jueves, 19 de marzo de 2009

Accio

Podría subirla por capítulos...ya sé que es larga...pero me da igual!!! La leen toda!!! Y luego me dicen que tal ^^

He aquí el interface entre la historia de Draco y Ofelia y la historia de sus hijos ^^ Dishshshshshfrútenla!!!!!


Kamal (que se ha intoxicado en café en los últimos 3 días xD)

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Las dulces historias del metamorfomago y el animago


1º Año “Ranas de Chocolate”


Ted Lupin estaba en la biblioteca enfrascado en un trabajo de Pociones. Su pluma rasgaba el pergamino en un susurro casi escalofriante. Y aquel escalofrío le recorrió cuando sintió una agria mirada en su nuca. Volteó y se encontró con dos ojos color sangre observándolo fijamente.


-¿Ettore?

-Te espero en el vestíbulo en media hora.


Y sin decir más, el chico de cabello azabache se va. Ted frunce el ceño, preocupado por el tono que usó su amigo para hablarle. Rápidamente termina el informe de dos pergaminos y medio, y sale de la biblioteca.

Al llegar al vestíbulo, distingue la silueta de Ettore. Se acerca sigilosamente y se planta a su lado. Comienza a mirar el paisaje de los jardines de Hogwarts cubiertos de nieve y arregla su bufanda amarilla y escarlata, subiéndola hasta su nariz.


-¿Qué hace un Gryffindor cuando se junta con un Ravenclaw?


La pregunta de Ettore descolocó a Ted. Antes de que cuestionara algo, Ettore le extendió dos cromos de las ranas de chocolate. Ted los tomó y abrió sus ojos sorprendidos.


-Pensé que te gustarían…por eso me intoxiqué en ranas de chocolate. Mi padre casi me mata cuando terminé en la enfermería. Y la profesora Malfoy me dijo que si continuaba comiendo ranas de chocolates, me iba a transformar en una…pero ya logré mi objetivo.


Ahí estaban. Uno de los cromos rezaba “Nimphadora (Tonks) Lupin”. Una hermosa bruja de pelo color rosa chicle saludaba sonriendo y guiñaba el ojo con coquetería. Ted ya tenía ese cromo, pero no se lo había mencionado a Ettore. Y ahora menos lo haría. Y el otro cromo era uno de los más difíciles de conseguir. Un hombre de rostro cansado sonreía como si recordase cosas de antaño. Su cabello castaño, entrecano, se movía cuando él pasaba su mano distraída por él. Y unos ojos color miel brillaban al mirarlo. Bajo la imagen rezaba el nombre “Remus Lupin”.

Ted miró a su amigo, que levantaba su bufanda azul y gris, y sonrió.


-Gracias Ettore…

-Ni lo menciones. Me debes un Agripa y un Ptolomeo.

-¡Pero si esos son los más difíciles de conseguir, desde la época de mi padre!


Ettore miró con un brillo de maldad en los ojos y susurró.


-Entonces habrá que comer más ranas de chocolate…


Y sacó dos envoltorios, dándole uno a Ted. El chico del cabello azul miró dentro y habían diez ranas de chocolate. A veces se preguntaba porqué su amigo había quedado en Ravenclaw si era tan idiota para algunas cosas.


2º año “Varitas de Regaliz”


El despacho de la profesora Malfoy era absolutamente lúgubre. No se esperaba nada bueno. Es decir, que lo dejara después de clases, solo podía significar una cosa. Y eso era lo que le hacía sacar fuerzas del dorado león que se erguía orgulloso en su túnica.

La profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras apareció de la nada y frunció el ceño al ver el pelo azul y los ojos amarillos de Ted. Luego, al notar que nadie más estaba en el aula, cerró la puerta con su varita y miró al niño. El chico ya se encomendaba a sus padres, representados en los dos cromos que llevaba en el bolsillo de la túnica.


-Ted Remus Lupin…tengo que hablar contigo…

-Sí…profesora…

-¿Sabes qué día es mañana?

-No…


La profesora Malfoy esbozó una sonrisa y Ted abrió sus ojos sorprendidos.


-Eres igual de distraído que tu madre. En fin, mañana es el cumpleaños de Ettore, creo que algo recordarás.

-¡Es cierto!

-Como es sábado, le pedí autorización a la directora McGonagall para sacarlo y llevarlo a Hogsmeade.

-¿Cómo?

-No me interrumpas.

-Perdón…

-Y como tú eres su mejor amigo, irás con nosotros. Sé que puedo confiar esto en ti, porque han pasado muchas cosas juntos y su amistad está muy fortalecida.


El silencio que siguió a estas frases armó de valor a Ted, que decide enfrentarse a la profesora más estricta de Hogwarts, después de la directora McGonagall…y que ya había enviado a algunos de sus compañeros a sendos castigos, entre ellos a Ettore.


-Disculpe, profesora Malfoy…¿Qué tiene que ver usted con Ettore?


Y sin creer lo que veía, la profesora se sentó y sacó un frasco con varitas de regaliz. Invitó a Ted a sentarse y servirse una, mientras suspiraba sonriendo.


-Supongo que Ettore te ha contado de su familia…

-Sí, me ha dicho que tiene dos hermanos pequeños. Y que vive con sus padres y su tío, el hermano menor de su mamá.

-¿Y nunca te ha dicho los nombres de ellos?

-¿La verdad? No…

-Bueno, pues te contaré yo. Ettore, al igual que tú, perdió a sus padres durante la guerra, a manos de Voldemort. Luego fue criado por una amiga de sus padres, también bruja. Al tiempo después esta madre adoptiva se casó y tuvo dos hijos. Y bueno, toda la familia del esposo de su madre adoptiva, partiendo por él, lo aceptaron como de la familia. Eso sí, su madre jamás aceptó que él se cambiara el apellido. Por eso él no tiene el apellido de sus padres.

-¿Y cómo sabe eso usted?

-Yo soy la madre de Ettore.


Ted se atoró con la varita que estaba comiendo. Se golpeo el pecho y miró con ojos llorosos a la profesora Malfoy.


-¡¿Usted?!

-Sí. Ahora que sabes, espero que guardes el secreto. Nadie debe saber. ¡Ah! Y Draco ya habló con Andrómeda y con Harry. Y ambos autorizaron tu salida de este sábado. Así que te quiero completamente vestido y desayunado a las diez de la mañana en el vestíbulo.


Ted asintió y la profesora sonrió. Le dio una bolsa de papel, con más varitas de regaliz para que compartiera con Ettore, y luego de agitar su varita, le permitió marcharse.

Quince minutos después, se escuchó por los jardines de Hogwarts, donde muchos estudiantes descansaban después de los exámenes finales, a la refrescante libertad veraniega.


-¡¡¡ETTORE DIMAGGIO!!!


El jovencito Ravenclaw se levantó sobresaltado del pasto donde antes estaba acostado, a la sombra de un árbol, y vio a su amigo acercarse hecho una fiera. Su cabello tomó un tinte castaño dorado, que le recordó levemente a un león.

Cuando Ted llegó al lado de Ettore, el pelinegro se aclaró la voz y dijo con toda la soberbia heredada de los Malfoy.


-Cualquier cosa que te haya pasado, yo no tuve nada que ver. Después de lo de Halloween, la directora me puso un ultimátum.

-¡¿Por qué no me dijiste quienes eran tus padres?!

-Ah…eso…

-¡Me acabo de enterar!

-¿Y cómo?

-¡La profesora Malfoy me dijo!

-Ah…era como lógico, ¿no? Aparte de mí y la directora, solo ella sabe…pero ya cálmate y siéntate…tampoco quiero que todo Hogwarts se entere.


Ted se sentó y bufó molesto. Ettore lo miró con sus ojos color sangre y sonrió ante la mirada recriminadora de su amigo.


-¿Por qué no me dijiste?

-Porque nunca me preguntaste cómo se llamaban mis padres o hermanos. Es todo.


Ted negó con la cabeza. La respuesta era la más estúpida que había escuchado en la boca de su amigo. En realidad no, casi todas sus respuestas eran de la misma lógica.


-¿Estás seguro que cuando te pusiste el Sombrero Seleccionador dijo “Ravenclaw”?

-Sí…creo…en realidad no me fijé. Me fui a sentar a la mesa donde estaban aplaudiendo.


Y Ettore se volvió a acostar en el pasto. Ted negó con la cabeza, pensando realmente si su amigo era un Ravenclaw. Y sacando las varitas de regaliz de entre su túnica, le ofreció una a Ettore.


-¿Y esto?

-Me las dio tu mamá para que las compartiera contigo.

-¡Genial! Me levantaron el castigo por lo del baño de niñas. Y no digas que es mi mamá. Acá es la profesora Malfoy.


Y sacando dos varitas de un tirón, comenzó a comerlas con verdaderas ganas.


3º año “Plumas de Azúcar”

La clase de Binns se extendía con las aburridas palabras del profesor fantasma. Ted y Ettore escribían adormilados, mientras comían de sus plumas de azúcar. De pronto, Ettore dio un salto, que pasó desapercibido entre el monótono discurso. Ted miró a su amigo y frunció el ceño preocupado. Eso solo podía significar una cosa…


-¡Ted!, ¡se me ocurrió algo!

-Ettore…piensa muy bien qué se te ocurrió. Recuerda que la última vez estuviste castigado dos semanas.

-Eso fue error de cálculo…

-¡Error de cálculo!, ¡diseccionaste “por accidente” una mandrágora y dejaste las entrañas en un cubo, que cayó sobre el profesor Longbottom cuando entró al invernadero!

-No era para él…era para Susie Bones, de Hufflepuff.

-Deja en paz a esa chica…no te ha hecho nada…

-Sí lo hizo, pero ya cambiemos el tema. Mira, necesito tu ayuda…

-¿Y qué te hace pensar que te ayudaré?

-Es porque adoras ir a visitar a la profesora Malfoy o a la directora McGonagall conmigo, ¿verdad?


Ted suspiró derrotado ante las palabras de su amigo y negó con la cabeza. Continuó anotando mientras Ettore susurraba.


-Verás, mañana en clases de Pociones quiero que el caldero de August Mollet estalle en su cara. Mañana haremos una poción parecida a los Polvos Verrugosos y…

-¿Me explicas qué te hizo Mollet para querer desfigurarle la cara?

-Trató de echar al fuego a Woody, en la Sala Común.


Ted miró a Ettore, que presionaba con ira su pluma de azúcar. Comprendió la sed de venganza de su amigo, porque él también la sintió, y sonrió convincentemente.


-Podríamos ponerle un quod entre los ingredientes…de preferencia entre los escarabajos. Son los últimos en entrar al caldero.

-Pero notará que hay un quod. No se parece en nada a un escarabajo…

-Lo hechizamos para que cambie de forma. Lo volvemos negro y pequeño.


Ettore sonrió y comió ávidamente su pluma, mientras continuaba escribiendo, imitándole Ted a los segundos.

Al otro día, en medio de la clase de Pociones de los alumnos de 3º año de Ravenclaw y Gryffindor, un fuerte estallido retumbó por las paredes del castillo. Un chico, con la insignia de Ravenclaw, quedó cubierto de una asquerosa costra que chorreaba un pus verdoso. Ted y Ettore, concentrados en su caldero, se tragaban las risas que le provocaban los gritos de Mollet. El profesor de Pociones notó la pasividad de ambos chicos.


-DiMaggio, Lupin…al despacho de la directora. Creo que ya conocen el camino.

-¡Pero porqué!

-Esto tiene su firma, señor DiMaggio. Y la genialidad del señor Lupin. Vayan, la contraseña no ha cambiado desde su última suspensión, señor DiMaggio.


Ambos chicos guardaron sus cosas y se dirigieron al despacho de la directora. Una vez adentro, la mujer los miró con una ceja en alto.


-¿Y ahora?

-Nos mandó el profesor Sinleaks. Según él, nosotros quisimos desfigurar la cara de August Mollet…como si eso fuera posible, el chico ya nació así.


Ted se tragó la sonrisa que afloró a las palabras de su amigo al ver el rostro de la directora. La desfachatez con que Ettore manejaba las cosas lo sorprendía.


-Pues si el profesor Sinleaks lo dice, debe ser verdad. Jamás ha fallado cuando dice que alguna broma la hizo usted, señor DiMaggio. De quien me extraña es de usted, señor Lupin.


Ted tragó duro cuando vio a McGonagall voltear y hablarle a un cuadro (“ve a buscarla”). Al escuchar el susurro de la directora, Ettore también tragó duro. Esa frase solo significaba una cosa…que vendría ella…

Y llegó a los minutos.


-¿Qué hizo ahora?


La voz de la profesora Malfoy tronó en el despacho. Una cosa era que fuese su madre. Y otra, la profesora de Defensa Contra las Artes Oscura. Y eso, era de temer.


-Estallaron un caldero y le desfiguraron la cara a un compañero, August Mollet, Ofelia.

-Ettore…¿me puedes explicar tu afán de hacer esas cosas? Creo que tendré que castigarte a ti y a Dante también, por darte semejantes ideas…pero…¿qué hace Ted acá?

-Lo ayudó.

-¡¿Qué?!


Ted imaginó la cara de su abuela, la reprimenda de su padrino y todo lo que se avecinaba. Ni comparable con la imagen mental de Ettore, que se veía corriendo por los terrenos de la Mansión Malfoy, huyendo de los hechizos del abuelo Lucius.


-¿Y por qué hicieron semejante atrocidad? Ese pobre chico no le hace mal a nadie. Es tu compañero, DiMaggio. Pensé que respetabas más la insignia de tu casa y…

-¡Trató de quemar a Woody!, ¡¡de echarlo al fuego!!, ¡¡no iba a permitir que quedara sin castigo su osadía!!, ¡¡Woody no le había echo nada!!


Ted comenzó a redactar su testamento mentalmente. El hecho que su amigo le gritara a la profesora Malfoy solo podía significar una cosa. Iban a volver a instaurar los castigos con torturas de las que tanto amaba Filch.


-¿Eso…hizo?

-Sí.

-Muy bien. Treinta puntos menos para Ravenclaw y treinta puntos menos para Gryffindor. Ahora váyanse. Y para la próxima vez, comuníquenme cualquier intento de homicidio que quieran hacerle a Woody.

-¿No estarás siendo flexible con tu hijo y su amigo, Ofelia?

-Yo hubiese hecho lo mismo o peor, Minerva…con Woody nadie se mete.


Ted salió del despacho seguido de Ettore. Había descubierto de dónde había heredado ese carácter su amigo. Y antes de decir cualquier cosa, una pluma de azúcar apareció frente a él.


-Nos toca con Binns…otra vez…


Y el joven de ojos sangre soltó una risa mientras camina muy ufano al lado de Ted. El pequeño Lupin se pregunta cuántas veces en su vida dudará si Ravenclaw era la casa correcta para su amigo.


4º año “Meigas Fritas”

El sofocante aire de la clase de Adivinación los esperaba en aquella aula de tonos extravagantes.


-Oye Ted…¿me podrías recordar porqué tomamos Adivinación con la loca de Trelawney?

-Porque te aburre Aritmancia, ya haces Runas Antiguas y si tomas Estudios Muggles, tu abuelo te cocina vivo.

-Buen punto…pero detesto esa clase.

-Tampoco es que yo me desviva por ella.

-¿Y qué haces inscrito en ella?

-¡Tú me obligaste!

-Oye…ni que te hubiese puesto la varita al cuello.

-Lo hiciste…


El tono fastidiado de Ted hizo reír a Ettore. Ambos subieron la escalerilla y se acomodaron en una mesa. Sobre ella brillaba la bola de cristal, con sus formas nebulosas. Ted va a tocarla y Ettore lo detiene. Le extiende un paquete de Meigas Fritas.


-¿Qué sucede?

-Siéntate y disfruta del espectáculo.

-Un momento…¿en qué consistió tu último castigo?

-En limpiar las bolas de cristal de la clase de Adivinación.


Ted tomó la bolsa de golosina que le ofrecía su amigo y se alejó de la bola de cristal. Una vez que estuvo a prudente distancia, miró fijamente a su amigo.


-¿Qué usaste para limpiarlas? Porque dudo que haya sido quitamanchas.

-Fluido Explosivo.


Lo dijo tan descaradamente, que Ted iba a replicar. Pero un estallido lo interrumpió. Las bolas de cristal comenzaron a explotar una tras otra, mientras Ettore comía alegremente sus Meigas Fritas y Ted negaba con la cabeza. Estaba seguro que el expediente de Ettore DiMaggio era mucho más grueso que el de Sirius Black, James Potter, Harry Potter, Ron Weasley, Fred y George Weasley, y Dante Barucci juntos. Su amigo había pasado al recuerdo de generaciones como el bromista y busca pleitos más grande de la historia misma de Hogwarts.

Cuando todas las bolas hubiesen estallado (incluida las de ellos, que tuvieron que protegerse con las bolsas de las Meigas Fritas para no herir sus ojos), la profesora Trelawney miró furibunda a Ettore. Por respuesta, el chico guardó todas sus cosas con una sonrisa en la cara y miró a la profesora.


-¿Cuál es la contraseña del despacho de la directora ahora?

-¡¡DiMaggio!!

-Wow…sí que me he hecho famoso. Un completo halago.

-¡Y usted acompáñelo, señor Lupin!

-Pero…pero…

-Hazlo, Ted…


Ted se levantó enojado y salieron ambos del aula. Camino al despacho, el Gryffindor enfrentó a su amigo.


-¡Sabes que no tuve que ver!

-Lo sé…

-¡¿Y por qué tengo que ir al despacho yo también?!

-Porque la mantis gigante te dijo. Pero le diré a McGonagall que nada tuviste que ver y te dejará libre.

-¿Y?, aún así no podré volver a clases.

-Es la hora libre de Victoire Weasley. Pensé que te gustaría acompañarla un momento en su paseo por los jardines.


Ted guardó silencio y miró a su amigo, que caminaba despreocupado al despacho. Definitivamente no era tan tonto como creía. El Sombrero tenía razón. Loco, bromista, exagerado, pedante, soberbio e inquieto. Su amigo era todo eso. Pero también era inteligente. Y vaya que sí lo era. Ettore DiMaggio era todo un Ravenclaw.


5º año “Grageas de todos los sabores de Bertie Bott”

Ettore DiMaggio estaba sentado en la Sala Común de Ravenclaw. Frente a él, más de 50 cajas de Grageas, repartidas por el suelo. A su lado, una bolsa de papel. Una chica miraba su tarea afanosa, que consistía en dar un pequeño mordisco a una gragea, verificar el sabor y luego, si el resultado era asqueroso, guardar la gragea en la bolsa a su lado.


-¿Quién es tu víctima esta vez, Ettore?


El chico alzó sus ojos sangre y se topó con los ambarinos de su compañera, tan parecidos a los de su lechuza Pólux. Enarcó una sonrisa y negó con la cabeza.


-Nadie, Iris. Son para mí.

-¿Separas las de sabor asqueroso para comer tranquilamente las otras?

-No. Las asquerosas son mías. Y si no te molesta que estén levemente mordidas, las otras pueden ser tuyas.


La chica abrió sus ojos extrañada. Conocía a Ettore desde su primer año, cuando él iba en segundo. Y fue testigo de las bromas más truculentas y sin sentidos que alguien pudiese imaginar. Pero ese año había transcurrido tranquilo. Demasiado tranquilo, todos los profesores estaban extrañados que Ettore aún no intentara quemar el vestíbulo o aliarse con Peeves para torturar a los de primer año. De hecho, desde marzo del año anterior, el chico vivía encerrado en la biblioteca.

Ettore sintió la mirada escrutiñadora de la chica.


-¿Qué te pasa, Haverbeck?

-Nada, DiMaggio…


El chico comprendió. Había molestado a la única chica que no le incomodaban sus bromas ni tampoco intentaba intoxicarlo con Amortentia. Porque, había que decirlo. Ettore DiMaggio se había vuelto uno de los chicos más populares de Hogwarts. Sus ojos color sangre llamaban la atención. Su cabello negro, un poco largo, le daba un toque desenfadado. Su pálida tez resaltaba su mirada fría, enmarcada en un rostro anguloso y fino. Era alto, mucho más que el común de sus compañeros y su cuerpo se había desarrollado fornido desde que era golpeador del equipo de Quidditch de Ravenclaw. Además de su indiferencia y su porte gallardo, con toda la atracción de las tierras italianas, hacían estragos entre las jóvenes brujas.

Ettore miró a su amiga. Ojos ámbar, cabello color miel, como el pelo de Ted cuando lo conoció, de tez trigueña y pequeña. Sonrió.


-¿Quieres ayudarme, Iris?


Remarcó exageradamente el nombre de la chica. Y ella se percató de eso. Se sentó en el suelo y, por respuesta, tomó una caja de grageas y comenzó a separarlas. Ettore continuó en su trabajo también, sumamente concentrado.

El día sábado estaba lluvioso. Todos los alumnos se refugiaban en la comodidad y tibieza de sus Salas Comunes. Bueno, casi todos. Una sombra, protegido por la capucha de su túnica, estaba algo alejado del castillo. La lluvia aumentaba, pero la persona no daba señales de moverse de ahí.

Al rato otra silueta lo alcanzó. Cuando estuvo frente a la primera, rezongó enojado.


-¿No podíamos juntarnos en un lugar menos mojado, Ettore?

-No…


Ted calló. La voz de su amigo sonaba ronca y lejana.


-¿Qué te pasa?

-Desde que te hiciste novio de Victoire Weasley me haz dejado solo.

-¿Es una escena de celos?

-No. Te estoy mostrando lo “buen” amigo que eres. Y ahora te lo comprobaré.


Antes de que Ted reclamara, Ettore dejó una bolsa en el suelo. Cerró los ojos y comenzó a transformarse. A los segundos quedó convertido en un hermoso halcón negro de profundos ojos color sangre. Ted abrió su boca sorprendido.


-¡¡Eres un animago, Ettore!!


El halcón asintió con la cabeza y luego abrió las alas. A los segundos después, Ettore, transformado en un chico nuevamente, se sacudía la túnica mojada.


-¡Es increíble, Ettore!, ¡tus padres estarán orgullosos de ti!, ¿desde cuándo te transformas?

-Desde que eres novio de Weasley. Era mi sorpresa para ti. Ya que eres un metamorfomago, quería que compartiéramos algo. Pero ahora da igual.


Ted guardó silencio. Su amigo tenía razón. Desde que era novio de Victoire lo había dejado muy abandonado. Al punto de solo verlo en las comidas del Gran Comedor. Antes de empezar a disculparse, Ettore tomó la bolsa que traía. La colocó frente al rostro de Ted.


-¿Sabes qué es esto?

-No…

-Son Grageas de todos los sabores de Bertie Bott. Me pasé toda la tarde del viernes y parte de la noche separando las asquerosas de las sabrosas. Creo que si no es por Iris, no hubiese terminado jamás. Y en esta bolsa están las de los sabores más asquerosos y repugnantes.


Ted alzó una ceja y miró ceñudo a su amigo.


-¿Y a quién pretendes dárselas?

-A nadie. Son para mí.


Y antes de que Ted se diera cuenta, Ettore se echó un puñado a la boca. Solo pudo imitar su gesto un par de veces, antes de botar la bolsa y comenzar a vomitar impulsivamente. Ted lo tomó por los hombros y trataba de calmarle mientras le gritaba que era un estúpido.

Dos horas después, Ettore despertó. Su último recuerdo era de estar vomitando como poseído. Y se recriminó su estupidez mentalmente. Al mirar a un lado de la cama, vio a Iris dormir en una silla, apoyada en su cama. Tenía tomada una de sus manos, donde podía sentir el cálido aliento de la muchacha. Cuando miró al otro lado de su cama, vio a Ted durmiendo con la cabeza gacha y los brazos cruzados, sentado en una silla. Sonrió. Alzó la vista al techo de la enfermería y suspiró. A veces se preguntaba si realmente Ravenclaw era su casa.


-Nunca más te dejaré solo. Pero júrame que no volverás a hacer esa estupidez que hiciste.


El joven DiMaggio miró a un lado y vio a Ted observarlo con profundos ojos verdes, mientras su pálida tez era realzada con un cabello negro, que poco a poco se iba aclarando, hasta terminar de color castaño claro.


-Nunca más…

-Tuviste a todos muy preocupados. La profesora Malfoy se fue hace unos momentos. Y tu padre vino. Estaba furioso. Lo bueno es que te traje a tiempo.

-¿Qué pasó? No pensé que comer esas cosas me haría tanto mal.

-Descubrimos que eres alérgico al hígado de las grageas. Iris dijo que ella había probado esa, por eso no te pasó nada.

-Así que eso fue…

-Sí. Así que de ahora en adelante, no podrás comer grageas al menos que alguien las pruebe antes por ti.

-Entonces me voy olvidando de comerlas. Nadie se dedicará a ser mi catador oficial…

-Iris y yo nos ofrecimos. Tu padre quedó más tranquilo y me hizo jurarle que le escribiría apenas despertaras.

-¿Y por qué no lo haz hecho?

-Porque si Filch me encuentra merodeando por los pasillos, me detendrá. Y ya sabes que me tiene entre ceja y ceja por ser el mejor amigo del provocador más grande de la historia de la escuela.


Ettore sonrió quedadamente y comenzó a cerrárseles los ojos.


-Gracias, Ted…y disculpa por lo de los celos…

-Pierde cuidado. Te entiendo, también fue mi culpa al abandonarte. Prometo no volverlo a hacer. Ahora descansa.

-Respecto a lo que te mostré…

-Descuida. Ya hablaremos de eso. Por el momento, quédate tranquilo. Tu secreto está a salvo conmigo.

-Gracias, amigo…


Ettore se durmió y Ted cerró los ojos con una sonrisa en la cara. En los cinco años que conocía al joven Ravenclaw, era la primera vez que le debe las gracias. El susto ya había pasado.


6º año “Cerveza de Mantequilla”

-¿Lo haz visto?

-Para nada…

-Estoy preocupado. No ha aparecido en clases. Y no lo encuentro por ningún lado…¿no estará en la Sala Común de Ravenclaw?

-Vengo de ahí. Y no está.

-Por Merlín, Ettore. Dónde demonios te metiste…


Ted fruncía el ceño preocupado mientras Iris y Victoire lo observaban. La joven Weasley, luciendo su uniforme de Hufflepuff, susurró con temor.


-Teddy…¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

-Ayer en la noche, después de la cena. Estaba extraño, como ido. Susurró algunas cosas pero luego dijo algo de las cocinas y se fue.

-¿Y no estará en las cocinas? Él sabe como entrar. Hace unos años lo descubrí entrando cuando salía de mi Sala Común.


Ted miró a su novia y sonrió. A los minutos, los tres ya estaban en las cocinas de Hogwarts. Pero no se veía a Ettore por ningún lado. Iris se acercó a un elfo doméstico.


-Disculpa…¿ha visto a un muchacho venir?

-¿De ojos como la sangre?

-El mismo.

-Se veía muy triste. Nos preguntó si teníamos whisky de fuego. Estaba tan desesperado, que se lo dimos. No debíamos, pero estaba tan triste…le pasamos una botella.

-¿Dijo dónde iba después?

-Habló algo de un calamar…

-¡¡El lago!!


El grito de Ted hizo sobresaltarse a Victoire, Iris y al elfo. El muchacho salió corriendo, seguido de Victoire. Iris miró al elfo.


-Muchas gracias por tu ayuda.

-Tome…


Le extendió dos botellas sacadas de un estante.


-¿Y esto?

-Cerveza de mantequilla. Le ayudará a entrar en calor si acaso se ha metido al lago.

-Gracias…

-Me llamo Hook. Si necesitan algo, solo pronuncie mi nombre, jovencita.

-Muchas gracias, Hook.


Iris tomó las botellas, las guardó en su túnica y salió corriendo. Cuando alcanzó a Victoire, vio que ésta miraba preocupada el lago.


-¿Qué sucede?

-Encontramos a Ettore.


Antes que la muchacha preguntara algo, escuchó un grito enojado. Miró al lago. Estaba iluminado por la luna menguante y su brillo le daba un toque algo irreal. Pero lo que más llamaba la atención era ver a Ted, metido hasta la cintura en el lago vestido con su uniforme, y más adentro, con el agua hasta el pecho, estaba Ettore. Notó que el muchacho no llevaba su uniforme, pues su pálido torso se reflejaba en la superficie del lago.


-¡No seas idiota, Ettore, y ven para acá!

-¡NO!

-¡Ven!, ¡me estoy congelando!

-¡DÉJAME!, ¡EL CALAMAR ME TIENE QUE DEVORAR!

-¡Deja de decir esa estupidez y ven acá!

-¡NO!, ¡SOY UN ENFERMO!, ¡ESO SOY!, ¡¡CALAMAR, VEN A COMERME!!

-¡Imbécil!


Iris vio como Ted entraba al lago y alcanzaba a Ettore. Le quitaba una botella vacía que tenía en la mano y la arrojaba a la orilla con fuerza. Cuando notó que Ettore se resistía comprendió. Su amigo estaba completamente borracho.

Por fin Ted convenció a Ettore que saliera del lago. Victoire, llevando la túnica de Ted en sus manos, se acercó rápidamente, seguida de Iris, que llevaba las tibias cervezas de mantequilla. Cuando alcanzaron a los dos muchachos, notaron que Ettore llevaba solo sus pantalones del uniforme. Ted lo reprendía.


-¡Eres el imbécil más grande del mundo mágico!, ¡ahora, por Godric, dime dónde dejaste tu uniforme!


Ettore vio a Iris y la abrazó. Comenzó a susurrar cosas incoherentes hasta que Ted logró separarlos y zamarreó a su amigo.


-¡Tu uniforme!

-No me grites…

-¡¿Dónde está tu ropa?!

-Allá…


Ettore señaló un punto en la noche y cayó al suelo. Iris le entregó las cervezas de mantequilla a Victoire mientras iba a buscar el uniforme de su amigo. La joven Hufflepuff las abrió. Con un movimiento de varita secó a su novio y a Ettore, y les entregó las botellas. Ted la bebió de un trago y se reconfortó con el calor de la bebida. Luego le dio la cerveza a su amigo, que terminó de beberla y lo miró fijamente.


-Ted…soy un monstruo…

-Dime porqué dices eso…

-Me gusta mi mejor amiga. Iris me vuelve loco.


Victoire comprendió. El sentido de la amistad de Ettore era muy fuerte. Y que le gustara su mejor amiga lo descolocaba. Vio a la joven Ravenclaw acercarse y, cuando la tuvo al lado, le quitó el uniforme de Ettore. Le entregó su túnica a Ted y tomó del brazo a Iris.


-Vamos…

-¿Qué?, no…tenemos que ver qué le pasa a Ettore.

-Ted se encargará de eso, vamos.

-Pero…

-¡Vamos!


Iris se dejó llevar por Victoire cuando vio que Ted asentía. Cuando los dos muchachos quedaron solos, Ted comenzó a vestir a su ebrio amigo.


-¿Por eso te emborrachaste?

-Sí…

-¿Y por eso le pedías al calamar que te comiera?

-Sí…

-Eres un idiota.

-Lo sé…no la merezco.

-No es eso. Habla con ella. Estoy seguro que serás correspondido.

-¡Estoy traicionando su amistad!

-No lo haces…pero ya hablaremos de eso. Ahora vamos a la Sala Común de Gryffindor. Dormirás en mi cuarto.

-¿Por qué?

-Porque como prefecto tengo que preocuparme de que se cumplan las reglas. Y que te estés bañando en el lago sale de toda norma.

-Ah…por eso…

-Y como amigo, voy a cuidarte.


Ted terminó de vestirlo y lo ayudó a levantarse. Lentamente se dirigieron al castillo, siendo Ettore quien se afirmaba en Ted.

Al otro día, Ettore se despertó con un horrible dolor de cabeza. Miró a todos lados y notó que estaba en un cuarto desconocido. En lugar de los doseles azules, unos escarlatas coronaban la cama. Miró al lado y vio a Ted sentado, vestido solo con su pijama.


-¿Qué hora es?

-Las once de la mañana…

-¡Las clases!

-Es sábado, tarado.


Ettore sonrió mientras se sujetaba la cabeza. Miró a Ted.


-¿Por qué estoy aquí?, ¿Dónde estoy?

-En mi dormitorio. En Gryffindor. Pensaba compartir la cama contigo, pero Lohan se cayó de la escoba ayer y tuvo que pasar la noche en la enfermería. Le pregunté si podía usar su cama y me dijo que ningún problema.

-¿Y qué hago en Gryffindor?

-Ayer te emborrachaste. Y le pedías al calamar gigante que te devorara. Te convencí de salir, pero como estabas no podrías volver a tu dormitorio. Así que te traje acá.


Ettore asintió y recordó lo sucedido de golpe. Miró a Ted suplicante.


-Dime que Iris no estaba cuando te confesé que me gustaba…

-No, no estaba. Era Victoire. Y cuando Iris llegó, se la llevó. De hecho, ya hablé con ambas, en el desayuno. Quedaron más tranquilas. Eso sí, Iris me dijo que enviaría a un elfo con tu desayuno. No debería tardar en llegar.

-Fuiste a desayunar en pijama…

-No…me vestí con cualquier cosa en la mañana y hablé con las chicas luego de desayunar. Después vine a dormir otro poco. Me desperté minutos antes que tú.


En ese momento llegó un elfo trayendo una bandeja de desayuno. Se la pasó a Ettore, quien se sentó en la cama. Y luego desapareció, no sin antes darle los saludos de apoyo de Victoire e Iris. Ettore comenzó a beber el cargado café y Ted se sentó en la cama. Lo miró con profundos ojos amarillos.


-¿Desde cuándo te gusta Iris?

-Desde mitad de año de 4º año.

-Hace mucho…

-Me hice animago por ella. Como no puedo entrar al dormitorio de chicas, iba a verla como halcón, a través de la ventana. También en las vacaciones.

-Wow…que romántico…pero insisto, deberías decirle.

-Tal vez…a todo esto…no le digas a mi madre lo de ayer…

-Pierde cuidado. Ayer nadie nos descubrió. Quién iba a decir que tu fama de bromista te daría tan buen aliado.

-¿A qué te refieres?

-Ayer, cuando entraba contigo al castillo, me topé con Peeves. Y se preocupó por ti. Le dije que necesitaba su ayuda, para que no te castigaran. Y Peeves, diciendo que haría cualquier cosa por su socio, fue a hacer un escándalo cerca de las mazmorras. Así Filch no nos descubrió. Y los cuadros tampoco, todos fueron a ver la reprimenda de Filch hacia Peeves.

-Increíble…mi socio se lució…

-Ahora bébete ese café. Al almuerzo veremos a las chicas. Luego de desayunar duerme un poco.

-Lo que digas, el inteligente aquí eres tú.

-Si no me equivoco, el Sombrero te dejó a ti en Ravenclaw…

-Ese Sombrero ya está viejo…empieza a chochear…


Ted sonrió ante el comentario de su amigo. Lo vio servirse su desayuno con hambre atroz y luego acostarse a seguir durmiendo. Se levantó cuando escuchó el respirar sosegado de Ettore. Se dirigía al baño cuando la aguardentosa voz de su amigo lo detuvo.


-Dile a Lohan que gracias…

-Lo haré.


Y Ted entró al baño, sonriendo, mientras recordaba que durmió en el sofá del dormitorio hasta que Lohan se levantó y le ofreció su cama para que descansara. Pero Ettore no tenía porqué enterarse que durmió en la cama de Ted. Jamás se perdonaría haber obligado a su amigo dormir en un sofá por culpa de una borrachera.


7º año “Pastel de Cumpleaños”

Ted y Ettore esperaban sentados escuchar sus nombres para entregarles el diploma de graduación. Sus familias estaban filas más allá, sonriendo orgullosas.

McGonagall entregó el diploma y luego se acercó a la tarima. Aclaró su voz y cuando leyó el nombre que venía, esbozó una sonrisa.


-Bien, el alumno que viene ahora marcó un antes y un después en la historia de Hogwarts. No será recordado como el alumno más brillante que ha pasado por las aulas, aunque no negaremos su extraordinaria capacidad. Tampoco lo recordaremos por su gran capacidad para jugar Quidditch, aunque guió a su equipo a ganar la copa cuando fue capitán en 5º año. Y mucho menos lo recordaremos por su excelente conducta, porque su capacidad de saltarse las reglas fue tal, que me vi obligada durante un tiempo a usar su apellido como contraseña del despacho de la dirección para hacer más eficiente sus constantes visitas. Creo que no exagero al decir que pasó más tiempo en castigos o en mi despacho en lugar de las aulas. Y que su conducta irresponsable y descuidada lo transformó en el alumno más problemático que ha pasado por Hogwarts, superando con creces a Sirius Black, James Potter, los gemelos Weasley o Dante Barucci. Su capacidad para bromas fue tal que hasta se ganó el respeto de Peeves, quien “cariñosamente” lo llamaba “socio”. No, este alumno será recordado por ser el animago más joven del que se tiene cuenta registrado en el Ministerio de Magia, logrando a los 15 años su transformación, de manera ilegal, la que fue regularizada cuando cumplió su mayoría de edad. Pido un aplauso a este peculiar muchacho, Ettore DiMaggio.


Ettore se levantó con una sonrisa traviesa en la cara y comenzó a subir al escenario. McGonagall le entregó su diploma y lo abrazó formalmente. Luego lo quedó mirando y sonrió.


-Estoy orgullosa de ti. Espero ahora que madurez un poco y dejes de ser tan rebelde. Al menos la señorita Haverbeck ha ayudado un poco.


Ettore asintió y un levísimo rubor subió por sus pálidas mejillas al oír la mención de Iris, que era su novia desde hace un par de meses. Se despidió cortésmente de la directora y miró a su familia. Ahí estaba Scorpius, que aplaudía efusivamente. En su cabeza descansaba Woody, que también aplaudía. Dea le enviaba cariñosos besos mientras su padre aplaudía quedo, asintiendo con orgullo con la cabeza. Al lado de él, su tío Dante lo vitoreaba mientras su abuela Gina aplaudía llorando, con una sonrisa en la cara. La abuela Narcisa también aplaudía, tranquila, sonriente, mientras una solitaria lágrima le rodó por la mejilla derecha, que ella secó con dignidad. Y al lado de ella estaba él. El abuelo Lucius le aplaudía de pie, con la vista brillante y el pecho henchido de orgullo. Escuchó que alguien comentó la increíble capacidad de él, siendo animago tan joven. Y casi corrió a abrazar a Lucius cuando escuchó a lo lejos decir “lógico, ¿qué esperaban? Es mi nieto”. Realmente todo acababa bien.

Se fue a sentar al lado de Ted y cuando corrió su vista, vio a Iris, vistiendo su uniforme de Ravenclaw, que lo saludaba tiernamente desde la entrada del Gran Comedor, lugar que había sido ambientado para la graduación.

Le hizo un guiño coqueto y vio a Iris sonrojarse en el momento que llegaba Victoire a su lado, aún ataviada con el uniforme de Hufflepuff, para ver a Ted graduarse.

Más nombres, más discurso realzando la capacidad peculiar de cada alumno. Ettore ya comenzaba a aburrirse y planeaba seriamente provocar un caos en el Salón, cuando McGonagall comenzó un discurso que a él llamó poderosamente la atención.


-El siguiente alumno, me enorgullece decirlo, se gradúa siendo Premio Anual. Tuvo las más altas calificaciones de toda su generación de las cuatro casas. También se lleva el galardón por Servicios Especiales a la Escuela, máximo premio otorgado a un alumno, por su sobresaliente actuación en los disturbios con los centauros del Bosque Prohibido, ocurridos al principio del año escolar presente. Su conducta sobresaliente lo llevó a ser prefecto en 5º año, destacándose por su estricto cumplimiento de las reglas. Su participación en clases y constantes respuestas asertivas le significaron un sinfín de puntos para su casa, ayudando enormemente a que Gryffindor ganara la copa de las casas por tres años consecutivos. Y a pesar de todo lo anterior, cabe destacar que fue el mejor amigo del joven DiMaggio, siendo esta incondicional amistad puesta a prueba constantemente. Pido un aplauso a Ted Lupin, un increíble Gryffindor de tomo y lomo.


Ted subió el escenario muy avergonzado. La directora McGonagall le entregó su diploma enrollado y lo abrazó. Luego se separó de él y lo miró a los ojos.


-Sé que tus padres estarían muy orgullosos de ti. Nosotros lo estamos.


Ted asintió avergonzado y miró a su familia, como minutos antes lo había hecho Ettore. Vio a la abuela Andrómeda aplaudir orgullosa, junto a su padrino Harry. Ginny le enviaba besos de madre amorosa. Lily, ayudada por Albus, se encaramaba en una silla y tambien le enviaba besos efusivos. Albus agitaba sus manos y James aplaudía fuertemente. También notó que los Malfoy le aplaudían. Suspiró y agradeció con una leve inclinación a la familia de la hermana de su abuela y, al mismo tiempo, la familia de su mejor amigo.

Se fue a sentar al lado de Ettore y a los segundos sintió un codazo en su costado. Miró al joven animago con el ceño fruncido.


-Ni te enojes. Allá esperan tu saludo.


Apuntó con la cabeza la entrada del Gran Comedor y vio que Victoire lo saludaba tímidamente. Ted le envió un beso disimuladamente y luego volvió a concentrarse en la ceremonia, mirando de vez en cuando a su novia.

Dos horas después, Ted estaba sentado a la orilla del lago abrazado de su novia. Sabía que su familia estaba en el cóctel de graduación pero quería un momento a solas con Victoire, momento logrado al falso secuestro y la falsa despedida de compañeros que se inventó Ettore.

Y como si lo hubiese invocado con el pensamiento, su amigo apareció tomado de la mano con Iris. Frente a él flotaban cuatro platos.

Ettore se sentó al lado de Ted y con un movimiento de varita le entregó un plato con pastel a él y a Victoire, para luego comenzar a comer el propio e Iris lo imitó. Victoire, con una sonrisa agradeció el plato y comenzó a comer. Ted tomó su plato y miró a Ettore.


-¿Y tú?

-Vine a despedirme de Victoire…hasta, claro, cuando tengas los cojones de decirle a Bill y Fleur que eres el novio de su princesita y por fin puedas salir de fiesta con Iris y conmigo.

-¿Les dijiste a los demás donde estábamos?

-No…el abuelo Lucius me ayudó a distraerlos, contando la fascinante historia de cuando fuimos al Ministerio a regularizar mi condición de animago.

-Genial…

-Y mamá dijo que guardará el secreto. De hecho, no le ha contado a nadie, ni a mi padre.


Ted sonrió y comió un trozo de pastel. Le supo amargo y miró a Ettore frunciendo el ceño.


-¿Qué le pusiste al pastel?

-¿Al de las chicas o al mío? Nada. Al tuyo le eché laxante muggle.


Al ver la cara desfigurada de Ted, Ettore estalló en carcajadas y tuvo que ser Iris quien tranquilizara al joven metamorfomago.


-Es una broma, Ted. No le echó nada. Todos están amargos. Son del cumpleaños de Dante, el tío de Ettore. Cumplió años hace dos semanas y nos guardó pastel a los cuatro. Está amargo porque tenía limón, pero dijo que le hizo un hechizo que le avisaba si no los comíamos. Y si eso ocurría, nos transformaba en bestias.


Ted continuó comiendo del pastel mientras negaba con la cabeza. Y luego se preguntaban de dónde había sacado ese humor retorcido Ettore.

Cuando su amigo dejó de reír, Victoire lo miró.


-¿Y qué harás ahora, Ettore?

-Estoy entre sanador y dragonolista. Decidiré en el verano.

-¿Y por qué te hiciste animago? Pensé que serías auror.

-Te equivocas. La academia de aurores espera con los brazos abiertos a Ted. A mí me quieren lo más lejos posible de ellos.

-¿Y entonces?

-¿Entonces qué?

-¿Para qué te hiciste animago?

-Ese, querida Victoire, es un secreto que pretendo llevarme a la tumba.


Ettore sonrió y Ted negó con la cabeza. Su amigo jamás le diría a nadie el motivo principal y el secundario del porqué se hizo animago. Pero siendo él único que conocía ambos, se sintió enormemente afortunado.


-¿Y cuál es la sorpresa que me tenías, Iris?


La joven dejó el plato vacío a un lado y miró a Ettore. Una sonrisa franca y llena de ternura cruzó su rostro cuando sus ojos se toparon con los sangre de Ettore.


-Aprendí a hacer el Patronus.

-¡Wow!, ¿y qué forma toma?

-Míralo tú mismo.


La joven sacó su varita y se levantó. Apuntó al lago y cerrando los ojos, pareció meditar su momento feliz. Ted estaba seguro que sería el día que Ettore le pidió que fueran novios. En medio de un partido, el muchacho golpeó una bludger y a unos 100 metros sobre el suelo, montado en la Nimbus 2001 que le había pedido específicamente a su padre, le gritó si quería ser su novia. Cuando Iris asintió avergonzada, toda la escuela, que había sido testigo de la petición desde las gradas, estalló en un rugido y Ettore, en medio de su alegría, golpeó una bludger que terminó derribando al guardián de Slytherin. Sí, definitivamente ése era el momento más feliz de Iris. El inicio del alocado noviazgo con el alocado Ettore.


-¡Especto Patronum!


De la varita de Iris apareció una nube plateada, que en segundos tomó la forma de un gigantesco y majestuoso halcón. El Patronus sobrevoló el lago para luego perderse a la distancia.

El silencio invadió a los amigos. Iris volteó a ver a Ettore, que aún tenía la mirada fija en el lugar exacto donde había desaparecido el plateado halcón. Luego miró a Iris.


-¿Tanto me amas?

-Sí…

-Ni yo me amo tanto…

-¡Idiota!


Iris golpeó suavemente con su pie la pierna de Ettore mientras sonreía. El muchacho de cabello negro sacó su varita y se puso de pie. Miró cómplice a Ted y a Victoire y luego miró a Iris.


-¿Podrías, amor mío, informarle a los presentes cuál es tu animal favorito?

-Pues…el dragón…

-¿Podría especificarme, bella dama, cuál tipo?

-Opaleye de las Antípodas…

-Veamos…pensemos un momento feliz…mmm…el día que me emborraché y quería que el calamar gigante me devorara. O podría ser cuando inundé el baño de niñas…¡no!, mejor el día que descubrí que era alérgico a la gragea de hígado.


Ettore rió divertido y su novia lo miró alegre. Ted y Victoire lo sabían. Sabían que esos dos desquiciados que parecían cualquier cosa menos novios, compartían el momento más feliz de su vida.


-¡Especto Patronum!


De inmediato se formó un gigantesco dragón, cuya apariencia era igual al Opaleye de las Antípodas. El Patronus también sobrevoló el lago y desapareció en el mismo punto que el halcón. Iris miró a Ettore.


-Increíble…me amas más de lo que te amo yo…¡genial!, ¡te tengo en mis manos, tarado!

-¡te gustaría!


Y, guardando su varita, Ettore se lanzó en persecución de Iris. Victoire había quedado muy sorprendida con el plateado dragón, pero Ted no.

“Cuando mi Patronus tomó forma por primera vez…descubrí que la amaba”

Le encontró sentido. Ettore había descubierto su amor por Iris gracia a su Patronus. Sonrió. Al fin y al cabo, ese loco desquiciado que ahora estaba dentro del lago, jugando con Iris, mojándose e intentando ahogarse mutuamente, se había enamorado. Abrazó a Victoire mientras veía como Iris se sacaba la túnica y la tiraba sobre Ettore, para luego lanzarse sobre él. Sus carcajadas llenaban el aire. Y Ted sintió, desde el fondo del alma, que los dos cromos de ranas de chocolate que aún guardaba en el bolsillo sobre su corazón, le susurraban palabras de felicitaciones y orgullo.

Merlín lo premiaba y no podía pedir más.

4 comentarios:

  1. *O* me encaanta! :D y ya lo había leído, pero lo leí denuevo xD me encanta la parte del caldero xD jajajaja son secos! :D Ettore es como raro asi como que tenía instintos suicidas :O pero es bkm :B *O*

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  2. me gusto la historia ^^

    me gusta la amistad de ettore y ted... sobretodo la parte del 1° año y de cuando se transforma en animago

    esta bn lindo

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  3. Hola Kamal, soy Alis-Kai.
    Te recuerdo que eres Profesora de Pociones y de Historia de la Magia en Hogwarts Zone y que además, estás apuntada a las clases por cursos. Estás descuidando tus tareas y Slytherin tiene una puntuación total negativa.
    Espero verte de nuevo por Hogwarts Zone, atendiendo tus 2 asignaturas como se merecen ¬¬ Si por alguna causa, ya no quieres o no puedes ser profesora, me lo comunicas cuanto antes para buscar a otras personas

    Atte.
    La Directora de Hogwarts Zone
    Alis-Kai

    Hogwarts Zone ---> http://hgzone.mforos.com/

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  4. Wena te encontré!!! Geniales tus historias, algún día leerás mi libro, lo tengo wn scribd (el youtube de los libros)

    El sábado espero ir al parque un ratito a verlos!!

    Un besote para ti

    Erendis

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