión. De espera y cariño. También había perdido a Scorpius, quien se había transformado en su amigo, en un aliado. En el cómplice de sus noches de insomnio. Ver esa gélida mirada, esos ojos metálicos, devoradores, llenos de odio e ira. Recordó las veces que su madre le bromeaba al padre de Scorpius. Cuando sacaban a tema las miradas penetrantes y llenas de maldad del señor Malfoy. Y se reían, todos, porque ella no podía imaginar tanto mal en esos ojos cálidos, grises, amorosos, que le acariciaban sus propios ojos cada vez que la veían. De ese hombre silencioso, pero tan amable, tan carismático. Tan alegre y juguetón. Y menos pensó verla de Scorpius. Que, a pesar de su carácter silencioso y lleno de misterio, tal como el de su padre, siempre tuvo una mirada cordial. Pero ahora…ahora si conocía ese odio. Y también las palabras hirientes. Y sabía que no era la última vez que las escuchara. Maldito el segundo que se le ocurrió apostar esa tontería con McGraw…


-Lily…


La pelirroja salió de sus pensamientos para fijar sus ojos en los celestes acuosos de su mejor amiga.


-Pensé que llorabas…

-Estás loca…si quieres lloro todo lo que quieras…pero no en el Comedor…

-Lily…lo que Scorpius quiso decir fue que…

-Sé perfectamente lo que quiso decir, Ninfa…


No dijo nada más. En ese momento entraba Theo al Comedor junto con Rose. Venían conversando tranquilamente. El Slytherin llevaba su bolso y el de Rose, mientras sus manos estaban vendadas. La dejó en la mesa de las águilas, le regaló una sonrisa y se dirigió a la mesa de las serpientes. Fue más de lo que pudo aguantar Lily. Tomó sus cosas y se marchó, caminando tranquilamente, seguida de Ninfa, que fulminó con la mirada a Theo y que el joven respondió alzando los hombros y colocando ese gesto de infantil ignorancia que tanto les agradaba a todos en Hogwarts.

domingo, 19 de abril de 2009

Bombarda

Mmm...como que no podré publicarlas todas...ahora tengo que ver lo de las galletas...me he dado cuenta que falta mantequilla...¬¬...fuck...en fin, iré a comprar...mientras, disfruten esto xD


Kamal (Galletera con poca paciencia xD)

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5º capítulo “Águila hipnotizada”


Rose guardaba sus libros con extraordinaria rapidez. La clase de Aritmancia quedaba en dos pisos más arriba y si no se apresuraba, llegaría tarde. Se había tomado más tiempo del normal, solo porque el idiota de Hill no había logrado hacer los encantamientos protectores como debían.


-Señorita Weasley, espere un momento…


Esa voz…Rose se quedó estática. Por algún extraño motivo que aún no lograba comprender, la voz del profesor Barucci le provocaba cierto temor, pero a la vez respeto. Volteó a ver esos ojos magentas, que poseían extraños movimientos llameantes en todo el iris y reprimió un suspiro. Se acercó al escritorio del profesor después de colgarse la mochila, y tomó aire.


-Usted dirá, profesor Barucci…


El hombre alzó la vista. Algunos cabellos le caían descuidados por sobre los ojos, ocultándolos. Su pálida tez adquiría un tono bastante peculiar, casi fantasmal, a causa de las antorchas de aquel salón. Y su voz, susurrante, inquieta…casi como una invitación a algo que Rose no entendía qué era. Sacudió su cabeza casi imperceptiblemente.


-Quiero que me ayudes. Es algo sencillo. Eres la mejor alumna de la clase.

-Si puedo ser útil…

-Claro que puedes. Quiero que me ayudes con unos trabajos de los alumnos de primer año. Siempre que no sea un inconveniente.

-¿Me…me está pidiendo…que sea como…un ayudante?

-Mmm…no, en realidad te estoy pidiendo que seas mi ayudante. Unas pasantías en Defensa Contra las Artes Oscuras te servirán para cualquier carrera que quieras seguir.


Rose abrió sus ojos sorprendida y luego sonrió. No podía creer la oportunidad que le estaban brindando. Sobre todo el profesor Barucci, aquel ser que demostraba un manejo tan profundo y concienzudo de las Artes Oscuras. Digno reemplazante de la profesora Malfoy.


-Profesor…para mí será un honor…

-Para mí es el honor que aceptes. Ahora puedes retirarte, Rose.


La muchacha asintió y salió del aula. No llevaba ni dos metros avanzados cuando se percató que el profesor la había llamado por su nombre. Y esa voz, tan provocativa, se le deshizo en los oídos. Y sintió que iba en una nube, mientras caminaba, pensando lo afortunada que era que el profesor Barucci la tratara con tanta familiaridad. Y que casi fuese su predilecta. Si al menos fuese el Jefe de Casa de Ravenclaw, y no de Slytherin…así su mundo de ensueño, adornado con seductores ojos magentas, sería perfecto.

Incendio

Les cuento...estoy comiendo chicle xD si!!! hace años que no comía. Pero con esto que dejé de fumar, comencé a comer chicle. Ya se me quitará la costumbre. Ah! y me di cuenta de algo. Ayer fui a una celebración y me dieron un cigarro...sí, fumé...¬¬...pero un cigarro le di 5 caladas y quedé muerta xD además en la boca me quedó una sensacion asquerosa >.< Sí, parece que, por el momento, ChileTabaco me perdió brígidamente xD

Kamal (la hija pródiga de ChileTabaco xD)
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4º capítulo “Leones cuidando Leona”

El crepitar del fuego en la chimenea las envolvía en un calor inusitado. Dea se encontraba sentada frente al fuego, mirando las llamas, mientras su cabeza se hallaba reposando en las piernas de una niña sentada en el sofá. La pequeña, de ojos azules profundos y cabello cobrizo, piel trigueña y algunas pecas, acariciaba con ternura los chocolates y lisos cabellos de Dea.


-Kathleen…

-¿Qué te sucede, Dea?

-Papá me escribió hoy. Aún no llega el abuelo Lucius. Apenas sepa que quedé en Gryffindor…

-Tranquila…él te quiere…nada le hará olvidar su cariño…

-Solo espero que la abuela Narcisa esté cerca…si no…

-¿Si no qué, Malfoy?

Ambas niñas miraron a sus espaldas y encontraron a un grupo de muchachos de rostro ceñudo. Dea se levantó y Kathleen la imitó. Ambas sacaron sus varitas. Ya antes esos chicos habían tratado de molestarlas, pero Albus y Lissy los habían detenido. Ahora ellos estaban en clases y no podían hacer mucho. Kathleen fue la primera en hablar.


-Déjala, Williams. Ella no te ha hecho nada.

-Ella no. Pero su familia es un montón de asesinos, Harper. No haces bien mezclarte con escoria como ella.

-¡No insultes a Dea!


El muchacho rió socarronamente mientras daba amenazantes pasos a Kathleen.


-Aléjate, Harper. El problema es con Malfoy, no contigo.

-¡No!

-Entonces…

-Deja eso, Kathleen…si el muy infeliz me quiere a mí, aquí me tiene…


La voz susurrante de Dea embriagó a todos los presentes. Porque muy Malfoy sería. Muy niña de once años y muy asquerosamente tentadora apariencia poseía. Pero si algo se le otorgaba era una exuberante belleza que aparecería con el correr de los años.

Williams se acercó a Dea, corriendo a Kathleen, y la observó. Piel bronce, cabellos chocolate, cuerpo de muñeca de porcelana. Pero sus ojos…eran sus fríos ojos grises, como mercurio, lo que indicaba (aparte de su apellido) que era una asquerosa Malfoy. Si sacaba esos dos detalles, hasta podría ser simpática. Williams movió un poco su cabeza, alejando esos pensamientos y alzó la varita a Dea.


-Expelli…

-¡Expelliarmus!


El rayo no iba para él. Golpeó su mano e hizo botarle la varita, lo cual se notaba que era el objetivo del agresor. Giró a un lado su rostro, furibundo, y se topó con dos muchachos, uno de cabellos negros y ojos marrones y otro pelirrojo de ojos azules. El de ojos marrones tenía la varita alzada.


-¿Tú también, Potter? Pensé que el acuerdo era con el otro Potter.


Antes de continuar hablando, el pelirrojo de azules orbes corrió hacia las chicas y las colocó a ambas protectoramente tras él. Williams bufó enojado.


-Aléjate, Weasley…

-No.

-¿Acaso no sabes que fue su familia la que destruyó todo aquellos años, siguiendo a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado?

-Se redimieron. Y aunque no fuera así, Dea no tiene nada que ver.

-¡Aléjate, Weasley!

-¡No!


Williams iba a decir algo más, cuando vio a James colocarse frente a su primo y las niñas, aún con la varita en alto.


-Potter, muévete…

-No…

-Por favor, James. Sabes bien que la extirpe de esos mal nacidos debería erradicarse de este mundo.

-Dije que no, Marck…


Marck Williams bufó enojado. Al notar la decisión de James Potter, guardó su varita y desapareció con su tropa de seguidores.

Cuando volvieron a quedar solos, Hugo se volteó a mirar a Kathleen.


-¿Están bien?, dime que no les hicieron nada…

-Tranquilo, Hugo. Llegaron a tiempo.

-Es un alivio…


El pequeño pelirrojo sonrió y sentó a Kathleen en el sofá. Mientras, Dea veía como James guardaba su varita y se acercaba a ella. Quedaban frente a frente y el chico de ojos chocolates, como el pelo de Dea, sonrió algo avergonzado.


-Sé que habrías podido con ellos…más que mal, eres Dea Malfoy…pero no quería que te hicieras daño…

-Muchas…gracias…

-Y…bueno…también escuché la conversación que tenías con Harper…

-Es de mala educación…

-Lo sé, pero no fue a propósito…bueno, decirte que mi padre ayudará al tuyo…y que la mamá de Hugo estará cerca. Sé que a tu abuelo no le agrada, pero si le da un infarto, ella lo atenderá. Solo quédate tranquila…

-Bueno, yo…

-Ven.


James ofreció su mano y Dea la miró confundida. Pero no le bastó eso. De un paso se abrazó a James y comenzó a llorar. El muchacho le acariciaba la cabeza y susurraba palabras dulces. Kathleen y Hugo miraban la escena sonriendo. Más que mal, por fin su amiga había sacado toda esa angustia que le estaba royendo por dentro. Las lágrimas de Dea dejaban de aflorar lentamente, pero ya era tarde. Albus y Lissy estaban en la entrada de la Sala Común y el pelinegro tenía serias dificultades para respirar. Lissy miró la escena sorprendida y luego volteó lentamente a Albus.


-Te desollarán vivo…

-No tiene que saberlo…Scorpius jamás debe saber esto…


Y los dos se quedaron ahí, sin ser capaces de decir o hacer algo. Realmente, que James demostrara preocupación era algo. Que Dea llorara, otra cosa. Que James consolara a alguien, una muy distinta. Que Dea fuera capaz de llorar frente a otra persona, plumas del otro hipogrifo. Y todo lo anterior junto…Albus explotó.


-¡¡Maldición!!, ¡¡¿Qué te hice, Merlín, qué te hice?!!

-Por Godric, ya cálmate…

-¡¡¿Calmarme?!!, ¡¡quieres que me calmé!!, ¡¡tú lo viste!!, ¡¡viste ese psicópata en potencia, ese futuro presidiario de Azkaban!!

-Relájate, no te hará nada…

-¡¿QUÉ?!

-Bueno…nada aún…primero tiene que aprender a lanzar Crucios y luego los probará contigo…


Albus palideció. Además, sin darse cuenta, ya estaban en medio de la Sala Común discutiendo. Kathleen los miraba sonriendo, divertida ante esa desesperación de Albus pocas veces vista. Hugo estaba con un libro en sus piernas, también riendo. Y cuando Albus estaba olvidando porqué estaba tan histérico, miro a James, que aún tenía abrazada a Dea. La niña se refugiaba en los brazos de su hermano. Y su mente le recordó una sepulcral y siseante voz…

No quiero que ese tarado se acerque a mi hermana. Ni siquiera que respire el mismo aire, ¿está claro?

Estaba muerto. Muerto y enterrado. Y volvió a mirar a Lissy, que sonreía graciosamente. Le daba un poco de pena, la dejaría viuda antes de casarse, siquiera antes de que le empezara a gustar de verdad. Pero era un hecho.


-Está decidido. Me voy a lanzar a las fauces del calamar gigante…

-Recuerda que ya lo intentó Ettore, el hermano mayor de los Malfoy…y no le resultó.

-Entonces me lanzaré sin escoba de acá…o dejaré que una manada de centauros me use de alfiletero. O tal vez convenza a los hipogrifos de devorarme…

-Pídele consejo a Ettore. Él te dará la mejor manera de morir con estilo…mira que ser alérgico a las Grageas de todos los sabores…eso es estilo.

-Tienes razón…le escribiré a Ted para que me dé su ubicación y…

-Dile a tu lechuza que lo busque. Es más sencillo. Ya no razonas. Eres un suicida sin cerebro…

-¡¿De qué demonios hablan ustedes dos?!


Tanto Lissy como Albus miraron a James, que ya había dejado sentada a Dea, a un lado de Kathleen y se acercaba a los dos chicos. Albus negó con la cabeza, esperando lo que venía, mientras Lissy miraba a los ojos color marrón de James.


-No pasa nada, Potter…

-Mira, Finnigan. Van a cortar con eso. Si tienen planeado matarse, allá ustedes. Pero antes, quiero saber porqué seré el único Potter varón que quedará.

-Queda tu padre también.

-Finnigan…

-¡Ah!, está bien. Es un mal de ustedes los Potter. Son demasiado graves. En fin, te la suelto ya. Malfoy, si se entera que estabas abrazando a su hermana o quizás qué suciedades más hiciste, matará a Albus. O sea, no matarlo…lo va a desollar vivo y utilizará la piel de tu hermano como abrigo mientras viene por tu cabeza.

-¿Scorpius…dijo eso…?


Los dos miraron a Dea, que se había acercado, mientras su voz sonaba casi como una súplica. Súplica que remeció en el corazón de uno de los presentes, aunque el dueño de dicho corazón no entendiera porqué.


-Bueno…decirlo así gráficamente…no. Más bien lo dibujó en un papel en Defensas Contra las Artes Oscuras…¿o fue Nott quién lo dibujo? Bueno, da igual. Ahí explicaba gráficamente qué haría si Potter se acercaba a su hermana. Y créeme, Dea, si te digo que tu hermano da miedo. Cuando toma el papel de asesino, es realmente tenebroso.


Dea miró a James y luego miró a Albus, que observaba fijamente la ventana, con claras intenciones de lanzarse por ella. La pequeña Malfoy sonrió, volviendo a provocar un estremecimiento en un corazón.


-No se preocupen. Yo no diré nada. Será nuestro secreto. Scorpius no tiene porqué enterarse.

-¿De verdad?


La niña asintió mientras Albus casi lloraba de la emoción. Ya había hecho su testamento mentalmente, despedido de sus padres y amigos, y todas esas cosas que uno hace cuando se sabe muerto. Al menos viviría más. Y abrazó a Dea, agradecido, mientras los presentes estallaban en carcajadas. Pero una carcajada era falsa. Se teñía de un extraño sentimiento, que no se podía explicar. Y el dueño de esa carcajada sacudió la cabeza. No debería pensar tamañas idioteces.

Serpensortia

Y continuamos...¿es necesario que escriba esto de aquí? Es que me faltarán palabras...y no digamos que a uno le suceden muchas cosas sentados en el PC. Mi madre ve "HP y el Cáliz de Fuego" porque no la había visto y quiere ver la otra conmigo...así que ahora escucho como Potter baila asquerosamente xD

Kamal (que está muy orgullosa de ser Slytherin, junto a sus padres, hermano y esposo xD)

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3º capítulo “Serpientes protegiendo Serpiente”

La Sala Común de Slytherin se veía solitaria. Solo una pelirroja estaba ahí, sentada en uno de los cómodos sillones, leyendo tranquilamente mientras hacía anotaciones en un pergamino. Estaba tan concentrada que no notó como dos personas rodearon el sofá y se sentaron a cada lado de ella. Lily alzó la vista, miró a los dos acosadores y luego continuó con su lectura.


-Hey, Potter…

-No es de buena educación ignorar a los superiores…

-No se me da la gana hablarles, ¿entendido?


Ambos jóvenes fruncieron el ceño. Y antes de que Lily pudiese defenderse o, mas bien, percatarse de lo que ocurría, le arrebataron el libro y el pergamino. Lily quedó atrapada en el sofá en medio de aquellas dos bestias y, a pesar que era la hija de Harry Potter, sintió miedo. Y mucho, al ver como esas serpientes pretendían cobrarse de algo que no sabía bien qué era.

Le tomaron una muñeca y la azotaron contra el sofá. Uno de los grandotes se sentó a horcajadas de ella y comenzó a apretar delicadamente su cuello. El otro miraba la escena divertido.


-Suéltala…


La voz que llegó de ninguna parte fue casi un bálsamo para Lily. Quiso saber quién era, quién la estaba salvando de aquel ataque. Pero solo vio como el otro chico salía volando, al mismo tiempo que una varita se posaba en el cuello de su agresor.


-No quiero repetirlo, Zabini…suéltala…

-Las cosas no son como cuando estaba tu padre, Malfoy. Yo no te tengo que obedecer.

-Entonces…permíteme enseñarte porqué tu padre acataba al mío…


Raro. Sonó raro y a la vez perturbador. Lily pudo verlo dudar. Zabini tembló casi imperceptible y el fuerte amarre de sus manos fue soltándose, hasta transformarse en casi una caricia. Torpe y llena de odio, pero caricia al fin. Se bajó de encima de ella y Lily, en un acto completamente superviviente, saltó por sobre el sofá y se fue a esconder tras el chico rubio que aún sujetaba la varita. Ahí notó que otro chico, de cabellos castaños y ojos amarillos, se colocaba tras ella.


-¿Por qué la proteges, Malfoy?, ¿acaso te gusta?

-Eso es asunto mío, Zabini. Y si no quieres comprobar qué significa ser hijo de una especialista de Artes Oscuras y de un ex mortífago, lárgate.

-No me intimidarás…

-Ya lo hice…


Zabini carraspeó molesto y se marchó. Lily iba a hablar cuando vio que el otro chico, que estaba inconsciente, comenzaba a despertar. El castaño alzó su varita.


-¿Quieres más, Grober?

-Nott…

-Ya lárgate. ¿No te apena que un chico de 3º te pueda desarmar tan fácilmente?

-Tú y tu estirpe de traidores.

-Tú y tu estirpe de inservibles, buscapleitos, amargados y estancados en el pasado. El Innombrable ya murió, hace mucho ya. Supéralo y lárgate.

-La pagarás…

-¿En galleons, sickles o knuts? Tú dime. Tengo de sobra.


El otro chico bufó y desapareció por la entrada de la Sala Común, como antes lo había hecho Zabini. Lily se quedó en silencio entre los dos muchachos, hasta que el de ojos amarillos guardó rápidamente su varita y la volteó con cuidado. Observó su cuello mientras el otro chico, que ya había guardado la varita, cruzaba los brazos y miraba con indiferencia algún punto. La pelirroja lo observó mientras el otro chico revisaba su cuello. Cabellos rubios, platinados. Ojos grises y pálida tez. Un rostro anguloso y una mirada parecida al hielo.


-No tienes nada. Me alegro que hayamos llegado a tiempo.


La voz del otro chico la hizo sobresaltarse. Lo miró fijamente. Sus ojos amarillos denotaban una ternura inusitada, mientras que su cabello color castaño le recordaba cosas dulces. El muchacho sonrió tiernamente.


-¿Estás bien? Porque supongo que no llegamos muy tarde.

-No…no te preocupes…estoy bien…

-Perfecto. De ahora en adelante, no estudiarás sola en la Sala Común. Ya viste, hay muchos locos desquiciados que no dudarán en cobrárselas contigo por lo que hizo tu padre.

-¿Mi padre?, ¿qué hizo?

-Matar a Voldemort.


Lily sintió el escalofrío al escuchar aquel nombre. No era que le temiese, simplemente no le agradaba. Ni escucharlo, ni leerlo, ni siquiera pensarlo. Y al parecer al chico de ojos amarillos tampoco le agradaba, porque un leve temblor lo recorrió, que Lily percibió en la mano que aún yacía posada frágilmente en su mejilla. El chico la retiró de ahí y escondió a Lily tras él, en un gesto completamente protector, mientras enfrentaba al chico de ojos plata, que había susurrado el nombre de Ése tipo.


-¡Por Salazar, Scorpius! Mil veces te he pedido que no lo nombres.

-No sé a qué le temes. Él ya está muerto.

-Al parecer el hecho de que tu familia haya sufrido tanto por Él te vale, ¿verdad?

-No digas eso…todos sufrieron por su culpa. Simplemente que da lo mismo, ahora está muerto.

-Eres un insensible. Por último, respétala a ella.

-Theo, no sé si notaste quién es…es la hija de Harry Potter, El Niño Que Vivió. Dudo que le tema a un nombre.

-Aún así…podría incomodarla. Eres un maldito insensible, asqueroso trozo de roca, montón de acero que finge ser humano, costal de inferi.


Lily tragó duro. Sentía que su protector se había sobrepasado. Pero en lugar de una lluvia de hechizos, el chico de ojos grises sonrió y se fue a sentar al sofá donde antes estaba ella. Recogió el libro y el pergamino y los dejó sobre una mesa a un lado. Su protector la tomó de la mano y la llevó a sentarse. La colocó a un lado del frío muchacho mientras él se sentaba al otro lado. La miró con sus ojos de halcón y sonrió.


-Me llamo Theodore Nott, llámame Theo si lo prefieres. Y ese témpano del otro lado es Scorpius Malfoy. A él llámalo Malfoy de plano. No merece más.


Lily miró de reojo al otro chico, que estaba recostado en el sofá, con los ojos cerrados y una hermosa sonrisa en el rostro, que iluminaba sus angelicales facciones. Volvió a mirar a Theo. El muchacho le sonrió nuevamente, tal vez para tranquilizarla.


-Mira, no iremos con rodeos. Tanto Potter como Finnigan hablaron con nosotros. Nos comprometimos a cuidarte aquí en la Sala Común y en la Mesa, mientras ellos cuidan a Dea, la hermana de Scorpius. Debes recordar que quedó en Gryffindor. Por lo mismo te pedimos que en cierta forma nos ayudes, y trates de no arriesgarte.

-Ningún problema pero…¿Por qué eres tú el que habla?, ¿no es la hermana de él?


Scorpius abrió un ojo y luego volvió a cerrarlo, entregándose a las más insospechadas ensoñaciones. Theo negó con la cabeza y miró dulcemente a Lily.


-Sí se preocupa. Solo que él no lo expresa. Para eso estoy yo, el muy idiota me utiliza como su “expresaemociones” personal.


Lily rió ante el comentario y Theo relajó los músculos.


-Bien, me alegra que te haya provocado gracia. A mí aún no lo hace. En fin, continúa con lo tuyo, nosotros nos quedaremos cuidándote.

-¿No tienen nada que hacer?, podríamos estudiar juntos…

-No te digo que ese paliducho acepte, pero yo sí.


Theo sacó un libro y un pergamino de una mochila a un lado del sofá, y los colocó en la mesa de centro. Lily lo imito y ambos se sentaron en el suelo para comenzar a estudiar. En ese momento, Scorpius se acostó a lo largo del sofá y Lily lo miró con el ceño fruncido.


-¿No tienes nada que estudiar, Malfoy?

-Sí, Potter…pero no tengo necesidad…


Y una graciosa sonrisa de lado se le dibujó. La pelirroja frunció más el ceño, pero Theo la interrumpió.


-Ni te preocupes. El muy bastardo es más inteligente que cualquier Ravenclaw…sobre todo porque fue uno de ellos quién le enseñó. ¿Conoces a Ettore DiMaggio?

-¡Claro!, es el mejor amigo de Ted.

-¿Ted?

-Ted Lupin. Es el ahijado de mi papá. Es como nuestro hermano mayor.

-Bueno, lo mismo que Lupin para los Potter, es DiMaggio para los Malfoy. Y él le enseñó muchas cosas a Scorpius. Por eso no necesita estudiar para ciertas cosas. Como Pociones.

-¿Y siempre es igual de callado?

-Sí, llega a ser desesperante. Más de una vez he olvidado su voz solo porque nunca habla.


Lily sonrió y continuó en una amena conversación con Theo, mientras Scorpius los miró de reojo y negó con la cabeza. Ettore tenía razón. El Sombrero empezaba a chochear. Era la única explicación para que Nott y Potter estuviesen en Slytherin.

Aguamenti

Bien, creo que publicaré uno a uno todos los capítulos. Y todos los publicaré hoy. ¿Por qué? Porque estoy haciendo hora para empezar a hacer las galletas de coco que dije que haría para comer mientras vemos "HP y la Orden del Fénix" en mi casa con toda la familia ^^

Este capítulo me gustó escribirlo. No sé porqué. Las cosas eran tan sencillas en esos tiempos (llevo escribiendo este fic desde que terminé las dulces historias)


Kamal (que en un rato más parecerá elfina doméstica cocinando xD)

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2º capítulo “Debe ser un error…”


Hugo Weasley conversaba animadamente con Lily Potter en el vestíbulo. Pronto los irían a buscar para la Selección y ambos estaban muy emocionados. Conversaban respecto a sus futuras casas y compañeros. En ese momento, la directora McGonagall los fue a buscar. Todos entraron a tropezones y se colocaron en fila. La profesora comenzó a llamarlos por orden alfabético.

Hugo miró a su hermana, en la mesa de Ravenclaw, que lo saludaba cariñosamente. Mientras, Lily vio a sus dos hermanos que la saludaban tiernamente desde la mesa de Gryffindor.


-¡Malfoy, Dea!


Una niña se acercó al taburete en silencio. Tenía los ojos grises y el cabello color chocolate. Pero su tez, a diferencia de la mayoría de los Malfoy, era color bronce, como levemente tostada. El Sombrero meditó un poco, como murmurando para sí. Y luego gritó muy ufano.


-¡Gryffindor!


Un susurro se extendió en todo el comedor. A pesar del tiempo, la fama de los Malfoy respecto de estar en Slytherin era casi legendaria. Muchas cabezas se voltearon a ver a Scorpius, que tenía sus ojos grises fijos en su hermana.

La niña, como si nada sucediera, se sacó el Sombrero y se dirigió a la mesa de los leones. El silencio continuaba posesionando la garganta de todos, hasta de la directora. La pequeña Dea vio como el profesor Barucci asentía y ella soltó un suspiro de alivio. Podía desgarrarse el aire, de tan tenso que estaba. Pero un joven pelinegro sacó a todos de aquella extraña ensoñación.


-¡Tenemos a tu hermana, Malfoy!, ¡y en tu cara!


Scorpius bufó enojado ante el grito de James Potter y la mesa de los leones irrumpió en aplausos y vítores. La selección continuó con normalidad hasta que…


-Potter, Lily


La pequeña pelirroja le sonrió a su primo Hugo y fue a sentarse al taburete. El Sombrero se quedó en silencio, casi por dos minutos. Y de pronto, dijo esa palabra que nuevamente detendría los alientos de todos.


-¡Slytherin!


La profesora McGonagall miró el Sombrero y frunció el ceño. Una cosa es que la pequeña Malfoy fuera a Gryffindor. Y otra cosa es un Potter en Slytherin.


-¿Estás seguro?

-Nunca me he equivocado, profesora McGonagall…


El susurro del Sombrero hizo sonrojar a Lily, que se lo sacó rápidamente y se lo entregó a la directora. James Potter volvió a romper el silencio.


-¡Tiene que ser un error!, ¡mi hermana no puede ser una serpiente!

-Señor Potter…cállese y permítame continuar con la selección.

-¡Es un error!, ¡hasta a usted la ha sorprendido, directora!


McGonagall iba a decir algo, cuando se escuchó una siseante voz.


-¿Quién tiene a la hermana de quién ahora, Potter?


James miró a Scorpius, que se había levantado y lo miraba desafiante. El pelinegro estaba a punto de sacar su varita, cuando el joven sentado al lado de Scorpius se levantó.


-¡¡Tenemos a Potter, tenemos a Potter!!


La mesa de las serpientes estalló en aplausos al grito de Theo y Lily se dirigió caminando hasta ellos, algo avergonzada. Se sentó al frente de Scorpius y el pálido de ojos grises la miró. Luego tomó asiento y susurró sonriente.


-Debes estar orgullosa de la casa donde quedaste, Potter.

-Nunca he dicho lo contrario, Malfoy.

-Me parece…


La selección continuó sin mayores problemas. El último fue Hugo, que terminó en Gryffindor, al igual que sus padres. Y el banquete dio inicio.

Cuando todos se dirigían a sus respectivas casas, Scorpius sintió que alguien lo tomaba del brazo. Giró lentamente la cabeza, mientras sus ojos mostraban un brillo casi psicópata. Al toparse con dos ojos verdes ocultos tras unas gafas, suavizó su mirada.


-¿Qué deseas, Albus?

-Tengo que hablar contigo, Scorpius.


El joven Malfoy asintió y esperó que todos se retiraran. Finalmente, en el vestíbulo, se reunieron Albus, Lissy, Theo y Scorpius. Éste fue el primero en hablar.


-Dime…¿Qué pasa?

-Estoy preocupado por Lily. Y, aunque no lo aceptes, sé que tú también estás preocupado por Dea. No es muy tranquilizador que una Malfoy esté en la guarida de los leones, literalmente…

-¿A dónde quieres llegar, Potter?


Albus miró como Theo fruncía el ceño luego de decirle eso. Le molestó eso. No tenía porqué meterse en la conversación. Pero antes de que reclamara, fue su amiga quien habló.


-Controla tus modales, Nott. Simplemente con Albus queremos proponerles un trato.

-¿Un trato?

-Te escucho, Finnigan.

-Albus y yo nos comprometemos a cuidar de tu hermana, siempre y cuando tú nos asegures que nadie torturará o molestará a Lily, Malfoy.


Scorpius guardó silencio y Albus comenzó a mirarlo fijamente. Antes que cualquiera de los dos se dirigiera la palabra, Theo extendió su mano a Lissy.


-Hecho. Y tendrán que cuidarla especialmente de ese hermano tuyo, James Potter. Con tal de fastidiar a Scorpius, es capaz de cualquier cosa.


Lissy sonrió y tomó la mano que Theo le ofrecía. Los ojos amarillos del Slytherin brillaron, como si de serpientes se trataran y Albus sintió como un puñal que le golpeaba misteriosamente el pecho.


-Genial. Recuerden, no dejen que molesten a Lily. Y nosotros nos preocuparemos de Dea.


Scorpius negó con la cabeza y miró a Albus, que tenía sus ojos pegados en Theo. Le golpeó suavemente en la frente, provocando la risa de Theo y Lissy.


-¡¿Y eso por qué?!

-Porque parecías idiota. Ahora, mientras tú tenías esa cara de baboso, estos dos nos han transformado en los guardaespaldas de la hermana del otro.

-¿Y?

-¿Y no vas a decir nada?, ¡lo que me faltaba!, ¡ser el niñero de una Potter!

-¡A mí tampoco me agrada andar cuidando los pasos de la princesita Malfoy!, ¡pero si no quieres transformarte en el menor de tus hermanos, al igual que yo, es lo único que se me ocurre!


Scorpius volvió a meditarlo en silencio para luego extender su fría y pálida mano hacia Albus.


-De acuerdo. Cuidan a mi hermana y nosotros cuidamos a la tuya. Solo te voy a pedir una cosa. Y espero que quede claro, porque si no…

-¿Qué?

-No quiero a Potter cerca de ella…

-¿A cuál?, no sé si lo notaste, pero entramos los tres…

-Serás idiota…¡a tu hermano mayor! No quiero que ese tarado se acerque a mi hermana. Ni siquiera que respire el mismo aire, ¿está claro?


Albus tomó la mano de Scorpius mientras asentía. Se soltó y las dos serpientes, luego de un gesto con la cabeza, desaparecieron con dirección a las mazmorras. Lissy miró a Albus, que soltaba un suspiro de alivio.


-¿Y a ti?, ¿Qué te pasa?

-Vi como Scorpius me desollaba vivo si James se acerca a su hermana…

-Si lo dices por ese brillo de sicario, por la estampa de asesino o por el tono de voz lúgubre y casi infernal…sí, yo también te vi desollado vivo.


Albus miró de reojo a Lissy con cara de fastidio. Y la chica estalló en risas mientras arrastraba a su amigo hacia la torre donde estaba la Sala Común de Gryffindor.

Wingardum Leviosa

Bien, he aquí la continuidad de mi fics...sí, esto ya va para novela xD En fin, es la primera parte. No hay grandes sucesos porque es más que nada la presentación de las circunstancias. Aquí les va ^^


Kamal (que ahora es Riddle porque en el tiempo que los abandonó se casó...además que dejó de fumar xD)

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1º capítulo “Calabaza, calabaza, cada uno a su casa”


Scorpius estaba en el vestíbulo con todos los niños que ingresaban ese año a Hogwarts. Su vista pasaba lentamente por cada uno de ellos, analizándolos, grabándose sus rostros. Su padre se lo había advertido. Muchos se acercarían a él solo por ser Malfoy. Extrañaba a Ettore. Si al menos él estuviese en Hogwarts, las cosas serían más sencillas.


-Hola.


Scorpius giró su rostro levemente y se topó con unos ojos verdes esmeraldas, escondidos tras unas gafas. Un cabello negro, muy alborotado, escondía en parte esos ojos. Scorpius sonrió. Sabía quién era.


-Hola…

-Papá me dijo que entrabas este año…

-Algo me comentó mi padre…

-¿Y en qué casa quedarás?

-Slytherin…ya sabes, la tradición familiar…

-Mmm…bueno, en caso de quedar en Slytherin, al menos conversaré con alguien.

-Potter…

-¿Qué?, es verdad…

-Está bien…

-¿Y cómo está tu hermana?

-¿Dea?, en casa. Bien. Algo triste sí.

-¿Por qué?

-Es lógico…sus dos hermanos mayores no están en casa ahora.

-Pero si Ettore salió junto con Teddy…

-Pero está estudiando en Rumania…

-Ah…ya veo…


En ese momento una chica de ojos castaños, pelo rojo alborotado y algunas pecas en su tez trigueña se colocó al lado del niño pelinegro.


-Hola…¿Quién es él, Albus?

-¡Rose!, me asustaste. Él es Scorpius Malfoy.

-¿Malfoy?, ¿eres algo de la profesora Malfoy?

-Soy su hijo…

-Ah…mucho gusto, soy Rose Weasley.


Ambos se dieron la mano justo en el momento en que llegaba la profesora McGonagall para llevarlos a la Selección.

Luego que todos los alumnos de primer año estuviesen en sus casas, la directora McGonagall se levantó para el discurso inicial.


-Bienvenidos a un nuevo año de Hogwarts. A los de primer año, decirles que no pueden ir al Bosque Prohibido y algunos alumnos antiguos, que deben recordar dicha regla. No permitiré que los sucesos del año anterior se vuelvan a repetir. También informarles que la profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, la profesora Malfoy, no seguirá impartiendo clases desde este año.


Un murmullo llenó el comedor, y muchos en la mesa de Slytherin miraron de reojo al pequeño Scorpius, que observaba su plato vacío afanosamente.


-Antes que me lo pregunten, no es por nada malo. La profesora Malfoy aceptó un trabajo en la Academia de Aurores. En su reemplazo, les presento al nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, el señor Dante Barucci.


Un joven se levantó de la mesa de profesores y, con una sonrisa en el rostro, saludó efusivamente los aplausos que le brindaron. Luego se sentó y McGonagall carraspeó.


-Muy bien, que empiece el banquete.


Todos comenzaron a comer animadamente. Scorpius comía en silencio, tratando de esquivar cualquier pregunta relacionada de la decisión de su madre. En ese momento, un joven de cabello castaño oscuro, casi color chocolate, y de hermosos ojos amarillos se sienta a un lado de Scorpius.


-Hola.

-Hola…

-Soy Theodore Nott, pero puedes decirme Theo.

-Scorpius Malfoy.

-Lo sé.


Scorpius lo miró y alzó una ceja. En su mente las palabras de su padre daban vueltas. Y parece que gritaban, pues Theo sonrió y entendió aquella mirada.


-No te estoy hablando porque seas hijo de los Malfoy. Yo soy hijo de los Nott y eso da igual. Simplemente me agradaste de presencia. Mi padre ya me había advertido que te comportarías así…en fin, mi mamá dijo que me acercara.

-¿Tus padres?

-Si, ellos fueron compañeros de tu padre en la escuela. Los tres estaban en Slytherin. Como supondrás, mi padre era Theodore Nott…sí, no fueron muy originales en mi nombre. No sé en realidad porqué pero en fin…y mi madre se llama Pansy Nott…aunque tu padre debe recordarla como Pansy Parkinson.


Scorpius abrió sus ojos sorprendidos mientras miraba a ese alegre muchacho, que sonreía y no parecía mucho un Slytherin.


-Veo que sí te han hablado de mi mamá. En fin, me dijo que me acercara. Más que mal, eres hijo de quien fue uno de sus mejores amigos. Siempre encontró una lástima haberse alejado de tu padre, pero papá siempre le dice que nunca es muy tarde…aunque claro, ella es muy testaruda.


Scorpius sonrió. En su mente están las miles de veces que su propio padre reclamaba que Harry Potter no sabía callarse nunca, provocando la risa de su madre. Y si conociera a Theo, se volvería completamente loco.


-Le enviaré una carta a mi padre

-…porque a veces…¿ah?

-Que le enviaré una lechuza a mi padre. Para decirle que conoció a tu madre.

-No es necesario, no te preocupes. Cuando le diga a papá que te conocí, llevará a mamá arrastrando a ver a tu padre.


Ambos niños sonrieron y Scorpius se relajó. A pesar que a la única persona que conocía, a Albus, había quedado en Gryffindor, estar en Slytherin no era tan malo.

Mientras tanto, en la mesa de Ravenclaw, Rose Weasley escuchaba atentamente las palabras del prefecto.


-Bueno, y esas son todas las cosas que hizo…

-¿Y era un Ravenclaw?

-Claro que sí. Era un ser muy inteligente. No por nada es el animago más joven del que se tiene registro. Solo tenía un humor…

-…peculiar.


Rose miró a la chica que habló. Tenía los ojos ambarinos y el pelo color miel. No era muy alta y su tez era trigueña, como la de ella. El prefecto sonrió.


-Ella es Iris Haverbeck. Es su novia…¿aún son novios, verdad Iris?

-Sí, Cris…aún somos novios…


La joven se acercó al oído de Rose y susurró divertida.


-Créele cuando te dice que Ettore pasó a la historia como el busca pleitos más grande de Hogwarts…pero no le creas si te dice que es un tonto. Ettore simplemente se hacía el tonto.


Rose sonrió y continuó comiendo, mientras en la mesa de las águilas continuaban comentando las hazañas de ese joven que se había graduado el año anterior.

En la mesa de Gryffindor, mientras tanto, James miraba que Albus fijaba su vista en Rose y luego en Scorpius.


-¿Qué te pasa, enano?

-Rose quedó en Ravenclaw…

-¿Y?

-Nada…me hubiese gustado que quedara en Gryffindor…

-No te preocupes. Aquí te cuidaré yo. Al menos no quedaste en Slytherin. Allá terminó Malfoy

-No lo llames así…

-¿Así como?

-Tan despectivo…Scorpius es simpático…

-Y un Malfoy.

-La anterior profesora de Defensas Contra las Artes Oscuras también era Malfoy.


Ambos miraron a la niña de cabellos color arena, ondulado, de tez trigueña y hermosos ojos marrón. Albus inclinó un poco su cabeza hacia el lado y sonrió. James se había quedado sin palabras.


-Y según lo que me dijo mi padre, es una excelente maestra. Nunca le dio preferencia a ningún alumno ni a ninguna casa.

-¿Y quién es tu padre, que sabe tanto?

-Seamus Finnigan. Estudió con tu padre también, Potter.


Definitivamente, Albus estaba adorando a esa muchacha que le hablaba tan descaradamente a su hermano mayor.


-Pero ella no es nada Malfoy. Simplemente se casó con uno.

-Si se casó con uno, siendo ella una excelente persona, es porque los Malfoy no son tan malos. Deberías dejar esos prejuicios, Potter. Solo te enfrascan en una tontería.


Albus lo había decidido. Se casaría con esa chica, que lograba que su hermano se pusiera rojo de rabia. Cuando vio que James iba a replicar, le habló a la muchacha.


-Soy Albus Potter, mucho gusto.

-Lissy Finnigan. El gusto es todo mío.


Y los dos niños continuaron comiendo y conversando, ignorando completamente a un malhumorado James.

jueves, 19 de marzo de 2009

Accio

Podría subirla por capítulos...ya sé que es larga...pero me da igual!!! La leen toda!!! Y luego me dicen que tal ^^

He aquí el interface entre la historia de Draco y Ofelia y la historia de sus hijos ^^ Dishshshshshfrútenla!!!!!


Kamal (que se ha intoxicado en café en los últimos 3 días xD)

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Las dulces historias del metamorfomago y el animago


1º Año “Ranas de Chocolate”


Ted Lupin estaba en la biblioteca enfrascado en un trabajo de Pociones. Su pluma rasgaba el pergamino en un susurro casi escalofriante. Y aquel escalofrío le recorrió cuando sintió una agria mirada en su nuca. Volteó y se encontró con dos ojos color sangre observándolo fijamente.


-¿Ettore?

-Te espero en el vestíbulo en media hora.


Y sin decir más, el chico de cabello azabache se va. Ted frunce el ceño, preocupado por el tono que usó su amigo para hablarle. Rápidamente termina el informe de dos pergaminos y medio, y sale de la biblioteca.

Al llegar al vestíbulo, distingue la silueta de Ettore. Se acerca sigilosamente y se planta a su lado. Comienza a mirar el paisaje de los jardines de Hogwarts cubiertos de nieve y arregla su bufanda amarilla y escarlata, subiéndola hasta su nariz.


-¿Qué hace un Gryffindor cuando se junta con un Ravenclaw?


La pregunta de Ettore descolocó a Ted. Antes de que cuestionara algo, Ettore le extendió dos cromos de las ranas de chocolate. Ted los tomó y abrió sus ojos sorprendidos.


-Pensé que te gustarían…por eso me intoxiqué en ranas de chocolate. Mi padre casi me mata cuando terminé en la enfermería. Y la profesora Malfoy me dijo que si continuaba comiendo ranas de chocolates, me iba a transformar en una…pero ya logré mi objetivo.


Ahí estaban. Uno de los cromos rezaba “Nimphadora (Tonks) Lupin”. Una hermosa bruja de pelo color rosa chicle saludaba sonriendo y guiñaba el ojo con coquetería. Ted ya tenía ese cromo, pero no se lo había mencionado a Ettore. Y ahora menos lo haría. Y el otro cromo era uno de los más difíciles de conseguir. Un hombre de rostro cansado sonreía como si recordase cosas de antaño. Su cabello castaño, entrecano, se movía cuando él pasaba su mano distraída por él. Y unos ojos color miel brillaban al mirarlo. Bajo la imagen rezaba el nombre “Remus Lupin”.

Ted miró a su amigo, que levantaba su bufanda azul y gris, y sonrió.


-Gracias Ettore…

-Ni lo menciones. Me debes un Agripa y un Ptolomeo.

-¡Pero si esos son los más difíciles de conseguir, desde la época de mi padre!


Ettore miró con un brillo de maldad en los ojos y susurró.


-Entonces habrá que comer más ranas de chocolate…


Y sacó dos envoltorios, dándole uno a Ted. El chico del cabello azul miró dentro y habían diez ranas de chocolate. A veces se preguntaba porqué su amigo había quedado en Ravenclaw si era tan idiota para algunas cosas.


2º año “Varitas de Regaliz”


El despacho de la profesora Malfoy era absolutamente lúgubre. No se esperaba nada bueno. Es decir, que lo dejara después de clases, solo podía significar una cosa. Y eso era lo que le hacía sacar fuerzas del dorado león que se erguía orgulloso en su túnica.

La profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras apareció de la nada y frunció el ceño al ver el pelo azul y los ojos amarillos de Ted. Luego, al notar que nadie más estaba en el aula, cerró la puerta con su varita y miró al niño. El chico ya se encomendaba a sus padres, representados en los dos cromos que llevaba en el bolsillo de la túnica.


-Ted Remus Lupin…tengo que hablar contigo…

-Sí…profesora…

-¿Sabes qué día es mañana?

-No…


La profesora Malfoy esbozó una sonrisa y Ted abrió sus ojos sorprendidos.


-Eres igual de distraído que tu madre. En fin, mañana es el cumpleaños de Ettore, creo que algo recordarás.

-¡Es cierto!

-Como es sábado, le pedí autorización a la directora McGonagall para sacarlo y llevarlo a Hogsmeade.

-¿Cómo?

-No me interrumpas.

-Perdón…

-Y como tú eres su mejor amigo, irás con nosotros. Sé que puedo confiar esto en ti, porque han pasado muchas cosas juntos y su amistad está muy fortalecida.


El silencio que siguió a estas frases armó de valor a Ted, que decide enfrentarse a la profesora más estricta de Hogwarts, después de la directora McGonagall…y que ya había enviado a algunos de sus compañeros a sendos castigos, entre ellos a Ettore.


-Disculpe, profesora Malfoy…¿Qué tiene que ver usted con Ettore?


Y sin creer lo que veía, la profesora se sentó y sacó un frasco con varitas de regaliz. Invitó a Ted a sentarse y servirse una, mientras suspiraba sonriendo.


-Supongo que Ettore te ha contado de su familia…

-Sí, me ha dicho que tiene dos hermanos pequeños. Y que vive con sus padres y su tío, el hermano menor de su mamá.

-¿Y nunca te ha dicho los nombres de ellos?

-¿La verdad? No…

-Bueno, pues te contaré yo. Ettore, al igual que tú, perdió a sus padres durante la guerra, a manos de Voldemort. Luego fue criado por una amiga de sus padres, también bruja. Al tiempo después esta madre adoptiva se casó y tuvo dos hijos. Y bueno, toda la familia del esposo de su madre adoptiva, partiendo por él, lo aceptaron como de la familia. Eso sí, su madre jamás aceptó que él se cambiara el apellido. Por eso él no tiene el apellido de sus padres.

-¿Y cómo sabe eso usted?

-Yo soy la madre de Ettore.


Ted se atoró con la varita que estaba comiendo. Se golpeo el pecho y miró con ojos llorosos a la profesora Malfoy.


-¡¿Usted?!

-Sí. Ahora que sabes, espero que guardes el secreto. Nadie debe saber. ¡Ah! Y Draco ya habló con Andrómeda y con Harry. Y ambos autorizaron tu salida de este sábado. Así que te quiero completamente vestido y desayunado a las diez de la mañana en el vestíbulo.


Ted asintió y la profesora sonrió. Le dio una bolsa de papel, con más varitas de regaliz para que compartiera con Ettore, y luego de agitar su varita, le permitió marcharse.

Quince minutos después, se escuchó por los jardines de Hogwarts, donde muchos estudiantes descansaban después de los exámenes finales, a la refrescante libertad veraniega.


-¡¡¡ETTORE DIMAGGIO!!!


El jovencito Ravenclaw se levantó sobresaltado del pasto donde antes estaba acostado, a la sombra de un árbol, y vio a su amigo acercarse hecho una fiera. Su cabello tomó un tinte castaño dorado, que le recordó levemente a un león.

Cuando Ted llegó al lado de Ettore, el pelinegro se aclaró la voz y dijo con toda la soberbia heredada de los Malfoy.


-Cualquier cosa que te haya pasado, yo no tuve nada que ver. Después de lo de Halloween, la directora me puso un ultimátum.

-¡¿Por qué no me dijiste quienes eran tus padres?!

-Ah…eso…

-¡Me acabo de enterar!

-¿Y cómo?

-¡La profesora Malfoy me dijo!

-Ah…era como lógico, ¿no? Aparte de mí y la directora, solo ella sabe…pero ya cálmate y siéntate…tampoco quiero que todo Hogwarts se entere.


Ted se sentó y bufó molesto. Ettore lo miró con sus ojos color sangre y sonrió ante la mirada recriminadora de su amigo.


-¿Por qué no me dijiste?

-Porque nunca me preguntaste cómo se llamaban mis padres o hermanos. Es todo.


Ted negó con la cabeza. La respuesta era la más estúpida que había escuchado en la boca de su amigo. En realidad no, casi todas sus respuestas eran de la misma lógica.


-¿Estás seguro que cuando te pusiste el Sombrero Seleccionador dijo “Ravenclaw”?

-Sí…creo…en realidad no me fijé. Me fui a sentar a la mesa donde estaban aplaudiendo.


Y Ettore se volvió a acostar en el pasto. Ted negó con la cabeza, pensando realmente si su amigo era un Ravenclaw. Y sacando las varitas de regaliz de entre su túnica, le ofreció una a Ettore.


-¿Y esto?

-Me las dio tu mamá para que las compartiera contigo.

-¡Genial! Me levantaron el castigo por lo del baño de niñas. Y no digas que es mi mamá. Acá es la profesora Malfoy.


Y sacando dos varitas de un tirón, comenzó a comerlas con verdaderas ganas.


3º año “Plumas de Azúcar”

La clase de Binns se extendía con las aburridas palabras del profesor fantasma. Ted y Ettore escribían adormilados, mientras comían de sus plumas de azúcar. De pronto, Ettore dio un salto, que pasó desapercibido entre el monótono discurso. Ted miró a su amigo y frunció el ceño preocupado. Eso solo podía significar una cosa…


-¡Ted!, ¡se me ocurrió algo!

-Ettore…piensa muy bien qué se te ocurrió. Recuerda que la última vez estuviste castigado dos semanas.

-Eso fue error de cálculo…

-¡Error de cálculo!, ¡diseccionaste “por accidente” una mandrágora y dejaste las entrañas en un cubo, que cayó sobre el profesor Longbottom cuando entró al invernadero!

-No era para él…era para Susie Bones, de Hufflepuff.

-Deja en paz a esa chica…no te ha hecho nada…

-Sí lo hizo, pero ya cambiemos el tema. Mira, necesito tu ayuda…

-¿Y qué te hace pensar que te ayudaré?

-Es porque adoras ir a visitar a la profesora Malfoy o a la directora McGonagall conmigo, ¿verdad?


Ted suspiró derrotado ante las palabras de su amigo y negó con la cabeza. Continuó anotando mientras Ettore susurraba.


-Verás, mañana en clases de Pociones quiero que el caldero de August Mollet estalle en su cara. Mañana haremos una poción parecida a los Polvos Verrugosos y…

-¿Me explicas qué te hizo Mollet para querer desfigurarle la cara?

-Trató de echar al fuego a Woody, en la Sala Común.


Ted miró a Ettore, que presionaba con ira su pluma de azúcar. Comprendió la sed de venganza de su amigo, porque él también la sintió, y sonrió convincentemente.


-Podríamos ponerle un quod entre los ingredientes…de preferencia entre los escarabajos. Son los últimos en entrar al caldero.

-Pero notará que hay un quod. No se parece en nada a un escarabajo…

-Lo hechizamos para que cambie de forma. Lo volvemos negro y pequeño.


Ettore sonrió y comió ávidamente su pluma, mientras continuaba escribiendo, imitándole Ted a los segundos.

Al otro día, en medio de la clase de Pociones de los alumnos de 3º año de Ravenclaw y Gryffindor, un fuerte estallido retumbó por las paredes del castillo. Un chico, con la insignia de Ravenclaw, quedó cubierto de una asquerosa costra que chorreaba un pus verdoso. Ted y Ettore, concentrados en su caldero, se tragaban las risas que le provocaban los gritos de Mollet. El profesor de Pociones notó la pasividad de ambos chicos.


-DiMaggio, Lupin…al despacho de la directora. Creo que ya conocen el camino.

-¡Pero porqué!

-Esto tiene su firma, señor DiMaggio. Y la genialidad del señor Lupin. Vayan, la contraseña no ha cambiado desde su última suspensión, señor DiMaggio.


Ambos chicos guardaron sus cosas y se dirigieron al despacho de la directora. Una vez adentro, la mujer los miró con una ceja en alto.


-¿Y ahora?

-Nos mandó el profesor Sinleaks. Según él, nosotros quisimos desfigurar la cara de August Mollet…como si eso fuera posible, el chico ya nació así.


Ted se tragó la sonrisa que afloró a las palabras de su amigo al ver el rostro de la directora. La desfachatez con que Ettore manejaba las cosas lo sorprendía.


-Pues si el profesor Sinleaks lo dice, debe ser verdad. Jamás ha fallado cuando dice que alguna broma la hizo usted, señor DiMaggio. De quien me extraña es de usted, señor Lupin.


Ted tragó duro cuando vio a McGonagall voltear y hablarle a un cuadro (“ve a buscarla”). Al escuchar el susurro de la directora, Ettore también tragó duro. Esa frase solo significaba una cosa…que vendría ella…

Y llegó a los minutos.


-¿Qué hizo ahora?


La voz de la profesora Malfoy tronó en el despacho. Una cosa era que fuese su madre. Y otra, la profesora de Defensa Contra las Artes Oscura. Y eso, era de temer.


-Estallaron un caldero y le desfiguraron la cara a un compañero, August Mollet, Ofelia.

-Ettore…¿me puedes explicar tu afán de hacer esas cosas? Creo que tendré que castigarte a ti y a Dante también, por darte semejantes ideas…pero…¿qué hace Ted acá?

-Lo ayudó.

-¡¿Qué?!


Ted imaginó la cara de su abuela, la reprimenda de su padrino y todo lo que se avecinaba. Ni comparable con la imagen mental de Ettore, que se veía corriendo por los terrenos de la Mansión Malfoy, huyendo de los hechizos del abuelo Lucius.


-¿Y por qué hicieron semejante atrocidad? Ese pobre chico no le hace mal a nadie. Es tu compañero, DiMaggio. Pensé que respetabas más la insignia de tu casa y…

-¡Trató de quemar a Woody!, ¡¡de echarlo al fuego!!, ¡¡no iba a permitir que quedara sin castigo su osadía!!, ¡¡Woody no le había echo nada!!


Ted comenzó a redactar su testamento mentalmente. El hecho que su amigo le gritara a la profesora Malfoy solo podía significar una cosa. Iban a volver a instaurar los castigos con torturas de las que tanto amaba Filch.


-¿Eso…hizo?

-Sí.

-Muy bien. Treinta puntos menos para Ravenclaw y treinta puntos menos para Gryffindor. Ahora váyanse. Y para la próxima vez, comuníquenme cualquier intento de homicidio que quieran hacerle a Woody.

-¿No estarás siendo flexible con tu hijo y su amigo, Ofelia?

-Yo hubiese hecho lo mismo o peor, Minerva…con Woody nadie se mete.


Ted salió del despacho seguido de Ettore. Había descubierto de dónde había heredado ese carácter su amigo. Y antes de decir cualquier cosa, una pluma de azúcar apareció frente a él.


-Nos toca con Binns…otra vez…


Y el joven de ojos sangre soltó una risa mientras camina muy ufano al lado de Ted. El pequeño Lupin se pregunta cuántas veces en su vida dudará si Ravenclaw era la casa correcta para su amigo.


4º año “Meigas Fritas”

El sofocante aire de la clase de Adivinación los esperaba en aquella aula de tonos extravagantes.


-Oye Ted…¿me podrías recordar porqué tomamos Adivinación con la loca de Trelawney?

-Porque te aburre Aritmancia, ya haces Runas Antiguas y si tomas Estudios Muggles, tu abuelo te cocina vivo.

-Buen punto…pero detesto esa clase.

-Tampoco es que yo me desviva por ella.

-¿Y qué haces inscrito en ella?

-¡Tú me obligaste!

-Oye…ni que te hubiese puesto la varita al cuello.

-Lo hiciste…


El tono fastidiado de Ted hizo reír a Ettore. Ambos subieron la escalerilla y se acomodaron en una mesa. Sobre ella brillaba la bola de cristal, con sus formas nebulosas. Ted va a tocarla y Ettore lo detiene. Le extiende un paquete de Meigas Fritas.


-¿Qué sucede?

-Siéntate y disfruta del espectáculo.

-Un momento…¿en qué consistió tu último castigo?

-En limpiar las bolas de cristal de la clase de Adivinación.


Ted tomó la bolsa de golosina que le ofrecía su amigo y se alejó de la bola de cristal. Una vez que estuvo a prudente distancia, miró fijamente a su amigo.


-¿Qué usaste para limpiarlas? Porque dudo que haya sido quitamanchas.

-Fluido Explosivo.


Lo dijo tan descaradamente, que Ted iba a replicar. Pero un estallido lo interrumpió. Las bolas de cristal comenzaron a explotar una tras otra, mientras Ettore comía alegremente sus Meigas Fritas y Ted negaba con la cabeza. Estaba seguro que el expediente de Ettore DiMaggio era mucho más grueso que el de Sirius Black, James Potter, Harry Potter, Ron Weasley, Fred y George Weasley, y Dante Barucci juntos. Su amigo había pasado al recuerdo de generaciones como el bromista y busca pleitos más grande de la historia misma de Hogwarts.

Cuando todas las bolas hubiesen estallado (incluida las de ellos, que tuvieron que protegerse con las bolsas de las Meigas Fritas para no herir sus ojos), la profesora Trelawney miró furibunda a Ettore. Por respuesta, el chico guardó todas sus cosas con una sonrisa en la cara y miró a la profesora.


-¿Cuál es la contraseña del despacho de la directora ahora?

-¡¡DiMaggio!!

-Wow…sí que me he hecho famoso. Un completo halago.

-¡Y usted acompáñelo, señor Lupin!

-Pero…pero…

-Hazlo, Ted…


Ted se levantó enojado y salieron ambos del aula. Camino al despacho, el Gryffindor enfrentó a su amigo.


-¡Sabes que no tuve que ver!

-Lo sé…

-¡¿Y por qué tengo que ir al despacho yo también?!

-Porque la mantis gigante te dijo. Pero le diré a McGonagall que nada tuviste que ver y te dejará libre.

-¿Y?, aún así no podré volver a clases.

-Es la hora libre de Victoire Weasley. Pensé que te gustaría acompañarla un momento en su paseo por los jardines.


Ted guardó silencio y miró a su amigo, que caminaba despreocupado al despacho. Definitivamente no era tan tonto como creía. El Sombrero tenía razón. Loco, bromista, exagerado, pedante, soberbio e inquieto. Su amigo era todo eso. Pero también era inteligente. Y vaya que sí lo era. Ettore DiMaggio era todo un Ravenclaw.


5º año “Grageas de todos los sabores de Bertie Bott”

Ettore DiMaggio estaba sentado en la Sala Común de Ravenclaw. Frente a él, más de 50 cajas de Grageas, repartidas por el suelo. A su lado, una bolsa de papel. Una chica miraba su tarea afanosa, que consistía en dar un pequeño mordisco a una gragea, verificar el sabor y luego, si el resultado era asqueroso, guardar la gragea en la bolsa a su lado.


-¿Quién es tu víctima esta vez, Ettore?


El chico alzó sus ojos sangre y se topó con los ambarinos de su compañera, tan parecidos a los de su lechuza Pólux. Enarcó una sonrisa y negó con la cabeza.


-Nadie, Iris. Son para mí.

-¿Separas las de sabor asqueroso para comer tranquilamente las otras?

-No. Las asquerosas son mías. Y si no te molesta que estén levemente mordidas, las otras pueden ser tuyas.


La chica abrió sus ojos extrañada. Conocía a Ettore desde su primer año, cuando él iba en segundo. Y fue testigo de las bromas más truculentas y sin sentidos que alguien pudiese imaginar. Pero ese año había transcurrido tranquilo. Demasiado tranquilo, todos los profesores estaban extrañados que Ettore aún no intentara quemar el vestíbulo o aliarse con Peeves para torturar a los de primer año. De hecho, desde marzo del año anterior, el chico vivía encerrado en la biblioteca.

Ettore sintió la mirada escrutiñadora de la chica.


-¿Qué te pasa, Haverbeck?

-Nada, DiMaggio…


El chico comprendió. Había molestado a la única chica que no le incomodaban sus bromas ni tampoco intentaba intoxicarlo con Amortentia. Porque, había que decirlo. Ettore DiMaggio se había vuelto uno de los chicos más populares de Hogwarts. Sus ojos color sangre llamaban la atención. Su cabello negro, un poco largo, le daba un toque desenfadado. Su pálida tez resaltaba su mirada fría, enmarcada en un rostro anguloso y fino. Era alto, mucho más que el común de sus compañeros y su cuerpo se había desarrollado fornido desde que era golpeador del equipo de Quidditch de Ravenclaw. Además de su indiferencia y su porte gallardo, con toda la atracción de las tierras italianas, hacían estragos entre las jóvenes brujas.

Ettore miró a su amiga. Ojos ámbar, cabello color miel, como el pelo de Ted cuando lo conoció, de tez trigueña y pequeña. Sonrió.


-¿Quieres ayudarme, Iris?


Remarcó exageradamente el nombre de la chica. Y ella se percató de eso. Se sentó en el suelo y, por respuesta, tomó una caja de grageas y comenzó a separarlas. Ettore continuó en su trabajo también, sumamente concentrado.

El día sábado estaba lluvioso. Todos los alumnos se refugiaban en la comodidad y tibieza de sus Salas Comunes. Bueno, casi todos. Una sombra, protegido por la capucha de su túnica, estaba algo alejado del castillo. La lluvia aumentaba, pero la persona no daba señales de moverse de ahí.

Al rato otra silueta lo alcanzó. Cuando estuvo frente a la primera, rezongó enojado.


-¿No podíamos juntarnos en un lugar menos mojado, Ettore?

-No…


Ted calló. La voz de su amigo sonaba ronca y lejana.


-¿Qué te pasa?

-Desde que te hiciste novio de Victoire Weasley me haz dejado solo.

-¿Es una escena de celos?

-No. Te estoy mostrando lo “buen” amigo que eres. Y ahora te lo comprobaré.


Antes de que Ted reclamara, Ettore dejó una bolsa en el suelo. Cerró los ojos y comenzó a transformarse. A los segundos quedó convertido en un hermoso halcón negro de profundos ojos color sangre. Ted abrió su boca sorprendido.


-¡¡Eres un animago, Ettore!!


El halcón asintió con la cabeza y luego abrió las alas. A los segundos después, Ettore, transformado en un chico nuevamente, se sacudía la túnica mojada.


-¡Es increíble, Ettore!, ¡tus padres estarán orgullosos de ti!, ¿desde cuándo te transformas?

-Desde que eres novio de Weasley. Era mi sorpresa para ti. Ya que eres un metamorfomago, quería que compartiéramos algo. Pero ahora da igual.


Ted guardó silencio. Su amigo tenía razón. Desde que era novio de Victoire lo había dejado muy abandonado. Al punto de solo verlo en las comidas del Gran Comedor. Antes de empezar a disculparse, Ettore tomó la bolsa que traía. La colocó frente al rostro de Ted.


-¿Sabes qué es esto?

-No…

-Son Grageas de todos los sabores de Bertie Bott. Me pasé toda la tarde del viernes y parte de la noche separando las asquerosas de las sabrosas. Creo que si no es por Iris, no hubiese terminado jamás. Y en esta bolsa están las de los sabores más asquerosos y repugnantes.


Ted alzó una ceja y miró ceñudo a su amigo.


-¿Y a quién pretendes dárselas?

-A nadie. Son para mí.


Y antes de que Ted se diera cuenta, Ettore se echó un puñado a la boca. Solo pudo imitar su gesto un par de veces, antes de botar la bolsa y comenzar a vomitar impulsivamente. Ted lo tomó por los hombros y trataba de calmarle mientras le gritaba que era un estúpido.

Dos horas después, Ettore despertó. Su último recuerdo era de estar vomitando como poseído. Y se recriminó su estupidez mentalmente. Al mirar a un lado de la cama, vio a Iris dormir en una silla, apoyada en su cama. Tenía tomada una de sus manos, donde podía sentir el cálido aliento de la muchacha. Cuando miró al otro lado de su cama, vio a Ted durmiendo con la cabeza gacha y los brazos cruzados, sentado en una silla. Sonrió. Alzó la vista al techo de la enfermería y suspiró. A veces se preguntaba si realmente Ravenclaw era su casa.


-Nunca más te dejaré solo. Pero júrame que no volverás a hacer esa estupidez que hiciste.


El joven DiMaggio miró a un lado y vio a Ted observarlo con profundos ojos verdes, mientras su pálida tez era realzada con un cabello negro, que poco a poco se iba aclarando, hasta terminar de color castaño claro.


-Nunca más…

-Tuviste a todos muy preocupados. La profesora Malfoy se fue hace unos momentos. Y tu padre vino. Estaba furioso. Lo bueno es que te traje a tiempo.

-¿Qué pasó? No pensé que comer esas cosas me haría tanto mal.

-Descubrimos que eres alérgico al hígado de las grageas. Iris dijo que ella había probado esa, por eso no te pasó nada.

-Así que eso fue…

-Sí. Así que de ahora en adelante, no podrás comer grageas al menos que alguien las pruebe antes por ti.

-Entonces me voy olvidando de comerlas. Nadie se dedicará a ser mi catador oficial…

-Iris y yo nos ofrecimos. Tu padre quedó más tranquilo y me hizo jurarle que le escribiría apenas despertaras.

-¿Y por qué no lo haz hecho?

-Porque si Filch me encuentra merodeando por los pasillos, me detendrá. Y ya sabes que me tiene entre ceja y ceja por ser el mejor amigo del provocador más grande de la historia de la escuela.


Ettore sonrió quedadamente y comenzó a cerrárseles los ojos.


-Gracias, Ted…y disculpa por lo de los celos…

-Pierde cuidado. Te entiendo, también fue mi culpa al abandonarte. Prometo no volverlo a hacer. Ahora descansa.

-Respecto a lo que te mostré…

-Descuida. Ya hablaremos de eso. Por el momento, quédate tranquilo. Tu secreto está a salvo conmigo.

-Gracias, amigo…


Ettore se durmió y Ted cerró los ojos con una sonrisa en la cara. En los cinco años que conocía al joven Ravenclaw, era la primera vez que le debe las gracias. El susto ya había pasado.


6º año “Cerveza de Mantequilla”

-¿Lo haz visto?

-Para nada…

-Estoy preocupado. No ha aparecido en clases. Y no lo encuentro por ningún lado…¿no estará en la Sala Común de Ravenclaw?

-Vengo de ahí. Y no está.

-Por Merlín, Ettore. Dónde demonios te metiste…


Ted fruncía el ceño preocupado mientras Iris y Victoire lo observaban. La joven Weasley, luciendo su uniforme de Hufflepuff, susurró con temor.


-Teddy…¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

-Ayer en la noche, después de la cena. Estaba extraño, como ido. Susurró algunas cosas pero luego dijo algo de las cocinas y se fue.

-¿Y no estará en las cocinas? Él sabe como entrar. Hace unos años lo descubrí entrando cuando salía de mi Sala Común.


Ted miró a su novia y sonrió. A los minutos, los tres ya estaban en las cocinas de Hogwarts. Pero no se veía a Ettore por ningún lado. Iris se acercó a un elfo doméstico.


-Disculpa…¿ha visto a un muchacho venir?

-¿De ojos como la sangre?

-El mismo.

-Se veía muy triste. Nos preguntó si teníamos whisky de fuego. Estaba tan desesperado, que se lo dimos. No debíamos, pero estaba tan triste…le pasamos una botella.

-¿Dijo dónde iba después?

-Habló algo de un calamar…

-¡¡El lago!!


El grito de Ted hizo sobresaltarse a Victoire, Iris y al elfo. El muchacho salió corriendo, seguido de Victoire. Iris miró al elfo.


-Muchas gracias por tu ayuda.

-Tome…


Le extendió dos botellas sacadas de un estante.


-¿Y esto?

-Cerveza de mantequilla. Le ayudará a entrar en calor si acaso se ha metido al lago.

-Gracias…

-Me llamo Hook. Si necesitan algo, solo pronuncie mi nombre, jovencita.

-Muchas gracias, Hook.


Iris tomó las botellas, las guardó en su túnica y salió corriendo. Cuando alcanzó a Victoire, vio que ésta miraba preocupada el lago.


-¿Qué sucede?

-Encontramos a Ettore.


Antes que la muchacha preguntara algo, escuchó un grito enojado. Miró al lago. Estaba iluminado por la luna menguante y su brillo le daba un toque algo irreal. Pero lo que más llamaba la atención era ver a Ted, metido hasta la cintura en el lago vestido con su uniforme, y más adentro, con el agua hasta el pecho, estaba Ettore. Notó que el muchacho no llevaba su uniforme, pues su pálido torso se reflejaba en la superficie del lago.


-¡No seas idiota, Ettore, y ven para acá!

-¡NO!

-¡Ven!, ¡me estoy congelando!

-¡DÉJAME!, ¡EL CALAMAR ME TIENE QUE DEVORAR!

-¡Deja de decir esa estupidez y ven acá!

-¡NO!, ¡SOY UN ENFERMO!, ¡ESO SOY!, ¡¡CALAMAR, VEN A COMERME!!

-¡Imbécil!


Iris vio como Ted entraba al lago y alcanzaba a Ettore. Le quitaba una botella vacía que tenía en la mano y la arrojaba a la orilla con fuerza. Cuando notó que Ettore se resistía comprendió. Su amigo estaba completamente borracho.

Por fin Ted convenció a Ettore que saliera del lago. Victoire, llevando la túnica de Ted en sus manos, se acercó rápidamente, seguida de Iris, que llevaba las tibias cervezas de mantequilla. Cuando alcanzaron a los dos muchachos, notaron que Ettore llevaba solo sus pantalones del uniforme. Ted lo reprendía.


-¡Eres el imbécil más grande del mundo mágico!, ¡ahora, por Godric, dime dónde dejaste tu uniforme!


Ettore vio a Iris y la abrazó. Comenzó a susurrar cosas incoherentes hasta que Ted logró separarlos y zamarreó a su amigo.


-¡Tu uniforme!

-No me grites…

-¡¿Dónde está tu ropa?!

-Allá…


Ettore señaló un punto en la noche y cayó al suelo. Iris le entregó las cervezas de mantequilla a Victoire mientras iba a buscar el uniforme de su amigo. La joven Hufflepuff las abrió. Con un movimiento de varita secó a su novio y a Ettore, y les entregó las botellas. Ted la bebió de un trago y se reconfortó con el calor de la bebida. Luego le dio la cerveza a su amigo, que terminó de beberla y lo miró fijamente.


-Ted…soy un monstruo…

-Dime porqué dices eso…

-Me gusta mi mejor amiga. Iris me vuelve loco.


Victoire comprendió. El sentido de la amistad de Ettore era muy fuerte. Y que le gustara su mejor amiga lo descolocaba. Vio a la joven Ravenclaw acercarse y, cuando la tuvo al lado, le quitó el uniforme de Ettore. Le entregó su túnica a Ted y tomó del brazo a Iris.


-Vamos…

-¿Qué?, no…tenemos que ver qué le pasa a Ettore.

-Ted se encargará de eso, vamos.

-Pero…

-¡Vamos!


Iris se dejó llevar por Victoire cuando vio que Ted asentía. Cuando los dos muchachos quedaron solos, Ted comenzó a vestir a su ebrio amigo.


-¿Por eso te emborrachaste?

-Sí…

-¿Y por eso le pedías al calamar que te comiera?

-Sí…

-Eres un idiota.

-Lo sé…no la merezco.

-No es eso. Habla con ella. Estoy seguro que serás correspondido.

-¡Estoy traicionando su amistad!

-No lo haces…pero ya hablaremos de eso. Ahora vamos a la Sala Común de Gryffindor. Dormirás en mi cuarto.

-¿Por qué?

-Porque como prefecto tengo que preocuparme de que se cumplan las reglas. Y que te estés bañando en el lago sale de toda norma.

-Ah…por eso…

-Y como amigo, voy a cuidarte.


Ted terminó de vestirlo y lo ayudó a levantarse. Lentamente se dirigieron al castillo, siendo Ettore quien se afirmaba en Ted.

Al otro día, Ettore se despertó con un horrible dolor de cabeza. Miró a todos lados y notó que estaba en un cuarto desconocido. En lugar de los doseles azules, unos escarlatas coronaban la cama. Miró al lado y vio a Ted sentado, vestido solo con su pijama.


-¿Qué hora es?

-Las once de la mañana…

-¡Las clases!

-Es sábado, tarado.


Ettore sonrió mientras se sujetaba la cabeza. Miró a Ted.


-¿Por qué estoy aquí?, ¿Dónde estoy?

-En mi dormitorio. En Gryffindor. Pensaba compartir la cama contigo, pero Lohan se cayó de la escoba ayer y tuvo que pasar la noche en la enfermería. Le pregunté si podía usar su cama y me dijo que ningún problema.

-¿Y qué hago en Gryffindor?

-Ayer te emborrachaste. Y le pedías al calamar gigante que te devorara. Te convencí de salir, pero como estabas no podrías volver a tu dormitorio. Así que te traje acá.


Ettore asintió y recordó lo sucedido de golpe. Miró a Ted suplicante.


-Dime que Iris no estaba cuando te confesé que me gustaba…

-No, no estaba. Era Victoire. Y cuando Iris llegó, se la llevó. De hecho, ya hablé con ambas, en el desayuno. Quedaron más tranquilas. Eso sí, Iris me dijo que enviaría a un elfo con tu desayuno. No debería tardar en llegar.

-Fuiste a desayunar en pijama…

-No…me vestí con cualquier cosa en la mañana y hablé con las chicas luego de desayunar. Después vine a dormir otro poco. Me desperté minutos antes que tú.


En ese momento llegó un elfo trayendo una bandeja de desayuno. Se la pasó a Ettore, quien se sentó en la cama. Y luego desapareció, no sin antes darle los saludos de apoyo de Victoire e Iris. Ettore comenzó a beber el cargado café y Ted se sentó en la cama. Lo miró con profundos ojos amarillos.


-¿Desde cuándo te gusta Iris?

-Desde mitad de año de 4º año.

-Hace mucho…

-Me hice animago por ella. Como no puedo entrar al dormitorio de chicas, iba a verla como halcón, a través de la ventana. También en las vacaciones.

-Wow…que romántico…pero insisto, deberías decirle.

-Tal vez…a todo esto…no le digas a mi madre lo de ayer…

-Pierde cuidado. Ayer nadie nos descubrió. Quién iba a decir que tu fama de bromista te daría tan buen aliado.

-¿A qué te refieres?

-Ayer, cuando entraba contigo al castillo, me topé con Peeves. Y se preocupó por ti. Le dije que necesitaba su ayuda, para que no te castigaran. Y Peeves, diciendo que haría cualquier cosa por su socio, fue a hacer un escándalo cerca de las mazmorras. Así Filch no nos descubrió. Y los cuadros tampoco, todos fueron a ver la reprimenda de Filch hacia Peeves.

-Increíble…mi socio se lució…

-Ahora bébete ese café. Al almuerzo veremos a las chicas. Luego de desayunar duerme un poco.

-Lo que digas, el inteligente aquí eres tú.

-Si no me equivoco, el Sombrero te dejó a ti en Ravenclaw…

-Ese Sombrero ya está viejo…empieza a chochear…


Ted sonrió ante el comentario de su amigo. Lo vio servirse su desayuno con hambre atroz y luego acostarse a seguir durmiendo. Se levantó cuando escuchó el respirar sosegado de Ettore. Se dirigía al baño cuando la aguardentosa voz de su amigo lo detuvo.


-Dile a Lohan que gracias…

-Lo haré.


Y Ted entró al baño, sonriendo, mientras recordaba que durmió en el sofá del dormitorio hasta que Lohan se levantó y le ofreció su cama para que descansara. Pero Ettore no tenía porqué enterarse que durmió en la cama de Ted. Jamás se perdonaría haber obligado a su amigo dormir en un sofá por culpa de una borrachera.


7º año “Pastel de Cumpleaños”

Ted y Ettore esperaban sentados escuchar sus nombres para entregarles el diploma de graduación. Sus familias estaban filas más allá, sonriendo orgullosas.

McGonagall entregó el diploma y luego se acercó a la tarima. Aclaró su voz y cuando leyó el nombre que venía, esbozó una sonrisa.


-Bien, el alumno que viene ahora marcó un antes y un después en la historia de Hogwarts. No será recordado como el alumno más brillante que ha pasado por las aulas, aunque no negaremos su extraordinaria capacidad. Tampoco lo recordaremos por su gran capacidad para jugar Quidditch, aunque guió a su equipo a ganar la copa cuando fue capitán en 5º año. Y mucho menos lo recordaremos por su excelente conducta, porque su capacidad de saltarse las reglas fue tal, que me vi obligada durante un tiempo a usar su apellido como contraseña del despacho de la dirección para hacer más eficiente sus constantes visitas. Creo que no exagero al decir que pasó más tiempo en castigos o en mi despacho en lugar de las aulas. Y que su conducta irresponsable y descuidada lo transformó en el alumno más problemático que ha pasado por Hogwarts, superando con creces a Sirius Black, James Potter, los gemelos Weasley o Dante Barucci. Su capacidad para bromas fue tal que hasta se ganó el respeto de Peeves, quien “cariñosamente” lo llamaba “socio”. No, este alumno será recordado por ser el animago más joven del que se tiene cuenta registrado en el Ministerio de Magia, logrando a los 15 años su transformación, de manera ilegal, la que fue regularizada cuando cumplió su mayoría de edad. Pido un aplauso a este peculiar muchacho, Ettore DiMaggio.


Ettore se levantó con una sonrisa traviesa en la cara y comenzó a subir al escenario. McGonagall le entregó su diploma y lo abrazó formalmente. Luego lo quedó mirando y sonrió.


-Estoy orgullosa de ti. Espero ahora que madurez un poco y dejes de ser tan rebelde. Al menos la señorita Haverbeck ha ayudado un poco.


Ettore asintió y un levísimo rubor subió por sus pálidas mejillas al oír la mención de Iris, que era su novia desde hace un par de meses. Se despidió cortésmente de la directora y miró a su familia. Ahí estaba Scorpius, que aplaudía efusivamente. En su cabeza descansaba Woody, que también aplaudía. Dea le enviaba cariñosos besos mientras su padre aplaudía quedo, asintiendo con orgullo con la cabeza. Al lado de él, su tío Dante lo vitoreaba mientras su abuela Gina aplaudía llorando, con una sonrisa en la cara. La abuela Narcisa también aplaudía, tranquila, sonriente, mientras una solitaria lágrima le rodó por la mejilla derecha, que ella secó con dignidad. Y al lado de ella estaba él. El abuelo Lucius le aplaudía de pie, con la vista brillante y el pecho henchido de orgullo. Escuchó que alguien comentó la increíble capacidad de él, siendo animago tan joven. Y casi corrió a abrazar a Lucius cuando escuchó a lo lejos decir “lógico, ¿qué esperaban? Es mi nieto”. Realmente todo acababa bien.

Se fue a sentar al lado de Ted y cuando corrió su vista, vio a Iris, vistiendo su uniforme de Ravenclaw, que lo saludaba tiernamente desde la entrada del Gran Comedor, lugar que había sido ambientado para la graduación.

Le hizo un guiño coqueto y vio a Iris sonrojarse en el momento que llegaba Victoire a su lado, aún ataviada con el uniforme de Hufflepuff, para ver a Ted graduarse.

Más nombres, más discurso realzando la capacidad peculiar de cada alumno. Ettore ya comenzaba a aburrirse y planeaba seriamente provocar un caos en el Salón, cuando McGonagall comenzó un discurso que a él llamó poderosamente la atención.


-El siguiente alumno, me enorgullece decirlo, se gradúa siendo Premio Anual. Tuvo las más altas calificaciones de toda su generación de las cuatro casas. También se lleva el galardón por Servicios Especiales a la Escuela, máximo premio otorgado a un alumno, por su sobresaliente actuación en los disturbios con los centauros del Bosque Prohibido, ocurridos al principio del año escolar presente. Su conducta sobresaliente lo llevó a ser prefecto en 5º año, destacándose por su estricto cumplimiento de las reglas. Su participación en clases y constantes respuestas asertivas le significaron un sinfín de puntos para su casa, ayudando enormemente a que Gryffindor ganara la copa de las casas por tres años consecutivos. Y a pesar de todo lo anterior, cabe destacar que fue el mejor amigo del joven DiMaggio, siendo esta incondicional amistad puesta a prueba constantemente. Pido un aplauso a Ted Lupin, un increíble Gryffindor de tomo y lomo.


Ted subió el escenario muy avergonzado. La directora McGonagall le entregó su diploma enrollado y lo abrazó. Luego se separó de él y lo miró a los ojos.


-Sé que tus padres estarían muy orgullosos de ti. Nosotros lo estamos.


Ted asintió avergonzado y miró a su familia, como minutos antes lo había hecho Ettore. Vio a la abuela Andrómeda aplaudir orgullosa, junto a su padrino Harry. Ginny le enviaba besos de madre amorosa. Lily, ayudada por Albus, se encaramaba en una silla y tambien le enviaba besos efusivos. Albus agitaba sus manos y James aplaudía fuertemente. También notó que los Malfoy le aplaudían. Suspiró y agradeció con una leve inclinación a la familia de la hermana de su abuela y, al mismo tiempo, la familia de su mejor amigo.

Se fue a sentar al lado de Ettore y a los segundos sintió un codazo en su costado. Miró al joven animago con el ceño fruncido.


-Ni te enojes. Allá esperan tu saludo.


Apuntó con la cabeza la entrada del Gran Comedor y vio que Victoire lo saludaba tímidamente. Ted le envió un beso disimuladamente y luego volvió a concentrarse en la ceremonia, mirando de vez en cuando a su novia.

Dos horas después, Ted estaba sentado a la orilla del lago abrazado de su novia. Sabía que su familia estaba en el cóctel de graduación pero quería un momento a solas con Victoire, momento logrado al falso secuestro y la falsa despedida de compañeros que se inventó Ettore.

Y como si lo hubiese invocado con el pensamiento, su amigo apareció tomado de la mano con Iris. Frente a él flotaban cuatro platos.

Ettore se sentó al lado de Ted y con un movimiento de varita le entregó un plato con pastel a él y a Victoire, para luego comenzar a comer el propio e Iris lo imitó. Victoire, con una sonrisa agradeció el plato y comenzó a comer. Ted tomó su plato y miró a Ettore.


-¿Y tú?

-Vine a despedirme de Victoire…hasta, claro, cuando tengas los cojones de decirle a Bill y Fleur que eres el novio de su princesita y por fin puedas salir de fiesta con Iris y conmigo.

-¿Les dijiste a los demás donde estábamos?

-No…el abuelo Lucius me ayudó a distraerlos, contando la fascinante historia de cuando fuimos al Ministerio a regularizar mi condición de animago.

-Genial…

-Y mamá dijo que guardará el secreto. De hecho, no le ha contado a nadie, ni a mi padre.


Ted sonrió y comió un trozo de pastel. Le supo amargo y miró a Ettore frunciendo el ceño.


-¿Qué le pusiste al pastel?

-¿Al de las chicas o al mío? Nada. Al tuyo le eché laxante muggle.


Al ver la cara desfigurada de Ted, Ettore estalló en carcajadas y tuvo que ser Iris quien tranquilizara al joven metamorfomago.


-Es una broma, Ted. No le echó nada. Todos están amargos. Son del cumpleaños de Dante, el tío de Ettore. Cumplió años hace dos semanas y nos guardó pastel a los cuatro. Está amargo porque tenía limón, pero dijo que le hizo un hechizo que le avisaba si no los comíamos. Y si eso ocurría, nos transformaba en bestias.


Ted continuó comiendo del pastel mientras negaba con la cabeza. Y luego se preguntaban de dónde había sacado ese humor retorcido Ettore.

Cuando su amigo dejó de reír, Victoire lo miró.


-¿Y qué harás ahora, Ettore?

-Estoy entre sanador y dragonolista. Decidiré en el verano.

-¿Y por qué te hiciste animago? Pensé que serías auror.

-Te equivocas. La academia de aurores espera con los brazos abiertos a Ted. A mí me quieren lo más lejos posible de ellos.

-¿Y entonces?

-¿Entonces qué?

-¿Para qué te hiciste animago?

-Ese, querida Victoire, es un secreto que pretendo llevarme a la tumba.


Ettore sonrió y Ted negó con la cabeza. Su amigo jamás le diría a nadie el motivo principal y el secundario del porqué se hizo animago. Pero siendo él único que conocía ambos, se sintió enormemente afortunado.


-¿Y cuál es la sorpresa que me tenías, Iris?


La joven dejó el plato vacío a un lado y miró a Ettore. Una sonrisa franca y llena de ternura cruzó su rostro cuando sus ojos se toparon con los sangre de Ettore.


-Aprendí a hacer el Patronus.

-¡Wow!, ¿y qué forma toma?

-Míralo tú mismo.


La joven sacó su varita y se levantó. Apuntó al lago y cerrando los ojos, pareció meditar su momento feliz. Ted estaba seguro que sería el día que Ettore le pidió que fueran novios. En medio de un partido, el muchacho golpeó una bludger y a unos 100 metros sobre el suelo, montado en la Nimbus 2001 que le había pedido específicamente a su padre, le gritó si quería ser su novia. Cuando Iris asintió avergonzada, toda la escuela, que había sido testigo de la petición desde las gradas, estalló en un rugido y Ettore, en medio de su alegría, golpeó una bludger que terminó derribando al guardián de Slytherin. Sí, definitivamente ése era el momento más feliz de Iris. El inicio del alocado noviazgo con el alocado Ettore.


-¡Especto Patronum!


De la varita de Iris apareció una nube plateada, que en segundos tomó la forma de un gigantesco y majestuoso halcón. El Patronus sobrevoló el lago para luego perderse a la distancia.

El silencio invadió a los amigos. Iris volteó a ver a Ettore, que aún tenía la mirada fija en el lugar exacto donde había desaparecido el plateado halcón. Luego miró a Iris.


-¿Tanto me amas?

-Sí…

-Ni yo me amo tanto…

-¡Idiota!


Iris golpeó suavemente con su pie la pierna de Ettore mientras sonreía. El muchacho de cabello negro sacó su varita y se puso de pie. Miró cómplice a Ted y a Victoire y luego miró a Iris.


-¿Podrías, amor mío, informarle a los presentes cuál es tu animal favorito?

-Pues…el dragón…

-¿Podría especificarme, bella dama, cuál tipo?

-Opaleye de las Antípodas…

-Veamos…pensemos un momento feliz…mmm…el día que me emborraché y quería que el calamar gigante me devorara. O podría ser cuando inundé el baño de niñas…¡no!, mejor el día que descubrí que era alérgico a la gragea de hígado.


Ettore rió divertido y su novia lo miró alegre. Ted y Victoire lo sabían. Sabían que esos dos desquiciados que parecían cualquier cosa menos novios, compartían el momento más feliz de su vida.


-¡Especto Patronum!


De inmediato se formó un gigantesco dragón, cuya apariencia era igual al Opaleye de las Antípodas. El Patronus también sobrevoló el lago y desapareció en el mismo punto que el halcón. Iris miró a Ettore.


-Increíble…me amas más de lo que te amo yo…¡genial!, ¡te tengo en mis manos, tarado!

-¡te gustaría!


Y, guardando su varita, Ettore se lanzó en persecución de Iris. Victoire había quedado muy sorprendida con el plateado dragón, pero Ted no.

“Cuando mi Patronus tomó forma por primera vez…descubrí que la amaba”

Le encontró sentido. Ettore había descubierto su amor por Iris gracia a su Patronus. Sonrió. Al fin y al cabo, ese loco desquiciado que ahora estaba dentro del lago, jugando con Iris, mojándose e intentando ahogarse mutuamente, se había enamorado. Abrazó a Victoire mientras veía como Iris se sacaba la túnica y la tiraba sobre Ettore, para luego lanzarse sobre él. Sus carcajadas llenaban el aire. Y Ted sintió, desde el fondo del alma, que los dos cromos de ranas de chocolate que aún guardaba en el bolsillo sobre su corazón, le susurraban palabras de felicitaciones y orgullo.

Merlín lo premiaba y no podía pedir más.