sábado, 14 de marzo de 2009

Reparo

Bien, este capitulo es bonito...¿por qué? Porque me dio pena que Ofelia sufriera tanto xD. Ah! y este capítulo tiene la gracia que no fue escrito en PC originalmente. No, lo escribí en un cuaderno porque me dormí pensando en la idea y me desperté pensando en ella.

Hoy extrañé a dos personas...me guardaré sus nombres porque son dos hombres y quizás qué suciedades piensen...¬¬

En fin, aquí les va el capítulo...disfrútenlo!!



Kamal (que tiene un cigarro, 1/4 de café y con un sentimiento que extraña a dos personas...¬¬)

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Limone con miele

Y la esperanza desapareció, tal como había llegado. No podía ni debía juzgar. Las cosas eran así y punto. Debía aceptarlo y ya. No sirvió de mucho. El agua quemante que bajó por su garganta no disminuyó la inercia de su propia conciencia. Se sentía derrotada. Había botado a la reina en ese juego de ajedrez que ni siquiera notó que había empezado. Y allí estaba. Sin más consuelo que una cena burda, acongojada, sobrante.


-Astoria, nos alegra mucho que vengas.

-Gracias, señor Malfoy. Mi padre me dijo que…

-Disculpen.


Y he ahí su voz. El cruel castigo para su sentir. Pero no sonó como siempre. Un tinte cavernoso, oscuro, adornaba las tibias notas que la acompañaban en sus tétricas noches.


-Draco, ¿dónde crees que vas?

-Ya he terminado, padre. Me retiro a descansar.

-Supongo que no le harás ese desaire a Astoria. Ella vino a verte.

-Ya me vio. Se puede marchar en paz.


Los ruidos lejanos se le antojaron comunes. El correr abrupto de una silla, unos cubiertos que caen sorprendidos, gritando su momentánea inutilidad, el silencio impregnado de ira y ella ausente, ajena a todo lo que acontecía, ensimismada, embriagándose en el dulce tacto de esas pequeñas manos frías y perdida en esos ojos sanguinolentos, que se mostraban cautelosos y con un tinte de curiosidad, tan discorde a la tierna cara de un pequeño de tres años.


-¡Discúlpate!


El rugido la hizo sobresaltarse y vio el reproche en esos ojos magenta. Un Barucci no se asusta. Pero ella estaba aterrada, sin saber exactamente qué hacía ahí.


-¡Nunca sentarás cabeza!

-¡Que ya tengo novia, padre!

-¡Es la sangre sucia ésa, amiga de Potter!, ¡¿cierto?!


El escalofrío y la amargura que sintió al escuchar que ya era de otra la invadió desde los pies hasta terminar saltando por el puente de su nariz. Y los ojos magentas tenían un brillo especial.

Brillaban como los ojos de un asesino.

No tuvo tiempo de masticar el dolor. Ni siquiera lo estaba digiriendo. Alcanzó a lamerlo, saborearlo, sentir como evacuaba su bilis, yerma dentro de su boca, cuando escuchó la mención.

Ella.

¡Claro! Cómo no lo había pensado antes. El apelativo “sangre sucia” le inundó el cerebro, sintiendo el dulce sabor de la venganza y el despotismo del que su apellido hacía alarde. Negó con la cabeza. Es Hermione. Pero la bestia que bullía en su interior no quería entender razones.

Ya se rendía. Ya cerraba los ojos y su monstruo le devoraba el corazón, con mascadas que le herían y escocían, igual que esa vez, que supo todo perdido.


-No padre, no es Hermione.


Dulce. Su corazón se apaciguó cuando escuchó las dulces tonalidades, como cantos de sirenas, que la saturaron de placer, impidiendo que la bestia saliera o que recordara porqué la tormenta de sal amenazaba con arrancarle los ojos.

-Amor, ¿vamos?


Lo miró. Perdió la razón en esa seda de metal, que le acariciaba las pupilas mientras su mano tendida le ofrecía la gloria, dibujada por hebra de pelo rubio platinado, como una veela.

El tacto fue llameante. Un hormigueo la recorrió entera mientras sentía punzadas en la nuca, de ojos intrusos, de ojos sorprendidos. La risa de Ettore le llegó de golpe. Verlo en brazos de Draco le arrancó una sonrisa furtiva. Ese olor a menta, a dragón y a nieve la envolvió con sus matices de leche y chocolate, provenientes del pequeño cuerpo que ahora se afirmaba al cuello del Dragón, que respiraba tranquilo mientras acariciaba su mano, cómplice, inquietante, ausente, adolorido, como una serpiente herida.

Y los vio. El infierno magenta la observaba, mientras la sonrisa cruzaba su rostro. Había ganado. Podía oler la bruma acuosa que lo envolvía, la pegajosa ventosa que succionaba el aire.

Iluso.

Sonrió. Él pensaba que había ganado. Pero no era así. Y por primera vez deseó que él de verdad ganara, porque de esa forma el ángel de mirada plata, de cabellos casi albos, de piel marmórea, de aroma a dragón y menta, de ese hijo de la nieve, ese ángel la miraría como deshaciéndola, como si ella fuese mantequilla al sol.

Por Merlín. Ya ni parecían los pensamientos de una Barucci.

La puerta se cerró y Ettore fue tras Woody, llenando el aire de notas cristalinas, gotas de agua suspendidas. Y el choque de un aire ardiendo en su cuello la hizo voltear, solo para encontrarse con las cadenas grises y sentirse aprisionada en sus brazos, embriagándose en su olor y en el respirar ronco, crujido, bestial y caliente que salía de esos pálidos labios.


-No debiste decir eso. Para la próxima vez que me uses de espanta mujeres, avisa.

-Io non utilizzati (Yo no te usé)

-Cosa? (¿Qué dices?)

-Non ho (No lo hice)

-E allora? (¿Entonces?)

-Si è mia donna. Sei la mia ragazza e lei sarà mia moglie. La madre dei miei figli e per me che sono costretti a sopportare il resto della sua vita. (Tú eres mi mujer. Eres mi novia y serás mi esposa. La madre de mis hijos y quien me tendrá que aguantar el resto de su vida)


Hielo. Hielo abrazante, que surgía en pequeñas fogatas sobre su piel. Y el cerebro comenzó a bailar una danza muy exótica. Y el corazón rugía, clamaba, se azotaba contra las costillas, golpeándose, sangrando, produciendo un dolor que a la vez anestesiaba.

Por favor, di algo inteligente.


-¿Y Ettore?


Sí, muy inteligente. Bonito momento en que al cerebro se le ocurrió bailar la conga.

Rió. Fresca, completa, matutinamente. Era su risa una lluvia tibia, olorosa, paciente. Era con brisa otoñal, con olor y textura a vino. Era húmeda, como su mirada. Era una mañana en Toscana.


-Vivirá con nosotros, claro está. Lo criaremos como a un hijo y será el hermano mayor de los nuestros.

-¿Nuestros?

-¡Sí!, quiero dos hijos, o tres. No deseo que estén solos como lo estuve yo. Y viviremos aquí en Gran Bretaña. Lo más lejos de tu padre (frunció el ceño, dándole un aire infantil y caprichoso). Ettore irá a Hogwarts, al igual que nuestros hijos. No importará en qué casa quede, pero me gustaría que el mayor de los nuestros quedara en Slytherin. Ya sabes, la tradición familiar. Y nuestra casa tendrá…

-Draco…


Escuchó. Sé que escuchó. Pero bajó la mirada, como un niño que ha sido reprendido.


-Perdón…es que estoy nervioso. Tal vez si me pongo a hablar como Harry, sin callarme nunca, se te olvide rechazarme.

-Mai detto di no. (Nunca dije que no)


Levantó la mirada y sus ojos brillaron, como dos brasas incandescentes. La sonrisa se fue ensanchando, cubriéndole el rostro con un aire bisiesto, inquietante.


-Allora…Vuoi essere la mia ragazza? (Entonces…¿quieres ser mi novia?)

-Sì. E tua moglie. E la madre dei tuoi figli. E chi terrà per tutta la vita. Per una condizione. (Sí. Y tu esposa. Y la madre de tus hijos. Y quien te aguante toda la vida. A cambio de una condición.)

-Cosa? (¿Cuál?)

-Que también me aguantes toda la vida, aunque sea fea, arrugada y mañosa.

-Ya eres mañosa. Y no obstante estuvieses invadida de arrugas, jamás serías fea…pero acepto.


Un beso. Un aliento ardiente que le penetró en las entrañas. Los labios helados bailaban vaporoso y su lengua, cual serpiente de fuego, le recorría cada centímetro de la boca. Sentir sus manos presionando sus caderas, aprisionándola, embriagándola en esa niebla menta. Como le sorbía el alma y lo disponía en su propio paladar para devorarlo luego, mientras continuaba pegándola a su cuerpo, fundiéndose como esa noche, sintiendo la tibieza de sus pieles, mezclando sus aromas. El temblor de sus piernas la hicieron dudar, temiendo una caída. Y él leyó sus ojos, cual arenas de esmeraldas pulverizadas, pues la apretó más contra sí, la abrigó, sujetó y observó. La tormenta de plata, esas nubes grises que golpeaban en su piel la olvidaban, la idiotizaban y sentía una humedad que le recorría entera, terminando en la parte donde sus más secretos pudores encontraban cabida.

Cerró los ojos. Comenzaba a perder la cordura y la pasión se apoderaba de ella, mientras apoyaba sus manos en ese pecho, que subía y bajaba agitado, mientras mordía sus labios, su cuello, volvía a los labios. Presionó la seda de la camisa azul, casi arrancándola con sus uñas, cuando una lejana risa la hizo volver a la realidad y separarse de él abruptamente.


-¿Qué sucede?

-Ettore.


Carmín se volvieron esas pálidas mejillas, mientras el argento se dirigía a una cama, donde un pequeño hablaba con el bowtruckle. Su voz, brava, le siseo en los oídos, haciendo que se le erizaran los vellos.


-Lo había olvidado…suerte que te tengo a ti.


Sin más, besó su nariz, que ella arrugó al sonreír por sentir los húmedos labios haciendo cosquillas.


-Pero esta noche no te salvas…con la luna serás mía. Y después, que nadie ose mirarte.


Lo abrazó. Nada más podía hacer. Y él la elevó en los aires, llevándola a la cama donde Ettore y Woody saltaban felices, mientras sentía que su corazón no le cabía en el pecho, que ni siquiera podía caber en este mundo.

Y decidió dejar de huir.

2 comentarios:

  1. me mataste wna!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    no tengo nada + k decir...

    he kdado sin palabras, y esperando k un draco malfoy aparezca para mi jajajajajaj

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  2. aaaaaaaaaaaaaah!!! por la puta por la puta por la puta!! xDDDDD ya, lo siento, tenía que colapsar por escrito xD!
    amé este capítulooo!
    ya, ahora sigo con el resto :P

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